Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

El estreno del PP en la ‘cámara de resistencia’

La mayoría absoluta de Feijóo en el Senado es una de sus bazas para desgastar al PSOE y piensa utilizarla de manera intensa y extensa siempre que tenga ocasión, como este jueves con el Pleno de la amnistía

Alberto Núñez Feijóo, en una comparencia reciente.

Alberto Núñez Feijóo, en una comparencia reciente. / EFE

Los populares no tienen un augurio unánime sobre si habrá o no gobierno progresista, aunque públicamente dan por sentado en distintos formatos y tonos que Pedro Sánchez va a entregar España a los independentistas con tal de mantenerse en el poder. Su líder, Alberto Núñez Feijóo, es el más consciente de que tiene un partido en estos momentos preparado y diseñado para hacer campaña electoral y no oposición "dura", por lo que ya ha dejado caer que habrá cambios. Los habrá, matiza, en caso de que se confirme que el jefe de los socialistas cierra una negociación y saca adelante una investidura antes del 27 de noviembre, la fecha tope para lograrlo.

Feijóo ha tomado más decisiones en este sentido y algunas empiezan a hacerse notar. Su mayoría absoluta en el Senado es una de sus bazas para desgastar al PSOE y piensa utilizarla de manera intensa y extensa siempre que tenga ocasión. De hecho, este jueves ha comenzado el ensayo con el desfile de sus presidentes autonómicos clamando contra los potenciales efectos de una amnistía en la Cámara Alta. El PP ha logrado atraer al presidente catalán al debate, Pere Aragonès, con lo que se han garantizado grandes espacios mediáticos de cobertura y foco. Han logrado su objetivo, mientras los senadores socialistas -los barones se han negado a acudir- les reprochaban que traten de "boicotear" la investidura que persiguen.  

Ha sido un primer paso de conversión del Senado en "cámara de resistencia popular", como ya avanzó en este diario que sucedería la periodista Paloma Esteban. Como también Esteban adelantó, Feijóo ha ido encargando informes a sus principales colaboradores para que esto fuera posible. En este contexto, el veteranísimo Javier Arenas, designado portavoz de manera temporal hasta que las estructuras sean las definitivas, ha sido el elegido para explorar todas las fórmulas al alcance del PP para erosionar ahora al Gobierno en funciones y, después, al nuevo Gobierno de Sánchez, si llega a su meta. 

El encargo que ha recibido Arenas es el de exprimir su experiencia en apretar al adversario aprovechando la ventaja de atesorar una mayoría absoluta en el Senado. El anhelo es tener "encerrados" allí al presidente, sus ministros y sus dos barones autonómicos con continuos llamamientos institucionales. El llevar por el momento la portavocía de esta Cámara sirve al dirigente andaluz, además, para sentarse los lunes en el comité de dirección de Génova (gesto explícito de confianza por parte de su jefe) y dar cuenta de lo que tiene en la cabeza para ayudar a un partido que se preparaba desde hace meses para gobernar, que no para hacer oposición, confiando quizás en exceso en las urnas y la aritmética.  

En todo caso, Arenas no es el único que susurra al oído de Feijóo en torno a las posibilidades que le ofrece el Senado: el presidente, Pedro Rollán, cuya posición institucional le compromete pero que según parece mantiene interlocución constante con su jefe, y Javier Maroto, vicepresidente primero en la Mesa, y que también asesora y da opinión al líder gallego (ya compartió escaño durante meses como portavoz con Feijóo).

El plan popular ha empezado a desplegarse en la Cámara Alta, como queda claro en las crónicas de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA sobre lo acontecido en las últimas horas en la Comisión General de las Comunidades Autónomas. La segunda parte, con renovación de estructura y nombramientos, está en manos de Feijóo pero también de Sánchez, puesto que se llevará a cabo en caso de investidura y descarte de repetición electoral...

Está por verse el desenlace. Por el momento, los socialistas se han quejado de la trampa que les ha tendido el PP en el Senado, pero han respirado aliviados al escuchar allí a Aragonès defender la amnistía y el referéndum, sí, pero pactado. O lo que es lo mismo: una forma de renunciar a la unilateralidad más digerible para la parroquia política de los republicanos. Pero queda llegar a un pacto sobre la letra pequeña de la ley que servirá para amnistiar el 1-O y, seguramente lo más difícil, convencer a Carles Puigdemont de emprender la misma senda.