Opinión | VERDIALES

Hechos y opiniones

Los hechos se enmarcan en la siempre vidriosa objetividad y las opiniones son subjetivas, pertenecen o son relativas al modo de pensar o de sentir del sujeto

Una vecina de Náquera (Valencia) cuelga en su balcón la bandera LGTBI

Una vecina de Náquera (Valencia) cuelga en su balcón la bandera LGTBI / Biel Aliño

Hay una diferencia fundamental entre los hechos y las opiniones. Para ponerla de manifiesto, me apoyaré en el Diccionario de la RAE. Según este, un hecho es, en su quinta acepción, una “cosa que sucede”, mientras que una opinión es un “juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo o de alguien”.

Es decir, que los hechos se enmarcan en la siempre vidriosa objetividad, ya que han ocurrido, y las opiniones son subjetivas, pertenecen o son relativas al modo de pensar o de sentir del sujeto.

Unos son acontecimientos, sucesos, acciones, y una buena ristra de sinónimos, pues anda que no pasan cosas, y más últimamente. Las otras son pensamientos, sentimientos, juicios, pareceres. Unos pueden demostrarse. Las otras sólo discutirse.

Pondré un par de ejemplos. Cuando Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y su candidato a las elecciones generales que se celebrarán en España el próximo 23 de julio, asegura que en España, y cito textualmente, “es más fácil cambiarse de sexo que sacarse el carné de conducir”, está manifestando una opinión.

Sin entrar a valorar la categoría de la misma (de falsaria y disparatada a maledicente, ya que estoy), desde la aprobación, a mediados de febrero, de la ley trans, en nuestro país no ha sucedido ni una sola cosa que convierta ese parecer en un hecho.

Desconozco si existe un ranking de suspensos en autoescuelas (para destensar, ya que la cosa se pondrá todavía más seria en los párrafos siguientes, recomiendo No me gusta conducir, la serie de Borja Cobeaga protagonizada por Juan Diego Botto y Leonor Watling) o si algún compatriota ha entrado en el Libro Guinness de los récords por sus cates al volante, pero en España el cambio de sexo está regulado legalmente, lo que confiere unos derechos fundamentales a personas que hasta ahora no los tenían.

También en el marco subjetivo de las opiniones se inscriben las declaraciones del líder de la ultraderecha Santiago Abascal en un programa de televisión en el que rehusó hablar de género al considerar que “es un concepto ideológico”. Volviendo al Diccionario de la RAE, género es, en su tercera acepción, el “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. E ideología el “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político”, o lo que Abascal manifiesta en cada entrevista que concede.

Voy con los hechos. Un hecho es que el número de mujeres víctimas de violencia machista en España ascendió a 45.154 en el primer trimestre de 2023, un 11,54% más que en el mismo periodo de hace un año. Un hecho es que la cifra de mujeres asesinadas por violencia de género en nuestro país asciende a 1.202 desde 2003, 18 de ellas en lo que llevamos de año.

Un hecho es que el 29% de la población LGTBI española ha sufrido acoso debido a su orientación sexual, y el 8,6% ha sido víctima de agresiones físicas o sexuales. Un hecho es que 2022 fue el año más violento de la última década para ese colectivo, registrando un 70% de agresiones (sólo el 20% se denuncia; el resto se calla por vergüenza o miedo) más respecto a años anteriores.

Un hecho es que el acuerdo entre PP y VOX en el Ayuntamiento de la localidad de Náquera (Valencia) incluye que el equipo de Gobierno local, “según el cumplimiento de la ley de banderas”, no colocará la del colectivo LGTBI “en balcones y fachadas de instalaciones municipales", y sustituirá las concentraciones de No a la violencia machista por No a la violencia o Condenamos toda violencia. Un hecho es que esos dos partidos hablan de impulsar medidas para erradicar "la violencia intrafamiliar” en su pacto para gobernar la Comunidad Valenciana.

Un hecho es que más de treinta familias formadas por dos madres en la provincia italiana de Padua recibieron la semana pasada una notificación del juzgado en la que se les comunica que la Fiscalía ha solicitado que se modifiquen las partidas de nacimiento de sus hijos para que se elimine la referencia de la madre no biológica como segundo progenitor.

Y, en un sentido inverso al camino que recorre la literatura, al menos la mía, acabo estas líneas yendo de lo general a lo particular, de lo público a lo íntimo y más privado. Un hecho es que cuando concedí la primera entrevista con motivo de la publicación de mi nuevo libro, Una homosexualidad propia (Destino), hubo comentarios de lamento en Twitter: “Con lo bien que escribías”, llegaron a decir, aludiendo a que, al parecer, mi condición de lesbiana influirá, a partir de ahora, en la calidad de mi escritura y, sobre todo, en las críticas y los juicios (opiniones) que reciba.

Algo parecido a lo que hace unos días le pasó (otro hecho), en esa misma red social, a la cantaora María Peláe. “Tu voz es maravillosa, tu música es renovada y hermosa, y tu interpretación es de gran nivel... Pero me choca tu homosexualidad”, le dijo un tuitero. Y la Peláe, puro arte, respondió: “Si te choca lo último, me parece que no entendiste nada de lo anterior. Qué choque que te choque, qué más te dará con quien yo me choque”. Pero les da, claro que les da. ¿Qué les habremos hecho? Y esto último es, sí, una opinión.