Opinión | EL TRIÁNGULO

¿Qué haremos el viernes?

Las retransmisiones nocturnas diarias de las concentraciones, manifestaciones y algaradas, porque de todo ha habido, frente a las sedes del PSOE recuerdan mucho a las noches de contenedores quemados en Barcelona que vivimos pegados al televisor

Pedro Sánchez, con militantes del PSOE en Ferraz

Pedro Sánchez, con militantes del PSOE en Ferraz

Una dependienta en una tienda de ropa al oír las dos a la vez en la radio que la investidura finalmente iba a ser el miércoles y jueves de esta semana, se vuelve para decirme los nervios que le produce la noticia, se le estaba cerrando el estómago en ese momento. Con un gesto de verdadera preocupación me pregunta ¿qué haremos el viernes? Ir a trabajar como todos los días, eso haremos.

Por lo que de verdad estaba realmente asustada la señora no era por el lawfare, la desigualdad en el traspaso de competencias, ni siquiera por la posibilidad de un referéndum de autodeterminación. Vivimos en ese territorio llamado la franja oriental de la provincia de Huesca, donde se alojaron decenas de efectivos de la policía nacional y guardia civil para asegurar la aplicación del 155, donde los trabajadores de uno y otro territorio comparten oficinas, hospitales o empresas en un clima que se volvió irrespirable que se extendió a las familias con miembros a un lado y al otro de la linde administrativa.

Y a esa situación no queremos volver, la imagen de Puigdemont le recuerda a la huida justo antes de que todo se desencadenara, por eso son tan desafortunadas las declaraciones del vicesecretario del Partido Popular que luego matizó, sobre la salida obligada de Pedro Sánchez en un maletero. Y también porque parece más un deseo propio de El Padrino que, de una democracia parlamentaria, no nos vamos a engañar.

A lo que de verdad tenía miedo, más allá de las preferencias electorales de cada una, era a una confrontación civil, a que la tensión siga subiendo esta semana de una manera incontrolada, yo diría alentada y llegue un momento de no retorno.

Las retransmisiones nocturnas diarias de las concentraciones, manifestaciones y algaradas, porque de todo ha habido, frente a las sedes del PSOE recuerdan mucho a las noches de contenedores quemados en Barcelona que vivimos pegados al televisor. Así que estaría bien separar discrepancias, las de los partidos, las organizaciones judiciales, los colegios de notarios, abogados o agentes de la propiedad, aquellas que tiene su cauce institucional para mostrar su discrepancia a la amnistía y al pacto que más escuece, el de Junts. Y para los que tenemos todo el despliegue constitucional preparado si se quiere, incluso si hay que buscar motivos penales como intenta Vox ante el Tribunal Supremo para parar la investidura. Pero de otro lado, resultaría responsable no encender los ánimos de una ciudadanía que más allá de manifestarse cuando le dé la gana quiere vivir en paz. Sin aspavientos la convivencia rueda más fina si no se quiere romper, claro.