INVESTIGACIÓN

El útero: lo que la industria y la ciencia abarcan sobre un órgano aún muy desconocido

De los baños vaginales a los úteros artificiales pasando por los tampones inteligentes, la matrona y escritora Leah Hazard aborda en 'El útero. La historia secreta de nuestros comienzos' todos sus porqués, luces y sombras

Las más recientes investigaciones apuntan a que el útero tiene un papel activo en la fecundación

Las más recientes investigaciones apuntan a que el útero tiene un papel activo en la fecundación / Freepik

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Una de las frases que Leah Hazard repite varias veces en su libro El útero. La historia secreta de nuestros comienzos (editorial Salamandra) es "no se ha investigado lo suficiente". Lo menciona respecto a cuestiones tan básicas de la vida de las mujeres como "la ciencia aún no comprende del todo los mecanismos del parto completo" o sobre la composición del tejido menstrual (aquello que se expulsa durante la menstruación), pero también sobre la endometriosis, una enfermedad que algunas investigaciones estiman que afecta al 2% de la población mundial.

Y a pesar de esto, la industria del bienestar -aquella que pretende atender el bienestar físico y emocional- crece, año tras año, a mayor velocidad que la economía, y su interés en los órganos sexuales y reproductivos de las mujeres es creciente. Quizás la marca más conocida sea Goop, impulsada por la actriz Gwyneth Paltrow, pero tras la suya, creada en 2008, son numerosas las marcas y gurús que, incluso acercándose a algunos lemas feministas, pretenden facilitar -previo pago- el bienestar de sus clientas. En esa industria -que Hazard, citando a la consultora McKinsey, valora en 1,5 billones de dólares, con un crecimiento anual de entre el 5 y el 10%- se mezclan productos o tratamientos de belleza con soluciones que supuestamente inciden también en la salud (ginecológica).

Leah Hazard es matrona en Escocia desde hace diez años. Escribió un libro sobre la experiencia de la paternidad, primero -The father's home birth handbook-, y unas memorias sobre su trabajo como matrona, después -Hard pushed: A midwife's story-. Quería dedicar un tercer libro a la salud reproductiva de las mujeres, pero decidió dedicarlo al útero porque nadie lo había hecho antes. "Pensé que era una injusticia con esta parte del cuerpo tan importante", explica en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por videoconferencia que atiende desde su casa. Es un libro muy amplio, que abarca muchos aspectos relacionados con este órgano con información científica (datos sacados de investigaciones y entrevistas con investigadoras) pero también pone el ojo sobre esta creciente industria en torno a la salud de las mujeres.

"Me siento como una adolescente fumando un canuto a escondidas", bromea en su libro sobre su propia experiencia con las vaporizaciones vaginales, uno de los tratamientos crecientes que mueven más dinero y, concluye, no hay evidencias reales de sus beneficios. Hazard añade que estos tratamientos se promocionan en ocasiones como experiencias premium y cómo algunos de sus críticos consideran que se trata de una práctica emblemática acerca de ese imperativo social de que las mujeres "se embarquen en un proceso constante e interminable de superación personal".

Estas aproximaciones de la industria a la salud sexual de la mujer a partir del bienestar no son exclusivas: Hazard también cita en su libro a NextGen Jane, una empresa que trabaja en desarrollar un tampón inteligente con el potencial de hacer un diagnóstico de posibles enfermedades a partir de su uso a través de una app o las propias aplicaciones sobre la menstruación que permiten, a través de la información que la usuaria incluye, ofrecer un mayor control sobre los ciclos y sus posibles irregularidades.

Hazard, que nació y creció en Estados Unidos, no tuvo una vocación temprana. De hecho, confiesa en la entrevista, ni siquiera estaba del todo familiariazada con el oficio de matrona, que no está tan extendido en su país de origen. Ella se licenció en la Universidad de Harvard en Literatura Inglesa. Su primera intención era dedicarse a la dirección teatral, así que decidió trasladarse a Escocia para estudiar un máster. Allí encontró un trabajo en la BBC -"nada glamouroso, algo detrás de las cámaras", aclara- y conoció a su marido. Después vendría su primer embarazo, que transcurrió con normalidad pero desembocó en un parto traumático que le llevó a formarse como doula -una mujer que acompaña a otras en sus procesos de maternidad-, algo que, con el tiempo -y un segundo embarazo-, desembocaría en la vuelta a la universidad para formarse como matrona, profesión que ejerce desde 2003.

En la actualidad lo sigue siendo -en el sistema sanitario público de Reino Unido-, mientras atiende sus compromisos como autora de El útero y sus otros libros.

