Opinión | EL LÁPIZ DE LA LUNA

El Grinch que llevamos dentro

Considero que estamos malinterpretando lo que es ser un "Grinch"

El Grinch que llevamos dentro

El Grinch que llevamos dentro

Quiero empezar este artículo felicitándoles las fiestas, ya hemos atravesado la primera parte de la Navidad y espero que estén disfrutando. A lo largo de este mes he observado una división en la sociedad: los que se proclaman Grinch y los que viven estas fechas como si fueran elfos de Papá Noel o emisarios de los Reyes Magos, cada cual que elija la tradición con la que se sienta más identificado, aunque es muy nuestro eso de adjudicarnos cualquier costumbre con el fin de celebrar y hacer y recibir regalos. Yo no sabría muy bien dónde posicionarme, tengo momentos en los que me crece dentro un ser peludo, verde y huraño y otros en los que me descubro tarareando algún pegadizo villancico.

El otro día reflexionaba sobre esto, pues considero que estamos malinterpretando lo que es ser un "Grinch". Para empezar, este personaje no odiaba la Navidad. No en el sentido estricto de rechazar esta época por ser Navidad, sino que el sentimiento de desdén se remonta a una infancia dura en la que sufrió maltrato y rechazo por parte de sus padres y de los habitantes de Villaquien.

Esto hizo que el Grinch se aislara de la sociedad y fuese fraguando en su interior un sentimiento de animadversión hacia las personas. Si todos –o casi todos– miramos hacia atrás, nos daremos cuenta de que hay ciertas situaciones de nuestra vida adulta que nos incomodan y nada tienen que ver con la madurez, sino con la infancia.

El Grinch repudiaba la Navidad, el consumismo y el falso amor que se proclama durante estos días porque en su interior vive un niño herido que no fue visto ni tenido en cuenta por sus figuras de apego cuando dependía de ellos. Si prestamos atención a nuestro alrededor y ahondamos en las personas de nuestro entorno, además de en nosotros mismos, nos daremos cuenta de que somos un poco Grinch en alguna faceta de nuestra vida. No tiene que estar relacionado con la Navidad. Hay a quienes les sucede en los cumpleaños, en las vacaciones, cuando reciben un cumplido o cuando deben disculparse por algo.

La mayoría de las veces la respuesta a esas conductas que no terminamos de entender pero que llevan años acompañándonos se remontan a una situación infantil que se registró en nuestro subconsciente como dolorosa y que nos lleva a protegernos de ella. Puede que nos neguemos a celebrar nuestro cumpleaños, porque tal vez por cuestiones económicas, por disfuncionalidades familiares o por no tener amigos, jamás celebramos el día de nuestro nacimiento ni recibimos un regalo por existir. Puede que rechacemos cumplidos, debido a que nunca nos dijeron de niños que éramos dignos de amor. O evitemos coger vacaciones porque aprendimos que había que trabajar, sacrificarse y esforzarse para "ser alguien en la vida".

Tal vez puede que magnifiquemos nuestros errores porque de chiquillos metimos la pata en algo y fuimos duramente reprobados o sencillamente los obviemos porque asimilamos que errar nos hace indignos. Nos estaría mal que nos asomáramos al balcón de nuestra infancia para descubrir al Grinch que llevamos dentro. Tal vez sea un monstruo verde que pasa desapercibido, incluso para nosotros, pero que no deja de estar ahí, jodiendo la pavana. Abrazar a tu Grinch no solo te permitirá vivir en paz contigo, sino con todo lo que te rodea. Feliz crecimiento personal.