Opinión | PANDEMIA

China, lejos de ser un modelo

La precipitada conclusión al principio de la pandemia de que un régimen autoritario tenía más fácil reaccionar de forma sostenida y eficaz se ha desmoronado

Archivo - Trabajadores sanitarios de China en la localidad de Fuyang durante la pandemia de coronavirus

Archivo - Trabajadores sanitarios de China en la localidad de Fuyang durante la pandemia de coronavirus / Sheldon Cooper/SOPA Images via Z / DPA - Archivo

La explosión de casos de covid-19 que registra China después de cancelar de golpe la estrategia de confinamientos masivos para garantizar un imposible covid cero ha puesto en evidencia los errores cometidos por el Gobierno en la gestión de la pandemia, la menor eficacia de las dos vacunas desarrolladas por científicos chinos en comparación con las producidas en Occidente y la vulnerabilidad de una población con porcentajes de vacunación bajos. Aunque no haya consenso al respecto entre la comunidad científica, la multiplicación de contagios podría aumentar la posibilidad de la aparición de nuevas mutaciones del virus con capacidad de expandirse en el resto del planeta, pero no necesariamente, ni mucho menos, más virulentas.

Frente a la decisión adoptada en la mayoría de países de combinar el confinamiento inicial con campañas masivas de vacunación hasta alcanzar una razonable inmunidad de grupo, que ha permitido restablecer pautas de comportamiento muy próximas a las anteriores a la pandemia de forma paulatina, y con pasos adelante y atrás cuando ha sido oportuno, las autoridades chinas decidieron seguir un camino diferente que la situación actual demuestra que fue del todo equivocado, sobre todo al pasar de golpe de la estrategia covid cero al levantamiento súbito de la gran mayoría de restricciones.

La decisión adoptada ayer por el Comité de Seguridad Sanitaria de la UE de mantener una "vigilancia activa" por si crecen los riesgos responde a la inseguridad propia de un episodio del que el Gobierno chino suministra datos poco fiables de número de contagios, fallecimientos y nuevas medidas concretas de control, como ya sucedió al principio de la pandemia. Los controles extraordinarios sobre viajeros procedentes de China, adoptados por Estados Unidos, la India, Japón e Italia, entre otros estados, responden a la incertidumbre del momento: imágenes en la televisión de hospitales saturados y cifras irrisorias de contagios y de muertes proporcionadas por Pekín.

Su fórmula anticovid se ha revelado muy débil y ahora conviene extremar la prudencia de puertas afuera

La precipitada conclusión al principio de la pandemia de que un régimen autoritario tenía más fácil luchar contra ella de una manera sostenida y eficaz, y de que la disciplina demostrada por una sociedad bajo un estricto control social en régimen de partido único era un ejemplo a envidiar ha quedado desmentida por la triste realidad del presente. Lo que ha quedado demostrado, en cambio, es que los regímenes democráticos y con transparencia informativa tienen una capacidad mucho mayor de detectar errores a tiempo, corregirlos sobre la marcha, rectificar y cambiar de orientación. Una autocracia como la china tiene, por el contrario, enormes dificultades para ejercitarse en la autocrítica o lo hace a destiempo. Y esa disciplina social tiene límites: ha acabado por actuar obligada por una opinión pública que, como es el caso, agotó su paciencia con el resultado inmediato de un agravamiento de la situación. 

Así es como la fórmula china para combatir la enfermedad se ha revelado muy débil e inadecuada y ahora conviene extremar la prudencia de puertas afuera, inevitablemente mediante la ampliación de los sistemas de control de los viajeros procedentes de China, y de puertas adentro, extendiendo la administración de la cuarta dosis de refuerzo, que en España han recibido poco más del 50% de los mayores de 60 años. Cuantas más barreras se pongan a las cadenas de contagio con origen en China, menor será la posibilidad de que aumenten los riesgos.