El útero, un gran desconocido

La primera conclusión de la lectura del libro es que no hay suficiente investigación sobre este órgano. No sabemos casi nada sobre él. Hazard apunta como ejemplo sus propias búsquedas en la revista médica American Journal of Obstetrics and Gyecology (Diario Americano de Obstetricia y Ginecología): sólo obtiene 400 resultados para sangre menstrual frente a más de 15.000 para semen o esperma. Sin embargo, también incluye algunas cifras, como los costes financieros de la menstruación, que sitúa en hasta 6000 euros para las reglas de toda una vida.

Tampones inteligentes que indican cuándo se debe cambiarlos o app en el móvil que ayudan a interpretar los ciclos menstruales son algunos de los avances de una lucrativa industria en torno al útero que no deja de crecer

Tampones inteligentes que indican cuándo se debe cambiarlos o app en el móvil que ayudan a interpretar los ciclos menstruales son algunos de los avances de una lucrativa industria en torno al útero que no deja de crecer / Freepik

-Pregunta: Menciona en El útero cómo las mujeres hemos normalizado e interiorizado el dolor y cómo, la mayoría de los problemas relacionados con el útero que podamos sufrir los vivimos en silencio y en un cierto desconocimiento de nuestro propio cuerpo. ¿Cree que esto ha empezado a cambiar?

Sí, creo que está cambiando. Creo que las mujeres y las personas con úteros están mejorando en hablar de nuestras preocupaciones y contribuir a que estos asuntos entren en el debate público. Especialmente entre la generación más joven, gracias a las redes sociales, se siente más cómoda compartiendo información acerca de menstruaciones dolorosas, embarazos, sexo y contracepción. Es genial. En Reino Unido hay campañas promovidas por las autoridades sanitarias para visibilizar que el dolor durante la menstruación no es normal y que se puede pedir ayuda. El problema es que demasiado a menudo hemos ido a buscar ayuda y nos encontramos con que se nos malinterpreta y se normaliza el dolor. Todas las mujeres tenemos que enfrentarnos a que se nos diga que es que estás ansiosa, o es que estás deprimida o se le quite importancia al dolor que estás sintiendo. Pero estamos mejorando. Otro asunto es la tardanza en las citas ginecológicas. No sé en España, pero en Reino Unido, a causa de la pandemia, las listas de espera para acudir a un especialista ginecológico han aumentado mucho. Incluso para mí, que tengo toda la información, que he escrito un libro sobre esto, no consigo la atención sanitaria que necesito.

-P: Apunta en el libro es que los estudios más recientes apuntan a que el útero es un órgano inteligente, que se comunica con el cerebro durante toda la vida de la mujer, y que además desempeña un papel activo en la concepción, pudiendo almacenar espermatozoides mucho más tiempo del que se pensaba, seleccinando los mejores e impulsándolos hacia los óvulos. ¿Por qué este tipo de informaciones no abren los informativos?

Realmente no lo sé. Supongo que, por un lado, es porque hasta hace poco no ha habido mucha investigación sobre lo que hace el útero cuando no está conteniendo un bebé. No se ha investigado mucho qué hace el útero el resto del tiempo. Además, creo que otra razón de que no abra informativos o esté en la primera página de los periódicos es por esta idea de que el único elemento activo en el sexo y la concepción es el hombre. Esta idea encaja perfectamente, además, con esas viejas ideas machistas sobre el papel del hombre y el de la mujer: que el óvulo sólo está ahí esperando pasivamente a que algo ocurra. Encaja con la idea del macho como el elemento fuerte, activo, y la mujer, lo femenino, esperando ahí pasivamente. Ha tomado un tiempo desafiar estas ideas tan bien establecidas a lo largo de la historia.

-P: Uno de los hallazgos sorprendentes que menciona en el libro tienen que ver con la sangre menstrual, siempre considerada como algo que deshechar y que, sin embargo, recientemente se ha conocido que el 36% del tejido menstrual es sangre, y el 64% restante está compuesto de células endometriales, moco, bacterias nativas y secreciones vaginales. ¿Cuál fue el descubrimiento más importante para usted, como matrona, mientras investigaba para este libro?

Sí, una de las dos cosas que más me impactaron fue conocer que la sangre menstrual no es basura, sino que tiene una huela bioquímica única que podemos usar incluso para diagnosticar enfermedades como la endometriosis de manera más ágil -ahora se tarda de media siete años en que se diagnostique correctamente-, más sencilla y sin dolor, sin necesidad de intervención instrumental. Siempre se nos ha dicho que la sangre menstrual es algo sucio, algo que esconder, de lo que avergonzarse y de lo que hay que deshacerse de manera invisible cada mes, y sin embargo, podría ser la clave de nuestra salud individual. Además, diría que otro pasaje que me sacudió de alguna manera fue la esterilización forzosa. Todo el capítulo acerca de la violencia reproductiva y el control de una parte de la población sobre otra es horrible. Yo crecí en Estados Unidos y nunca conocí nada de la esterilización compulsiva y el control coercitivo sobre la reproducción sobre mujeres inmigrantes, no blancas, población carcelaria, etc. Y cuando empecé a investigar sobre otros ejemplos en otras partes del mundo vi que es un patrón masivo, que demasiados gobiernos usan la violencia reproductiva como una forma de opresión sobre determinadas poblaciones. Esto me afectó especialmente.

