HIPÓDROMO DE LA ZARZUELA

Galopes de emoción: un domingo de apuestas, adrenalina y tensión en el Hipódromo de la Zarzuela

Este espacio ofrece una alternativa diferente de ocio en la capital en un ambiente familiar al que cada vez se unen más jóvenes aficionados a las carreras de caballos

Imagen de una carrera en el Hipódromo de la Zarzuela

Imagen de una carrera en el Hipódromo de la Zarzuela / Hipódromo de la Zarzuela

Isabel Guillén

Isabel Guillén

"Mira, ya sube", le dice un padre a su hijo, mientras agarra los prismáticos que lleva colgados al cuello. "Ha sido izada la bandera azul, los caballos quedan a la orden del juez de salida", resuena por los altavoces del hipódromo. El público, al instante, baja la voz y gira sus cabezas hacia la pista de hierba. No quieren perder detalle. Se respira un ambiente tenso. Los caballos se alinean en el poste de salida, listos para desatar su velocidad y poder. Los jockeys se colocan las monturas y esperan la señal de partida. "Tres, dos, uno". Empieza la locura. Los jinetes posicionan estratégicamente a sus caballos para adelantar a sus competidores. Aceleraciones, cambios de posición y el uso de técnicas específicas para conservar la energía y mantener la resistencia mantienen al público sin pestañear.

En cada carrera, se desencadenan una serie de emociones contradictorias, de la euforia de la victoria a la rabia de la derrota o la admiración por la habilidad de los jinetes. Así, la grada chilla y se viene arriba cuando el caballo al que han apostado adelanta en el último segundo al primero. “Vamos, vamos”, “El tres, el tres va primero” son algunos de los comentarios que intercambian cientos de personas cada domingo en el Hipódromo de la Zarzuela, el “más bonito de España y del mundo”, en boca de su directora comercial, Judith Martínez.  

La temporada de primavera ya ha comenzado. Por delante, 48 jornadas entre sesiones de día y nocturnas. Un total de 255 carreras que suponen un lazo entre los más pequeños y los mayores de la familia. Extranjeros y madrileños. Aficionados de las carreras y los que llegan por primera vez "sin saber muy bien por quién apuestan". Todos disfrutan del sol veraniego que reluce en Madrid en pleno marzo.

La emoción de las carreras

"Como en la feria", dice un grupo de jóvenes al oír cómo se va comentando la carrera. Es la primera vez que vienen al hipódromo y lo hacen por recomendación de un amigo. También es la primera en la capital española y su sensación es "como estar en el pueblo, la voz del comentarista cuando habla de las apuestas y los caballos nos recuerda al de ’La Tómbola’, es divertido".

En total, seis carreras en la pista de hierba mantuvieron a todos muy atentos el pasado domingo 17 de marzo. Todas ellas varían en función del peso, la distancia y las características de los caballos. El punto álgido llegó con el Premio Bannaby, la tercera carrera, en la que compitieron ocho caballos y yeguas sobre 2.200 metros, la más esperada y aclamada del día. De punta a punta, se impuso Cristina Buesa quien condujo al ganador, a pesar del fortísimo remate de Alexandroupolis, pero la distancia ya era insalvable. Ella es un ejemplo de la generación de jóvenes jocketas que ha empezado a imponerse en el competitivo mundo de las carreras de caballos, tradicionalmente dominado por hombres.

Un grupo de propietarios de una cuadra observa cómo ha sido la carrera en las pantallas del hipódromo

Un grupo de propietarios de una cuadra observa cómo ha sido la carrera en las pantallas del hipódromo / EPE

Tras cada carrera, los propietarios de las cuadras se adentran en el restaurante que hay junto a la pista, se mezclan entre la multitud de espectadores para seguir de cerca el desempeño de sus caballos. Con nerviosismo, analizan sus movimientos en las repeticiones que se proyectan tras la carrera. Porque para ellos, es mucho más que un simple domingo de diversión. Estos entusiastas experimentan la satisfacción de la victoria cuando ganan, suben al podio, reciben los trofeos y comparten abrazos con sus equipos y amigos. Pero también viven momentos de decepción y enfado cuando las cosas no salen según lo planeado.

