Opinión | MUJERES

Nos toca

Una aplicación para repartir tareas no basta, hace falta más compromiso y responsabilidad

Las tareas del hogar son una labor no reconocida ni remunerada que, en la mayor parte de las ocasiones, recae sobre las mujeres.

Las tareas del hogar son una labor no reconocida ni remunerada que, en la mayor parte de las ocasiones, recae sobre las mujeres. / FREEPIK

El Ministerio de Igualdad ha puesto en circulación una aplicación para repartir las tareas del hogar de manera equitativa. Se llama "MeToca" y es bastante rudimentaria. Se descarga en un instante y a quien la haya diseñado le importan un bledo las teorías de la gamificación y su eficacia para motivar y acompañar el aprendizaje.

"MeToca" no es muy sofisticada, funciona como una máquina de fichar, cada tarea doméstica completada se anota y queda registrado el tiempo que cada uno le dedica. Se puede usar en pareja y es apta para grupos poliamorosos. Hay que registrarse e ir anotando tareas, a medida que se realizan la aplicación irá sumando minutos. No hay ganadores ni premios, lo que no resulta muy motivador. El juego, por llamarlo de alguna manera, consiste en mantener los tiempos equilibrados. Y el esfuerzo, que cada uno fija previamente. Que nadie se pase y que nadie se quede corto. Esa es la gracia.

Las tareas vienen de serie y el catálogo, ordenado alfabéticamente, es extenso: de la "a" de "Acompañamiento y enseñanza" a la "t" de "Tareas administrativas". Unas son muy específicas: la plancha, la compra de comida, el lavado de la vajilla y la colada, el paseo de mascotas; otras más generales: tareas administrativas, planificación de actividades o mantenimiento variado, lo que puede facilitar el escaqueo.

Pretender que cada vez que alguien friegue los platos o pase la aspiradora o vaya a recoger a los niños al colegio o a visitar a los abuelos lo anote diligentemente en la app es esperar mucho de unos ciudadanos que, en pareja o en solitario, van por la vida corre que te corre, más si hay hijos o personas mayores de las que cuidar de por medio.

Si cada vez que hacen algo tienen que anotarlo y verificar las anotaciones ajenas, es probable que se les venga a la cabeza aquello de que se acaba antes haciéndolo que mandándolo, y desistan en el uso de la app corresponable.

Para lo que sí sirve "MeToca", un nombre que tratándose de una aplicación del Ministerio de Igualdad induce a la confusión y a cierta guasa, es como excusa para reflexionar de una cuestión muy seria, que es la del injusto reparto de las cargas familiares y los cuidados, que merman las posibilidades de las mujeres de prosperar en terrenos como el laboral y de competir en igualdad de condiciones con sus compañeros.

No es un asunto fácil de resolver y no porque los hombres se nieguen a realizar ciertas tareas. A estas alturas no suele ser así. Pero es que no es solo cuestión de tiempo, que también y mucho, sino de responsabilidad y dedicación.

El 92% de las personas que han reducido su jornada y trabajan a tiempo parcial para cuidar de familiares dependientes son mujeres, según la Fundación Adecco.

Las mujeres dedican más del doble de horas diarias a las labores del hogar y al cuidado de la familia, según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). El 95% de las mujeres se implica totalmente en las tareas domésticas, mientras que solo la mitad de los hombres sienten esa responsabilidad, si se atiende a los datos recogidos en la "Encuesta de Características Esenciales de la Población y Viviendas" del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las mujeres se sienten más comprometidas con sus hogares y sus familias, más responsables, y precisamente ahí está el quid de la cuestión. Eso suele facilitarles la vida a los hombres, que sienten que si cumplimentan la mitad de las tareas pueden despreocuparse. Mientras, la mujer continúa planificando, atenta a que se necesita aquí y allá, respondiendo los mails del colegio, preocupándose si los niños no comen o están más taciturnos.

Toda esa carga mental es incalculable.

Sumar tareas, el tiempo que cada uno dedica a la casa y a sus miembros, no servirá de mucho mientras no cambie el modelo de relacionarse en pareja y sobre todo en familia. Y exige comprometerse con el proyecto en común en el que una pareja se han involucrado y del que depende el resto del núcleo familiar, los niños y los mayores a su cuidado.

No es que le toque a uno o a otro, es que nos toca a todos.