LOS OTROS MUNDIALISTAS (I). URUGUAY 1930.

Lucien Laurent, el obrero de Peugeot que marcó el primer gol de un Mundial

El delantero francés, obrero en una fábrica de Peugeot, anotó en 1930 el primer gol de la historia de los Mundiales de fútbol, pero no obtuvo reconocimiento alguno hasta 60 años después 

Lucien Laurent, segundo desde la izquierda en la fila de abajo, primer goleador de la historia de los Mundiales.

Lucien Laurent, segundo desde la izquierda en la fila de abajo, primer goleador de la historia de los Mundiales.

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

Fue el autor del que algunos han llamado ‘gol eterno’, pero durante más de medio siglo, Lucien Laurent (10 de diciembre de 1907, Saint-Maur-des-Fossés, Francia) fue un perfecto desconocido para los aficionados. Poco o nada se había reparado en su figura hasta 1990, cuando la FIFA lo rescató del olvido invitándolo a una fiesta para celebrar la organización del Mundial de Italia. Allí trascendió que este menudo futbolista francés de ojos azules y 1,62 de estatura había sido el autor del primer gol de la historia de los mundiales de fútbol. El veterano exfutbolista recibió en aquel acto el aplauso y el afecto de estrellas como Pelé, Beckenbauer, Platini y Bobby Charlton, y con ello su nombre adquirió el reconocimiento y el protagonismo del mundo del fútbol.

Su carrera futbolística había comenzado en 1921, con solo 14 años, en el Cercle Athletic de París. Después jugaría en otros equipos, como Sochaux, Racing Besançon y Stade Rennais. Cuando Raoul Caudron, seleccionador francés, se fijó en él para llevarlo al primer Mundial, que se iba a celebrar en Uruguay en 1930, la preocupación de Laurent, trabajador de una fábrica de Peugeot, fue garantizarse una paga compensatoria por perder durante un tiempo su salario allí, y asegurar su contrato a la vuelta. Muchos jugadores franceses tuvieron que renunciar a la convocatoria porque no obtuvieron el permiso de sus patronos. Él sí lo recibió.

15 DÍAS EN BARCO

La selección francesa se subió al barco ‘Conte Verde’ el 21 de junio de 1930 en el puerto de Villefranche-sur-Mer rumbo a Uruguay. En la misma embarcación viajaban otras dos selecciones europeas, Bélgica y Rumanía, e iba el presidente de la FIFA, Jules Rimet. Fueron 15 días de travesía.

Balón usado en el primer Mundial, en Uruguay 1930.

Balón usado en el primer Mundial, en Uruguay 1930. /

Finalmente, el 13 de julio de aquel año, en el estadio Los Pocitos, -la ya desaparecida cancha del Peñarol en Montevideo-, en uno de los dos partidos inaugurales (a la misma hora, cuatro de la tarde, se celebraba también el Estados Unidos-Bélgica), se enfrentaban Francia y México. A los 19 minutos, el portero galo Thepot sacó en largo, Delfour atacó por la derecha, centró a Liberati, este pasó a Laurent, que con una fuerte volea batió al guardameta mexicano Bonfligio. Así describía el propio autor aquel histórico gol. Y habrá que confiar en su narración, porque no se conserva testimonio gráfico alguno del acontecimiento. Los jugadores franceses celebraron el tanto sin aspavientos ni abrazos. “Con un simple apretón de manos”, recordaba Laurent a los 86 años en una entrevista en The Independent. El partido concluyó 4-1 a favor de los galos.

En el siguiente encuentro, Francia cayó derrotada (0-1) por Argentina. Laurent recibió una fuerte patada y tuvo que retirarse lesionado a una banda -en aquellos tiempos no estaban permitidas las sustituciones-. Dolorido, no pudo disputar el tercer partido ante Chile, que se saldó con nueva derrota para los franceses y supuso su despedida del torneo.

A su regreso a Francia, Laurent retomó su trabajo en la fábrica de Peugeot y siguió jugando al fútbol, siendo internacional en un total de 10 ocasiones. Pero su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. Se alistó en el Ejército francés en 1939 y fue hecho prisionero por los nazis en 1942. Tras su liberación, dos años y medio después, regresó a Francia y comprobó que habían robado en su casa. Entre las pertenencias que desaparecieron se hallaba la camiseta con la que había disputado el Mundial. El futbolista continuó jugando hasta los 38 años y tras retirarse se dedicó a entrenar a varios equipos modestos.

Después del reconocimiento de la FIFA en 1990, se convirtió en una especie de tesoro nacional del fútbol francés, pero jamás perdió su talante de hombre humilde. El 12 de abril de 2005 Laurent falleció en Besançon a los 97 años. Para siempre queda ya el recuerdo, ahora sí, del autor, como lo definió el periodista Andrés Burgo, del ‘Big Bang de la alegría de los Mundiales’.