De los más expertos a los que apuestan “sin conocimiento previo”

Entre carrera y carrera, los asistentes se acercan a las taquillas, repasan los participantes de la siguiente en un folleto que llevan entre sus manos y apuestan. Salen de nuevo hacia la pista e informan a sus amigos del caballo al que deben seguir con lupa, al tiempo que observan cómo va cambiando el dinero en la pantalla. A la izquierda, el número del caballo, a la derecha, el dinero que se ganará por cada euro apostado. Una cantidad que va fluctuando en función de la gente que apueste.

Los caballos salen del poste de salida en el Hipódromo de la Zarzuela

Los caballos salen del poste de salida en el Hipódromo de la Zarzuela / Hipódromo de la Zarzuela

Aquí, se intercambian estrategias de todo tipo, desde los más expertos, a los que lo hacen por pura intuición. "Es la primera vez que venimos, la verdad que estamos apostando un poco sin conocimiento previo, pero es divertido", dice un grupo de jóvenes italianos. "Ya hemos venido varias veces, lo conocimos en las apuestas que son por la noche y nos encantó. Es un rato que aprovechamos para estar al aire libre, para comer y estar en la naturaleza", comenta otro grupo de madrileños. 

El aumento de público juvenil

Las gradas rebosan de personas de todas las edades y procedencias, unidas por su amor por las carreras de caballos. Es un ambiente familiar, con muchos niños que corren de un lado a otro por la zona de césped y se entretienen en la zona infantil, repleta de hinchables. El olor a hierba fresca y a comida recién preparada flota en el aire, añadiendo un toque extra de magia al ambiente en el que se oye continuamente los pasos de los caballos, que se preparan para salir a la pista.

El aumento de afluencia de público juvenil en el Hipódromo de la Zarzuela es algo que su directora comercial también ha notado desde que adquirió este puesto. “Llevo apenas dos meses y veo que hay mucha gente joven. Viene gente de fuera también porque tienen caballos que compiten, aunque estamos intentando incentivar esa parte de turismo para que todos los que visiten Madrid sepan que tienen las puertas abiertas”, explica Judith Martínez.

Un jinete en el Hipódromo de la Zarzuela

Un jinete en el Hipódromo de la Zarzuela / Hipódromo de la Zarzuela

“Lo que más nos gusta es apostar, esa adrenalina de ver que el que has apostado va ganando” ¿Y si eso no sucede? "Justo nos ha pasado en la tercera carrera y bueno, como tampoco apostamos una gran cantidad, como mucho 10 euros, pues no pasa nada", asegura una familia. Vienen a menudo porque desde pequeños sus padres, amigos "de toda la vida", los traían a jugar mientras ellos comían y veían las carreras. Una prueba de que la tradición de pasar los domingos en el hipódromo pasa de generación en generación.

¿El fin de los prejuicios del hipódromo?

Los hipódromos han sido considerados históricamente como lugares frecuentados por personas de clases sociales más altas, debido a la percepción de que las carreras de caballos son un pasatiempo costoso o exclusivo, así como a la historia de estos espacios como lugares de encuentro para la aristocracia y la alta sociedad en el pasado.

Unos estigmas que se están disipando con el paso del tiempo, ya que el Hipódromo de la Zarzuela está trabajando para que las carreras sean accesibles y acogedoras para un público más amplio, buscando derribar los prejuicios asociados con estos lugares. "El hipódromo es una empresa pública y, por ello, para todos los públicos. Sabemos que esa imagen de exclusividad que podría estar antes relacionada con el hipódromo está cambiando y vamos a seguir trabajando para que todo el mundo sepa que aquí puede venir a disfrutar de estas jornadas", asegura Judith Martínez. Un reto que se une al de consolidar las carreras de caballos "para que sea una actividad de referencia como en otros países, como por ejemplo en Francia o en Inglaterra".

En definitiva, las jornadas de los domingos en el Hipódromo de la Zarzuela ofrecen a los espectadores la oportunidad de disfrutar de carreras de caballos, realizar apuestas y disfrutar de diversas actividades en un ambiente festivo. Para los que nunca han venido, el mensaje de Judith Martínez, directora comercial, es claro: "Les diría que aquí no hay solo carreras, pueden venir a comer y también tenemos una gran oferta de ocio infantil, con actividades de ponis e hinchables. Quien venga se encontrará con una oportunidad de disfrutar de un día en la naturaleza en Madrid".