Copa menstrual.

Copa menstrual. / EPE

La endometriosis como ejemplo

De las muchas enfermedades que se generan en torno al útero, una de las que dedica especial atención en su libro Leah Hazard es la endometriosis. Se trata de una enfermedad de la que se desconoce su origen, causada porque el tejido endometrial, que el útero fabrica para alojar al posible embrión en el caso de embarazo, sale del útero y se adhiere a otros órganos. Aunque se puede dar en diferentes niveles, es dolorosa y limitante para quien la sufre -se estima que afecta a 176 millones de mujeres en el mundo, y algunas cifras apuntan hasta el 2% de la población mundial-, tarda de media siete años en ser diagnosticada y los únicos tratamientos que se aplican son la píldora anticonceptiva (para eliminar la menstruación natural), o intervenciones quirúrgicas que van desde la retirada de este tejido endometrial hasta la histerectomía (retirada del útero).

-P: Como dice, la propia sangre menstrual podría permitir en el futuro diagnosticar una enfermedad como la endometriosis. ¿Es relevante saber qué lo causa, más que enfocarse en buscar una cura efectiva?

Sí, lo es. Creo que es esencial entender qué lo causa porque cuando podamos saberlo podremos desarrollar quizás tratamientos preventivos o mejores tratamientos una vez que se diagnostica. No estoy segura de que se pueda prevenir en todos los casos, porque hay casos de fetos femeninos que tienen tejido endométrico en algunos órganos incluso mientras están dentro del útero de su madre. Además, hay algunos científicos que están valorando que lo que nosotras consideramos una única enfermedad pueden ser realmente muchas, porque hay diferentes tipos de endometriosis, pero no están lo suficientemente investigados. Sospecho que en el futuro lo entenderemos mejor, de una forma más parecida a cómo ahora conocemos el cáncer. Hay mucho trabajo interesante en esta área, probablemente un poco tarde para las mujeres de nuestra generación, pero quizás no para nuestras hijas.

El primer bebé en el Clínic de una mujer trasplantada del útero en España ha nacido en mayo de 2023, después de que el transplante ocurriera en 2020.

El primer bebé en el Clínic de una mujer trasplantada del útero en España ha nacido en mayo de 2023, después de que el transplante ocurriera en 2020. / EFE/Toni Albir

-P: En relación con la falta de investigación, dedica el último capítulo del libro a los transplantes de útero y a cómo la ciencia está tratando de desarrollar úteros artificiales que permitirían terminar un embarazo fuera del vientre materno o, directamente, generar una persona desde cero sin intermediación del cuerpo de la madre. Además de presentar muchas dudas éticas, no deja de ser paradójico que haya infinitos aspectos por investigar acerca del útero real y sin embargo la ciencia ponga el foco en crearlos de manera artificial...

Entiendo los diferentes argumentos éticos en contra de estas nuevas tecnologías. En el libro cuento que estuve en Suecia y presencié un transplante de útero entre mujeres vivas, en este caso concreto, entre hermanas. Y en ese momento sólo sientes emociones positivas, porque es un trabajo increíblemente sofisticado y le da a una mujer a poder llevar a su hijo en su propio vientre y antes no podía. Hablé con Jennifer Albercht, una mujer que tuvo un hijo gracias a un transplante de útero y ella defiende que es una cuestión de incrementar las oportunidades para las mujeres de la misma manera que lo hicieron los tratamientos de fecundación in vitro y también en un primer momento suscitaron muchas objeciones éticas. Pero puedo entender también las razones que hacen que haya gente más cauta, cuestionando por qué dedicar tantísimos recursos económicos a estas tecnologías futuristas cuando tantísimas de nosotras necesitamos una asistencia reproductiva realmente básica y no está a nuestro alcance. Y en torno a los úteros sintéticos, hay muchos otros debates éticos también, que incluyo en el libro. ¿Vamos a priorizar estos úteros mecánicos sobre los cuerpos reales de las mujeres? Hay expertos en derecho mucho mejor formados que yo que están dedicando sus carreras a trabajar los argumentos éticos en contra. Pero pensé que era importante incluir que esto está ocurriendo, y cómo podrían ser las tecnologías reproductivas en el futuro.