PRESUPUESTOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Ayuso-Monasterio: rivales y aliadas

El PP necesita a Vox en Madrid para sacar adelante sus proyectos, pero recela de sus socios preferentes. Los populares están convencidos de que les van a llevar al límite de la tramitación parlamentaria para pasar sus presupuestos.  

Ayuso y Monasterio en la Asamblea

Ayuso y Monasterio en la Asamblea / EFE/ Juan Carlos Hidalgo

Elena Marín

Elena Marín

Ambas dicen que su principal cometido es centrarse en la vida de los madrileños, pero no pueden evitar dedicar su tiempo a contemplar el panorama nacional, analizarlo y utilizar su tribuna y sus escaños para proyectarse en el ámbito político nacional. La primera, porque tiene el poder del Bocam (Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid) como arma discursiva y legislativa frente a las políticas de Pedro Sánchez; la segunda, porque puede condicionar las publicaciones del Bocam.

Desde que comenzó el nuevo curso en septiembre, los equipos de Isabel Díaz Ayuso y de Rocío Monasterio han estado trabajando, juntos y cada uno por su lado, en los presupuestos de la Comunidad de Madrid sin haber conseguido un acuerdo previo a su aprobación por el Consejo de Gobierno. Sacar o no esos presupuestos depende de un escaso número de votos, cuatro, que solo pueden salir de Vox, y en el entorno de Ayuso están convencidos de que apurarán al máximo los tiempos. “Hasta el último momento, hasta que no se agote el tiempo de tramitación parlamentaria", no tendrán garantizado nada, aseguran estas fuentes que conocen bien cómo va la negociación y cómo han trabajado los de Vox desde que están en la Asamblea.

En las declaraciones públicas de estos últimos días por parte de los populares, el tono ha sido conciliador. “Vamos a negociar con nuestra mejor actitud”, decía Javier Lasquetty, el consejero de Hacienda y Economía, el miércoles cuando presentó el proyecto. Aseguró que no había líneas rojas y que se lanzaban a la negociación con el mejor entendimiento, pero sacó a colación los 65 escaños de su partido, a solo cuatro de la mayoría absoluta, para reivindicar su obligación y capacidad para gobernar con su programa y no con el de otros.

Programa propio

En el entorno de Ayuso este último mantra se repite continuamente: la mayoría la tiene el PP y que a nadie se le olvide. La presidenta de la Comunidad y la portavoz de Vox en la Asamblea mantienen una relación cordial y educada, pero otra cosa es la complicidad. Monasterio ha defendido a Ayuso frente a determinadas acusaciones de la izquierda y también gran parte de sus políticas. No tiene empacho en hacerlo. Ayuso, a su vez, procura muchas veces mantener un tono neutro en sus intervenciones cuando responde a su socia preferente. Sin embargo, la tendencia que marcan las encuestas en las últimas semanas influye en ambas.

En el entorno de Ayuso están convencidos de que Vox se ha estancado a nivel nacional, eso es lo que leen en la encuestas de intención de voto. Pero en Madrid, dicen, es distinto. La presidenta se sabe captora de los votos útiles de simpatizantes de Vox, su entorno entiende que muchos de los que el 4-M aún no apostaron por ella pueden hacerlo en la siguiente convocatoria madrileña y eso le hace sentir fuerte. Por eso su afán por seguir con su programa y con sus políticas, cediendo lo justo a terceros cuyo voto necesitan en la Asamblea, pero ante quienes quieren mantenerse firmes.

La dirigente de Vox, por su parte, utiliza su posición privilegiada como socia preferente para dejar mensajes que superan el ámbito regional. Si el PP no mima a su partido en otras comunidades (como Andalucía) o mina su discurso nacional con las declaraciones públicas de los dirigentes de Génova que de alguna forma entienden que buscan desdeñarles, entonces, ella se hace de rogar en Madrid y pone al límite la paciencia de los populares madrileños.

Desarrollo de las negociaciones

Fuentes cercanas a la dirigente popular apuntan que las negociaciones con Vox siempre resultan complicadas, principalmente, porque elevan a los medios sus peticiones pero cuando se sientan no siempre hay propuestas escritas. Hacen declaraciones, registran iniciativas en la cámara autonómica, vuelven a registrar otras distintas entrelazadas con las primeras…. Pero cuando toca verse cara a cara en la negociación, dicen en el PP, echan en falta documentos en los que digan abiertamente qué puntos concretos quieren tocar. "No vale solo con decir que quieren derogar unas leyes”, apuntan en la formación popular. Los de Vox saben que hay determinadas cosas que el PP no va a aceptar, pero sí está dispuesto a modificar, como las leyes de igualdad y LGTBIfobia, y los populares se quejan de que sabiendo esto, en Vox no se molestan en decirles qué aspectos concretos querrían modificar y cómo para poder negociar sobre los mismos. Se quedan en la brocha gorda en lugar de bajar al detalle.