Opinión | POLÍTICA

Porque en Navidad todo es posible

En la política española, eso de la paz y del amor no se lleva y en estos tiempos menos que nunca

Cena de Navidad.

Cena de Navidad. / Archivo

Llega la Navidad, tiempo de paz y amor, pero parece que en la política española eso de la paz y del amor no se lleva y en estos tiempos menos que nunca. Y entre las palabras que usan unos para descalificar a los otros está aquella que como miserable hace referencia a las cosas que hace Sánchez, porque parece que todo lo hace él como dios todopoderoso de España y en carne mortal, o esa otra que como indecentes califican las gentes de Junts a los jueces que contrariaron los sueños de los independentistas con fórmulas jurídicas no de su agrado. Está todo muy revuelto, no cabe duda, y además de revuelto, están todos a la gresca y si a ti lo que te gusta es la cultura pues yo la desmonto y me quedo tan ancho, porque a mí justamente es lo que menos me gusta. Y con esta premisa funcionan unos y otros sin entender que esto es cosa de todos y que desmontando no se avanza, simplemente los días se entristecen más y más porque surge el desaire y la descalificación y si hubo malos tiempos para la lírica, estos son los peores de cuantos recuerdo, porque cualquier lírica que se precie queda sepultada ante tanto maltrato excesivo.

Pero felizmente llegan las navidades y felizmente todos nos juntaremos con los nuestros y por unos días olvidaremos eso de la amnistía y aquello del poder judicial y esas palabras que borran sindicatos y festivales y congelan los sueños de guijarro y río que un día despertaron todas nuestras ansías de ser distintos y quizá algo más bellos. No son buenos tiempos para la lírica y sin embargo sí lo son para la prepotencia y el insulto, para la zancadilla puesta en el momento fatal y en la zona sucia se huye de la tranquilidad y se abre la llave del gas para que todo salte por los aires y cuanto más mejor y en eso estamos sin darnos cuenta de que los días cada vez son más cortos y que cuando las heridas no han cicatrizado del todo cualquier pequeño golpe es muy doloroso y nubla la vista y deshace el pensamiento con pensamientos que poco tienen de mar y plácido atardecer y sí mucho de borrasca intermitente con rachas de viento que todo lo destruyen.

En Navidad te cogí la mano para que no tuvieras frío y luego nos sentamos en un banco del parque a comer castañas que a ti no te gustaban, pero hacías como que sí para que yo estuviera feliz y tú algo menos triste y al final del día los dos estábamos casi igual de contentos y el sabor amargo se borró cuando me dijiste: "No me gustan las castañas, pero si a ti te gustan, a mí también, porque en Navidad, añadiste, todo es posible".