Opinión | Punto de vista

Lapsus linguae

La vicepresidenta María Jesús Montero y el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, en los actos institucionales por la celebración del 28F, Día de Andalucía.

La vicepresidenta María Jesús Montero y el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, en los actos institucionales por la celebración del 28F, Día de Andalucía. / EP

Es lunes. El cielo está gris. Regreso de una larga jornada de trabajo y las paredes de mi casa parecen haber abrazado todo el frío de este invierno improvisado con el fin de escupírmelo a la cara según abra la puerta. «¡Qué recibimiento!», pienso. «¿Por qué no he comprado aún una estufa?», me pregunto. Pero no me respondo. Sé que es por pereza. Igual que maldigo cada verano no tener un ventilador. La pereza tiene eso, te hace darte cuenta de todo lo que necesitas con pocos visos de ponerle remedio. Tengo hambre. Cojo algo del frigorífico, enciendo el televisor y pongo La Sexta Noticias para enterarme de qué ha ocurrido en el mundo durante esas horas en las que yo trabajaba ajena a lo humano y a lo divino. Zascandileo por la casa con el eco de la tele rebotando entre los cojines del salón mientras reflexiono sobre la novela que estoy leyendo ahora «Antes de que se enfríe el café», de Toshikazu Kawaguchi. 

Apenas he leído veinte páginas, pero sé que trata de una cafetería que tiene una silla en la que si te sientas puedes viajar al pasado y reencontrarte con quien desees; sin embargo, ese regreso no modificará nada del presente. Ah, y para poder volver del pretérito tienes que hacerlo antes de que se enfríe el café. En todo eso pensaba yo. Ya ni recordaba que había puesto las noticias con la intención de saber si en la Tierra había sucedido algo que pudiera contar en este espacio. En el telediario hablaban de que la tasa de desempleo se ha reducido. Según parece, sobre todo, son las mujeres las que a más puestos de trabajo han accedido. Y entonces, como si tuviera un radar para las estupideces lingüísticas, escuché a Rodrigo Blázquez, el presentador de las noticias, decir: «En el PP hay cierta esquizofrenia porque los presidentes autonómicos están encantados y presumen de sus datos de empleo».

Por lo visto, Juanma Moreno y Fernando López Miras, el primero cabeza de la región de Andalucía y el segundo de la región de Murcia, ven estos datos como un buen presagio para nuestro país. En cambio, en el PP nacional, Juan Bravo Baena considera que la estadística está maquillada por el gobierno, es decir, por el PSOE. ¿Había usado el diagnóstico de una enfermedad mental de forma tan frívola para hablar de la incoherencia de nuestros dirigentes políticos? Sí. Me pregunté cómo se habrán sentido las personas que realmente sufren esta enfermedad y sus familiares al escuchar cómo un periodista compara la discrepancia de opiniones entre personas con lo que verdaderamente implica la esquizofrenia. Se nos ve el plumero como sociedad. Mucho visibilizar la salud mental para concienciar a la población y dignificar a los afectados y luego, a la primera de cambio, se vuelven a esas comparaciones casposas y viejunas de antaño en las que se utilizan enfermedades como el TOC, la bipolaridad o la esquizofrenia para hacer alusión a cualquier manía, cambio del estado de ánimo o desacuerdo entre personas.

Creo que lo único que tienen en común los políticos del PP y los enfermos de esquizofrenia es la desconexión de la realidad, aunque, al menos, en el caso de estos últimos, esa desconexión está justificada. Espero que la cadena tome medidas ante semejante lapsus linguae. Si nos comprometemos con la salud mental, lo hacemos con todas las de la ley, no solo para quedar bien. El postureo también se está quedando viejuno.