ANÁLISIS

Espacio exterior, salvaje oeste

Actualmente, unos 5.000 satélites activos orbitan el planeta. Las principales potencias espaciales –Estados Unidos, China y Rusia– compiten en una zona sin fronteras y en medio de un vacío legal, lo que está convirtiendo las órbitas bajas en un vertedero

Lanzamiento de un cohete Soyuz-2.1b para poner en órbita un satélite ruso en 2017

Lanzamiento de un cohete Soyuz-2.1b para poner en órbita un satélite ruso en 2017 / EFE/Maxim Shipenkov

Política Exterior

Política Exterior

Durante 2021, SpaceX, la compañía aeroespacial de Elon Musk, ha lanzado más de un centenar de satélites al mes, con lo que ya cuenta con casi 2.000 en órbitas bajas. El nuevo director general de la Agencia Espacial Europea, Josef Aschbacher, ha advertido que si la UE no lo remedia, Musk terminará estableciendo de facto las reglas del juego en el espacio exterior. 

SpaceX invertirá 30.000 millones de dólares en las llamadas “mega constelaciones” de Starlink, su servicio de internet por satélite. Según diversas proyecciones, en 2040 el valor anual de la economía espacial superará el billón de dólares, con otros billones más en sectores subsidiarios. SpaceX ya ha obtenido el permiso de los reguladores de Estados Unidos para poner en órbita 30.000 satélites.

China, por su parte, lanza satélites a una tasa que duplica la de EEUU. A ese ritmo, las órbitas bajas –que oscilan entre los 500 y 600 kilómetros– se verán saturadas por decenas o cientos de miles de satélites que las harían inaccesibles por los altos riesgos de colisión que generarán los atascos en esa especie de salvaje oeste espacial.

Hasta ahora, la mayoría de los satélites de comunicación operaban en órbitas de 36.000 kilómetros, lo que les permitía circular en sus respectivos slots sin invadir al resto. Actualmente, unos 5.000 satélites activos orbitan el planeta. Varios miles más mantienen sus viejas trayectorias tras finalizar su vida útil, convirtiéndose en objetivos para pruebas de misiles antisatélite como la que China llevó a cabo en 2007. La realizada por Rusia el pasado noviembre generó una gran nube de escombros que puso en peligro la Estación Espacial Internacional. Sus siete astronautas tuvieron que refugiarse durante horas en dos naves acopladas a la nave nodriza por si se veían obligados a regresar a la Tierra.

Según el exsecretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, cada nuevo satélite multiplica los riesgos de colisión (síndrome de Kessler) y amenaza con convertir el espacio exterior inmediato en un vertedero. Según los estudios que cita Rasmussen en Financial Times, el choque de dos satélites de mega constelaciones produciría un volumen de fragmentos similar al que causó el misil antisatélite ruso: unos 1.500 trozos de mediano tamaño de metralla y varios miles más de escombros diminutos, más difíciles de rastrear pero igualmente destructivos. A velocidades de siete kilómetros por segundo, hasta una mota de pintura puede causar graves daños a las infraestructuras espaciales.

El mayor problema es que esos crecientes riesgos se dan en medio de un vacío legal. El Tratado del Espacio Ultraterrestre de Naciones Unidas de 1967 prohíbe desplegar sistemas armamentísticos en el espacio, pero apenas fija normas de tráfico en un ámbito donde no existen fronteras internacionales y las leyes de la física del movimiento funcionan de modo distinto. En los 12 años posteriores a la firma del tratado se suscribieron otros cuatro acuerdos y varias iniciativas voluntarias auspiciadas por la ONU, entre ellas las actuales pautas para reducir los fragmentos espaciales. 

Las señales de alarma provienen sobre todo de las aseguradoras, que demandan estudios técnicos para precisar el número de satélites que pueden soportar las órbitas bajas. El espacio aéreo civil se reguló de ese modo, pero en el actual clima de confrontación entre las grandes potencias, nada anticipa que se vayan a conseguir los consensos necesarios en el marco de la Unión Internacional de Telecomunicaciones del sistema de la ONU. Todas las iniciativas actuales en ese sentido son unilaterales. La OTAN, por ejemplo, ha creado un centro de operaciones espaciales en Alemania para compartir información y coordinar actividades entre los países aliados. Reino Unido, Francia, Alemania, Japón y Australia, entre otros, han incluido el espacio exterior en sus planes de defensa y seguridad.

Según el general David Thompson, número dos de la Fuerza Espacial de EEUU, Rusia y China atacan de forma regular a satélites de EEUU con láseres y bloqueadores de frecuencias de radio. En 2019 Rusia situó uno de sus satélites tan cerca de otro del Pentágono que sus mandos estuvieron a punto de destruirlo antes de que se alejara.