LIMÓN & VINAGRE

Félix Bolaños, el ministro de las vacas habladoras

Los ministros de hace casi un año carecen de personalidad propia, la guillotina del CIS sentencia que la mayoría de las ilustres incorporaciones son perfectos desconocidos para cuatro de cada cinco españoles

Félix Bolaños en LIMÓN & VINAGRE

Félix Bolaños en LIMÓN & VINAGRE

Matías Vallés

Matías Vallés

Francisco Álvarez-Cascos fue degradado de vicepresidente primero a ministro de Fomento en la mayoría absoluta de Aznar, justo castigo a su divorcio. El político asturiano mostraba orgulloso en su despacho una fotografía del primer gabinete aznarista tejido en 1996, dando a entender que el equipo de la segunda vuelta no se le podía comparar en categoría, y a pesar de seguir formando parte del mismo.

En general, ningún gobernante español de larga duración ha mejorado su alineación en las remodelaciones sucesivas, ya sea porque aspiran a dirigir férreamente a la orquesta o porque la colocan a su altura. Por tanto, Félix Bolaños es hoy ministro de la Presidencia, tras un seísmo ministerial que todavía no ha cumplido un año.

Bolaños no declara, subraya. Las gafas de pasta que se enfundan esporádicamente Cary Grant, Michael Caine, Clark Kent o Jerry Lewis apuntan a disimular sus ambiciones, ejercen de muralla protectora. El apéndice oscurecido ofrece un perfil puntiagudo de tecnócrata. Esa visión canónica se distorsiona al aproximarse al personaje. Se redondean los rasgos, Bolaños obliga a reinterpretar la imagen de neutralidad.

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/ Agencia ATLAS

Los ministros de hace casi un año carecen de personalidad propia, la guillotina del CIS sentencia que la mayoría de las ilustres incorporaciones son perfectos desconocidos para cuatro de cada cinco españoles. Por tanto, resulta presuntuoso fijar el día de la campaña electoral de Castilla y León que cambió la percepción nacional de Bolaños, porque presupone que existía una cosmovisión alrededor de su figura.

Bolaños escrutó a la audiencia indefinida a través de la gafapasta, extrajo su mejor semblante de expresión en porcentajes y soltó que "últimamente estáis viendo que los dirigentes del Partido Popular se están haciendo fotos con vacas, y dicen unas cosas que a veces uno preferiría que hablara la vaca, porque por lo menos no engañan y no mienten". Se puede bromear todo lo que se quiera con el discurso de la vaca habladora, y desde luego no eran reses de lidia, pero las rumiantes se llevaron por delante a Pablo Casado en una cornada mortal que había presagiado el ministro de la Presidencia.

De repente, hubo que valorar si Bolaños era un killer con la silueta del primer asesinado en una película de terror. La campaña aclararía la inexistencia de un poder profético, porque el ministro le declaraba a Àngels Barceló en la recta final que "el PP se desinfla", y añadía el fortalecimiento de un candidato socialista cuyo nombre es imposible recordar pese a la mejor de las voluntades. A la desesperada, el titular de Presidencia se definía en la misma entrevista de "centro izquierda". En campaña, todos los políticos viran a la derecha.

Félix Bolaños, ministro de la Presidencia.

Félix Bolaños, ministro de la Presidencia. / EFE

El PP no solo mantuvo el poder en Valladolid, sino que bordea ahora mismo la mayoría absoluta estatal en conjunción con Vox. El centrocampista o centroizquierdista Bolaños ensartaba maniobras controvertidas. Por ejemplo, la Reforma Laboral aprobada a contrapié en el último minuto, con el apoyo del diputado del PP que se equivocaba demasiado. Para explicar la traición de los dos parlamentarios de UPN bajo su tutela, destacó que negociaba con buena voluntad. Pues entonces, mejor no haber venido, porque la benevolencia es una agravante en un trato fallido.

En política no hay paréntesis, es un juego a vida y muerte, pero en los últimos tiempos se olisquea un oscurecimiento paulatino de Bolaños. Su última intervención estelar confesó a periodistas boquiabiertos que el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa habían sido espiados, con los mismos cachivaches que el Gobierno utiliza para vigilar a los independentistas catalanes en masa.

Bolaños soltó la bomba con aires del equipo médico habitual decretando la agonía de un Estado que se espía a sí mismo. Peleó su responsabilidad con la ministra Robles desde la evidencia de que le respaldaba su primo de Zumosol, el Pedro Sánchez que todavía no ha perdonado a otros dirigentes que le traicionaron con Patxi López, véase la balear Francina Armengol.

Por si acaso, Bolaños ha efectuado alguna incursión reciente en las descalificaciones cómicas, como su "ultraderechita cobarde" entonado contra la apátrida Macarena Olona, pero ya llevaba la herida del espionaje y mantiene la inexpresividad de un Buster Keaton. Le ha dado la vuelta al Manual de Resistencia de su líder en una resistencia de manual. Al caído por Pegasus debieran nombrarlo ministro de la asignatura.