Opinión | OPINIÓN

Agitar el avispero o poner orden

Archivo - Trabajadores, trabajador, trabajo, Seguridad Social, Oficina de empleo, funcionario,  funcionarios, empleo, empleos, oficinas, empresa, empresas

Archivo - Trabajadores, trabajador, trabajo, Seguridad Social, Oficina de empleo, funcionario, funcionarios, empleo, empleos, oficinas, empresa, empresas / EUROPA PRESS - Archivo

 Esta semana volvemos a tener buenos datos económicos con la bajada del paro, que se ha reducido en un millón de personas en los últimos dos años. En esta legislatura, que ha enfrentado varias crisis, el Gobierno ha logrado demostrar, con las medidas puestas en marcha, que se puede hacer frente a las crisis sin que estas se salden con la destrucción de puestos de trabajo que había caracterizado siempre a nuestra economía. Probablemente, las medidas laborales sean lo más significativo de esta legislatura, que empezó con graves problemas de temporalidad en el empleo y paro juvenil y terminará habiendo subido el SMI e invirtiendo ambas tendencias para mejorar la empleabilidad y la estabilidad.

Más allá de las cifras de empleo, las cifras económicas también van superando cada semana el pronóstico de apocalipsis que anuncia la derecha una y otra vez, pero que nunca llega. La aprobación constante de decretos y ayudas, que nos tienen en vilo cada semana a ver si nos van a subir la gasolina o bajar el metro, subir la carne o bajar el aceite, van logrando que la economía aguante y que, inmersos en la incertidumbre, cada semana haya que celebrar un titular. Hoy sube la gasolina pero celebramos que baja el transporte público, el aceite, el pan y la leche, mañana ya se verá.

Si hay una cosa que han demostrado todas estas ayudas y recetas económicas es que es mucho más fácil aplicar las medidas a toda la ciudadanía por igual, que andar diseccionando qué parte de la población debe demostrar que cumple ciertas condiciones para acceder a una ayuda. Es mucho más eficaz la implantación universal, que luego se corrige con los impuestos en la renta, que poner medidas con miles de barreras burocráticas que nunca llegan. Las medidas para todos, llegan (el IMV todavía no). Por eso llegamos al final de la legislatura con unas cifras económicas positivas en las circunstancias que estamos y buenas cifras de empleo.

Pero iniciamos la recta final de la legislatura y toca revisar lo que queda por hacer. Y hay dos temas que durante esta legislatura no han mejorado, sino que han empeorado y no se está haciendo suficiente para acometerlos. Se trata de la situación de la infancia y de la salud mental.

España sigue siendo uno de los países de nuestro entorno con mayores cifras de pobreza infantil. Como señala la Plataforma de Organizaciones de Infancia en su informe “La situación de la infancia en España en 2022”, la pobreza infantil, lejos de disminuir, ha aumentado en los últimos 5 años. Uno de cada tres niños y niñas en España es pobre. Tenemos una de las cifras más bajas de natalidad y es que el riesgo de empobrecer a la hora de tener hijos es notorio. Nuestro país no invierte suficiente en políticas de infancia, no hay ayudas universales a las familias con hijos, ni facilidades para la conciliación, ni servicios públicos suficientes para cubrir las necesidades de estas familias. Si con el resto de las medidas económicas hemos aprendido que las políticas universales son las más eficaces, ¿por qué seguimos sin aplicar políticas universales de ayuda a la crianza siendo que es uno de los principales problemas que tenemos como país? ¿Para cuándo las ayudas universales a la crianza, el comedor universal gratuito o las gafas y el dentista para los niños y niñas en la sanidad pública?

El otro gran tema que queda por abordar esta legislatura es el de la salud mental. La salud mental no ha venido con la pandemia, ya estaba de antes, pero la pandemia ha contribuido a incrementar los problemas y la salud mental ha entrado en el debate público con fuerza. Pero hablar de ello sin abordarlo con presupuestos no sirve. Una política que se queda en lo declarativo sin llegar a lo presupuestario es un discurso, no una solución. El año pasado la cifra de suicidios ha vuelto a aumentar superando ya los 4.000 anuales. Y los problemas de ansiedad, depresión, trastornos de conducta y trastornos alimentarios en niñas, niños y adolescentes han subido 4 puntos como indica el estudio de Save the Children “Crecer Saludable(mente)”. Los suicidios de menores de 15 años han aumentado un 57%.

Queda un último año de legislatura y quedan muchos meses de ruido electoral, hiperventilación y polémicas mediáticas. Pero la política sigue siendo la mejor herramienta que tenemos para abordar los problemas cotidianos y, en el arco parlamentario, las distintas fuerzas tendrán que elegir entre agitar la polarización y el odio, anunciar el apocalipsis y alejarse de la ciudadanía, o fortalecer el empleo y las pensiones, bajar el pan y la luz, y ayudar a las familias para poder criar a los hijos con seguridad y perspectivas de futuro. Agitar el avispero o poner orden.