Opinión | POLÍTICA

'Sálvame' se acabó, pero tranquilos que llega Vox

El personal que nos ofrece la extrema derecha cada semana no tiene desperdicio televisivo: a todos hay que practicarles una urgente cirugía para extirpar de sus redes las barbaridades que escribieron

Marta Fernández, diputada de Vox y nueva presidenta de las Cortes de Aragón.

Marta Fernández, diputada de Vox y nueva presidenta de las Cortes de Aragón. / JAIME GALINDO

Apasionados andamos con la teleserie extraordinaria de las elecciones anticipadas por sorpresa al 23 de julio, mientras la Presidencia española de la Unión Europea llama a nuestra puerta. “No es un semestre cualquiera, el de julio a diciembre -ha escrito el democristiano Duran Lleida- porque el período sueco que termina lo ha lastrado su relevo gubernamental y, además, porque hay elecciones europeas en mayo del 24”.

Para relevo de gobernantes el que planea sobre España: el semestre europeo lo empezará presidiendo Pedro Sánchez el próximo sábado y puede que no lo termine él, sino Alberto Núñez Feijóo. Y hasta dentro de trece años y medio no nos corresponderá de nuevo; o sea, 27 semestres, porque esa presidencia es rotatoria entre los estados miembros. Momento ahora muy importante con tantas cumbres preparadas con acuerdos relevantes, bien trabajados, que pueden hacer avanzar la cohesión y la eficacia de la Unión Europea. Léase, la cumbre con América Latina ya en julio, la de la Despoblación, o la de Economía Social, entre otras. 

Pero cualquiera atiende a esos acontecimientos: el personal anda distraído con los personajes que el partido Vox aporta a la teleserie política nacional. Donde estaba 'Sálvame', que basó su gloria televisiva en descubrir personal estrafalario, Vox ocupa el espacio, con un fondo de armario inagotable. Que si el catedrático condenado por maltrato a su mujer en Valencia; que si el vicepresidente torero que dudaba en redes entre llamar a su nuevo caballo “Caudillo” o “Duce” (el hombre estaba entre Franco y Mussolini); que si el presidente del parlamento balear, con aspecto de hippy, xenófobo confeso, que atribuía “la beligerancia de las mujeres a que no tienen pene”; o la presidenta de las Cortes de Aragón conocida por declarar que “Irene Montero se arrodillaba para medrar” y otras lindezas, además de negar todos ellos el cambio climático y la violencia de género.

Créanme: en la televisión siempre se admiró la genialidad en los castings de Jesús Hermida y Valerio Lazarov. Los dos mejores seleccionando personajes. Pero solo porque entonces Santiago Abascal era un niño. El personal que nos ofrece Vox cada semana no tiene desperdicio televisivo. A todos hay que practicarles una urgente cirugía para extirpar de sus redes las barbaridades que escribieron, pero aun así, dan para llenar programaciones enteras. Y lo que falta por llegar. La expectación genera audiencia. Normal que en el Partido Popular anden inquietos y que algunos dirigentes como María Guardiola en Extremadura, o Fernando López Miras en la Región de Murcia, no se entreguen a pactos de los que arrepentirse política y estéticamente. Atentos al devenir de Guardiola porque la extrema derecha mediática y algunos correligionarios ya la están presionando. “Demasiado independiente y mucho ruido mediático”, argumentan contra ella. “No sé lo que quiere hacer, si le vale todo menos Vox ”, dispara Esperanza Aguirre,

Entretanto, la economía española crece, sobre todo por las exportaciones y las inversiones que llegan, pero “crece cuatro veces más que la media europea”, dice la vicepresidenta Nadia Calviño. Es difícil encontrar una plaza de hotel y billetes en trenes o aviones. Hay desigualdad, sin duda, y debe combatirse. “Por eso se subió el salario mínimo, y las pensiones; y se reformó el sistema de contratación para combatir la precariedad”, se desgañitan Sánchez, Calviño, Escrivá y Yolanda Díaz. Pero el personal atiende poco, y menos a Europa, porque las conversaciones y las riadas de memes se realimentan cada vez que Vox lanza otro personaje. Nuevos capítulos de teleserie próximamente.