Opinión | LA SUERTE DE BESAR

La pasta es la pasta

Valores como la ética, los principios o la coherencia son, en ciertos ámbitos, conductas naíf. El dinero tiene la última palabra

Xavi Hernández, en Montjuíc durante el Barça-Osasuna de la Liga.

Xavi Hernández, en Montjuíc durante el Barça-Osasuna de la Liga. / Jordi Cotrina

Tras un partido de fútbol en el que el Barça jugaba contra no sé quién, el entrenador culé, Xavi Hernández, compareció en la sala de prensa para hacer unas declaraciones. Comentó la victoria, criticó las supuestas injusticias arbitrales, profundizó en alguna jugada y opinó sobre esto y aquello. Me gustaría que, valga la redundancia, me gustara el fútbol, como también me encantaría saber apreciar un buen whisky.

Tener la capacidad para argumentar por qué un pase es bueno o si una alineación determinada es inteligente y ser el estilo de mujer que llega a casa, se quita los zapatos de tacón y se sirve un whisky sin hielo. No soy ni una cosa ni la otra, pero mi hijo sabe mucho de lo primero (menos mal que pasa de lo segundo) y yo, que soy una madre embobada y fan de mi prole, disfruto mirándole mientras escucha las declaraciones del míster

Mientras el entrenador ensalza la deportividad, nombra el caso Negreira y pone cara de circunstancia, a mí me llama la atención que haga todo esto junto una botella de Coca Cola. Seguro que el refresco es la chispa de la vida, pero sano, lo que se dice sano, no es. Intentar inculcar coherencia y buenos hábitos a nuestros hijos se hace cada día más difícil. Sobre todo, si el responsable deportivo de uno de los equipos más importantes del mundo hace declaraciones con una botella de bebida química y azucarada a su lado. Quien paga, manda.  

En otro ámbito, todavía no me he recuperado de la decepción de que la Supercopa se celebrara en Arabia Saudí, cuando me entero de que Rafa Nadal se ha convertido en el embajador del tenis de ese país.

Basta una consulta a, por ejemplo, la página de una organización de prestigio reconocido como es Amnistía Internacional para echarse a llorar al leer lo que allí sucede. Mujeres obligadas a estar bajo tutela masculina y a obedecer al hombre. Tortura, malos tratos y ejecuciones. Se les ha acusado de cometer crímenes de guerra y violaciones del derecho internacional. Hay nula protección a los derechos de los migrantes e inexistencia de garantías judiciales.

Ausencia de libertad de expresión o de asociación. Es un lugar donde condenan a 34 años de prisión a una doctoranda por desarrollar una actividad pacífica, aunque contraria al régimen, en Twitter. Y, a pesar de estas miserias, un hombre que, durante años, ha transmitido valores extraordinarios asociados al esfuerzo, la humildad o el respeto nos da un bofetón en la cara a sus admiradores y nos recuerda, otra vez, que el dinero es lo que realmente importa.

Los valores, la ética o los principios son para el mundo del pequeño pony. En éste, Alcaraz, Djokovic y el mismísimo Nadal realizarán, en octubre, una exhibición del mejor tenis en un país que permite y fomenta las mayores atrocidades. Porque la pasta es la pasta. 

Hacer deporte es un aprendizaje a muchos niveles. Trabajas la fuerza de voluntad, el tesón y la constancia, el autocuidado, la promoción de la salud, la tolerancia y deferencia al contrario o el fomento de los buenos hábitos. Siempre he asociado la práctica deportiva a valores saludables y edificantes. Supongo que es porque no puedo vivir de ella y, visto lo visto, mejor que así sea.