Opinión | MADRID CON GAFAS PLURALES

Aceras de metro y medio

Increpo a quienes se paran en medio de la calle porque me molesta. Quiero aprovechar este espacio para pedir perdón

'Pinta Malasaña', atracón de arte urbano en el centro de Madrid

'Pinta Malasaña', atracón de arte urbano en el centro de Madrid / Roberto Bécares | EPE

Mis padres viven en una zona residencial de Logroño. En Madrid, a ese sitio en el que viven, se le llamaría PAU, pero cuando he incluido en una conversación con Rafa, mi padre, esa palabra, me ha mirado con extrañeza y me ha dicho: "¿Que vivimos, dónde?".

En ese barrio logroñés, en Cascajos, no nací pero sí crecí hasta que me mudé a Madrid -a Getafe, no me escondo- para estudiar la carrera. Allí los niños pueden jugar en la calle y Paqui, mi madre, puede sacar a la perra para que corra en el parque nada más salir del portal.

Pueden hacerlo porque en su distrito, el Este, tienen más de una zona verde por cada 200 habitantes. Mi yaya Josefa, que vive bajando dos pisos, y mis otros abuelos, Ernesto y Tere, que se instalaron los primeros en el barrio, una calle más abajo, pueden sentarse en cualquier banco a hablar con el resto de ancianos y tomarse unos cuantos marianitos en el bar con Pablo, que no es nuestro abuelo abuelo, pero un poco sí lo es. De niña y algo más mayor, en verano pedaleaba más de lo que caminaba. Mi hermano Samuel y su novia, Daniela, ahora que se han mudado, pueden ir a comer a casa de mis padres dando un paseo y no tragándose cuatro horas de autobús. 

Ahora vivo en Malasaña y, después de casi diez años en Madrid, he comprobado de verdad lo hostil que es esta ciudad. Esquivo contenedores, turistas y furgonetas de reparto cada día de camino al trabajo en aceras de metro y medio. También taxis y VTC si me aventuro a ir en bici. Las calles están sucias y traquetean por estos falsos adoquines de asfalto las maletas que indican que la población de esta zona cambia cada fin de semana.

Increpo a cualquiera que se quede parado en medio de la calle porque me molesta. Y quiero aprovechar este espacio para pedir perdón, porque muchos de ellos son personas que viven en esos barrios de ciudades pequeñas y tranquilas, con aceras amplias y limpias. Perdón por pensar que se vive mejor en mi barrio, que en realidad no es mi barrio, porque es modernito y tiene ambiente. Ojalá Malasaña se pareciese un poco más a Cascajos.