SALUD

Pérdida de memoria y despistes por falta de atención, ¿cuándo debo preocuparme?

Existen diferencias entre la pérdida de memoria por deterioro cognitivo y los despistes por falta de atención

Bettina Benbunan, doctora en neuropsicología, asegura que mantener hábitos saludables ayuda a “proteger nuestro cerebro”

Pérdidas de memoria y despistes por atención, ¿cuándo debo preocuparme?

Pérdidas de memoria y despistes por atención, ¿cuándo debo preocuparme? / Pexels

Cristina Andrade del Alcázar

Cristina Andrade del Alcázar

¿Cuántas veces has abierto la nevera y te has quedado pensando qué era lo que estabas buscando? ¿Y cuántas otras te has olvidado las llaves en casa, has entrado en una habitación y no sabes por qué, o incluso has olvidado el nombre de un conocido que te ha saludado por la calle? A lo largo de nuestra vida, los seres humanos experimentamos diversos lapsus de memoria que pueden hacer que nos planteemos si nuestra capacidad de almacenamiento puede estar afectada.

La doctora Bettina Benbunan, neuropsicóloga de la Clínica Nea, apunta que “para entender los diferentes tipos de fallos de memoria, debemos entender primero en qué consiste la memoria” y explica que es un proceso que consta de tres fases: la codificación, que supone la llegada y el registro de la información; el almacenamiento, que implica guardar la información una vez que ha sido registrada y la recuperación, que implica acceder a la información almacenada. Benbunan señala que las alteraciones en cualquiera de estas fases producen diferentes tipos de fallos de memoria.

Fallos de memoria

La doctora Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, explica que existen “diferentes motivos por los que una persona puede tener problemas de memoria” y que pueden deberse a diversas causas. “La mayor parte de las veces las personas con problemas de memoria acuden al médico por temor a tener Alzheimer, más que por tener problemas de otro tipo como los psiquiátricos”, afirma.

La especialista en neurología diferencia, en este punto, entre la pérdida de memoria como consecuencia del Alzheimer y aquellas a las que los especialistas llaman “benignas”. Explica que mientras que a aquellos que padecen esta enfermedad les falla “la grabadora del cerebro, y por tanto, la información entra pero no se puede grabar”, en el segundo caso, el proceso es diferente. Añade que “las personas que tienen un problema de estrés o enfermedades psiquiátricas lo que les pasa no es que les falle la grabadora sino que la ansiedad o la saturación hace que la información no llegue, y si no llega no pueden acumularla”.

Sánchez del Valle especifica que “cuando una persona está muy nerviosa, realmente la información no entra en su cerebro y cuando la va a buscar no es capaz de encontrarla. Es cuando decimos: “me he bloqueado y me he quedado en blanco”.

Por otro lado, están los despistes, que según puntualiza la neuropsicóloga Bettina Benbunan se deben a fallos en la atención o la concentración que “implican una pobre o nula entrada de la información en nuestro cerebro y por lo tanto no podemos o tenemos dificultad para acceder a ella”.  Argumenta que “cuando se produce una disminución de la concentración, también podemos tener más dificultad en recuperar la información de forma espontánea. No tiene por qué deberse a que se haya perdido”.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

Pero la pregunta más común que sugieren estos fallos de memoria es: ¿cuándo debemos preocuparnos? ¿Cómo podemos diferenciar entre una pérdida de memoria o un despiste? Bettina Benbunan señala que debemos prestar atención a cuando la información ha sido registrada y la perdemos, es decir, “no podemos acceder a ella ni siquiera con ayuda o con posterioridad”. “Aquí estaríamos hablando de una alteración de la fase de almacenamiento y una pérdida de memoria de origen neurológico y de posible etiología degenerativa”, advierte.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

¿Cuándo debemos preocuparnos? / Pexels

La neuropsicóloga de la Clínica Nea recalca que “cuando los fallos en el procesamiento de la información o la recuperación espontánea son persistentes o se agravan, y si además se ve alterada la conducta u otras funciones cognitivas, deberíamos acudir al neurólogo pues puede tratarse de un tipo de deterioro cognitivo llamado frontal porque es la región cerebral prefrontal o estructuras conectadas con la misma las que se ven afectadas”. 

Además, Benbunan precisa que cuanta más edad tenga el paciente, “más probabilidad de padecer un deterioro cognitivo de origen degenerativo”. “En personas preseniles -de 40 a 65 años- también es posible”, apostilla.

“La pérdida de memoria por Alzheimer es progresiva, persistente y frecuente”

Raquel Sánchez del Valle, neuróloga

La neuróloga Raquel Sánchez reconoce que muchas veces el paciente que acude a consulta “tiene miedo de tener Alzheimer y simplemente con decirle que no tiene Alzheimer ya se queda tranquilo”. “El motivo que recomendamos para consultar los problemas de memoria es que sean progresivos, persistentes, frecuentes y más si se asocian a otros problemas neurológicos”.

Esta enfermedad, detalla, “genera una pérdida de memoria progresiva, en la que estás peor que hace seis meses y hace seis meses peor que hace un año, persistente, no es un día sí o un día no sino que cada día tiene problemas de memoria, y frecuente, que no le pasa cada tres meses sino que es diaria y cada día tiene varias pérdidas de memoria”.

Sánchez expone que los neurólogos tratan aquellas patologías exclusivamente neurológicas y que, en el caso de detectar estrés o alguna enfermedad de tipo psiquiátrico, derivan a los pacientes a otros especialistas como pueden ser su médico de familia o un psiquiatra.

Mente activa

Bettina Benbunan asegura que mantener hábitos saludables ayuda a “proteger nuestro cerebro”. “Cuando estimulamos la memoria y otras funciones cognitivas, las neuronas establecen conexiones nuevas, y en el caso de la memoria, se ha demostrado que, en el hipocampo, las neuronas se regeneran durante toda la vida a partir de las células madre del cerebro. A este fenómeno se le llama neuroplasticidad”, expone.

En este sentido, subraya que factores como realizar actividad física, llevar una dieta equilibrada, contar con una buena rutina de sueño y evitar hábitos como el tabaquismo y el alcoholismo ayudan a ciudar nuestro cerebro.

La doctora Bettina Benbuhan pone de relieve la influencia que tienen las emociones en la memoria. “Las zonas cerebrales que rigen las emociones y los afectos en el cerebro están conectadas con las zonas involucradas con la memoria, con la región prefrontal, y con el hipocampo que forma parte del denominado sistema límbico”, aclara. Esto explica que “todo lo que nos impacta más a nivel emocional, vamos a recordarlo mejor, y si presentamos alteraciones emocionales como la depresión o la ansiedad, la atención y la capacidad de procesamiento y de recuperación de la memoria pueden verse disminuidas”, enfatiza la neuropsicóloga.

En el caso de padecer una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer, Raquel Sánchez, señala que no existe una cura y, por tanto, no es posible prevenirla. Sin embargo, coincide con la neuropsicóloga en que determinadas prácticas y hábitos pueden ayudar a disminuir el riesgo. “No quiere decir que lo evites pero puede haber cierta estabilización en el crecimiento de la progresión”, indica.

Recalca que tanto el ejercicio físico como el “estar cognitivamente activos son elementos que favorecen la estabilización de los síntomas de la enfermedad y a que la pérdida cognitiva en el paciente no sea tan rápida”. “Si hay un buen control de la presión arterial, de la diabetes, si las personas hacen ejercicio físico, un buen control del peso si se muestran activas cognitivamente, socialmente, si además no hay depresión, todo esto favorece a que disminuya el riesgo de personas que tienen algún tipo de demencia”, concluye.