ANÁLISIS

Israel, Gaza y la guerra por el relato: “Necesitan de su parte a la opinión pública de EEUU”

Tel Aviv sostiene una campaña de comunicación para evitar “perder el juicio en el tribunal de la opinión pública internacional”, explica Julien Barnes-Dacey, del ECFR

Israel depende de la cobertura militar y diplomática de sus aliados

Soldado israelí frente a un tunel en Gaza

Soldado israelí frente a un tunel en Gaza / EFE/Ejército israelí

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El Comité para la Información Precisa sobre Oriente Próximo (CAMERA, por sus siglas en inglés) es un grupo de presión estadounidense que audita lo que publican los medios sobre el conflicto palestino-israelí. Alerta de aquellos casos que considera parciales, demasiado pro-palestinos o que ignoran hechos que favorecen la narrativa israelí. Dice contar con miles de voluntarios que detectan los artículos desfavorables de los medios.

Pocos se libran: “El Washington Post da un pase a instituciones antisemitas”, “La NBC [una de las principales televisiones] obvia la violencia palestina en sus informaciones sobre la violencia en Cisjordania”, “AP [la principal agencia estadounidense] blanquea la muerte de Osaid Rimawi, omitiendo que era miembro de Hamás”, se lee en algunos de las centenares de publicaciones en su web. Ha llegado a pagar anuncios en la calle para criticar la presunta tendencia propalestina del principal diario estadounidense, el The New York Times. Tiene sección para la auditoría de medios británicos (incluido un apartado especial para la BBC ), otra en hebreo, en árabe y en español. 

La estrategia de esta entidad privada está en sintonía con la del Gobierno israelí, que desde hace décadas intenta mejorar su imagen, dañada por la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Combina el puño y la rosa: campañas sostenidas de información, diplomacia pública y propaganda, acompañadas de escaladas diplomáticas o portavoces a sueldo en cada país que, en ocasiones, ponen la diana sobre periodistas concretos para tratar de influir en sus informaciones. 

El ejemplo más reciente es el de la televisión nacional australiana ABC, que ha despedido a la presentadora Antoinette Lattouf por hacerse eco de un informe sobre el uso del hambre como arma de guerra en Gaza. El despido se produjo por presiones de un lobby israelí, según los mensajes de un grupo de Whatsapp obtenidos por la prensa local. El sindicato de periodistas del ente público ha amenazado con ir a la huelga y el escándalo ha saltado a la arena internacional. La empresa niega que las presiones estuvieran detrás del despido. Ella los ha llevado a juicio.

Campañas para influir de Israel

Durante los casi cuatro meses de guerra en Gaza, el Ministerio de Exteriores de Israel ha estado enviando a los medios internacionales informes sobre las “acciones humanitarias” que dice llevar a cabo para paliar el sufrimiento de la población civil, con el fin de contrarrestar las críticas de las principales agencias de la ONU y ONG sobre las dificultades en la entrada de la ayuda humanitaria en la Franja. 

117 después de la matanza de Hamás del 7 de octubre (con alrededor de 1.140 muertos; en su mayoría, civiles), siguen haciendo un esfuerzo sostenido para mostrar cómo fue la tragedia. Consideran que no se ha comprendido la magnitud del desastre, especialmente las alegaciones de que Hamás usó la violencia sexual como arma de guerra. El Gobierno ha lanzado una página web con imágenes de los horrores de la masacre. Y ha invitado a autoridades y medios de las principales capitales mundiales a ver un vídeo de las escenas crudas de aquella matanza. Realiza visitas guiadas de medios internacionales a las comunidades agrícolas donde murieron centenares de civiles. 

Pero, ¿por qué todos estos esfuerzos? ¿Por qué le importa tanto la imagen que proyecta a miles de kilómetros de sus fronteras? 

“Los israelíes son muy conscientes de que hay una suerte de ‘tribunal de opinión pública’ internacional. Han preparado una intensa campaña para intentar contar su versión del conflicto y asegurarse de que su narrativa se mantiene dominante en los países aliados”, explica a este diario Julien Barnes-Dacey, director del programa Oriente Medio y Norte de África del European Council on Foreign Relations (ECFR). “Ahora han priorizado sus objetivos militares y no les importa tanto de qué lado se decante la opinión pública global. Pero saben que dependen del apoyo de sus aliados, especialmente Estados Unidos y algunos países europeos, para darles cobertura militar y diplomática. Y no quieren llegar al punto en que la opinión pública ponga en duda ese apoyo”. 

Pero el apoyo flaquea. Las redes, los periódicos y las televisiones de medio mundo están inundadas de imágenes que muestran la crueldad de los ataques sobre Gaza. Hay centenares de vídeos de niños gazatíes temblorosos, hambrientos, malheridos o directamente destrozados por las bombas. La ola de apoyo posterior a los ataques va dejando paso al clamor de parte de la población mundial ante la destrucción de la Franja y la crisis humanitaria que está provocando. 

Baja el apoyo a Israel

Ese apoyo a Israel ha caído diez puntos en países como Alemania, Francia o Dinamarca. El 7 de octubre, cerca del 38% de los alemanes se proclamaba del lado de Israel en el conflicto; en diciembre, la cifra cayó a cerca del 28%, según el Eurotrack de YouGov. Se desconoce aún el efecto de que el Tribunal de La Haya haya considerado plausible el caso de genocidio presentado por Sudáfrica. En países como España, el alineamiento con el lado palestino se acerca al 30% de los encuestados, mientras que con Israel están menos del 20%. 

Pero Israel logra bastantes de sus objetivos de comunicación. La idea de que Hamás usa a los civiles como escudos humanos ha calado entre la población europea. Entre el 59% y el 69% así lo considera, frente al 9-13% que no cree que lo haga. Sobre si Israel intenta minimizar el daño a civiles, los alemanes están divididos a la mitad y el 55% de los españoles considera que no es así. 

Gaza, pesadilla para Biden

El problema para el Gobierno israelí es de mayor calado en Estados Unidos. Los votantes rechazan en general la forma en la que Joe Biden está gestionando la cruenta guerra en Gaza, según una encuesta de diciembre del New York Times/Siena College. En el Partido Demócrata preocupa especialmente el grupo de los más jóvenes, más rotundos en su rechazo y más sensibles al sufrimiento gazatí. 

Joe Biden es interrumpido en una iglesia por unos manifestantes contra la guerra en Gaza

PI STUDIO

El 47% de los menores de 29 años simpatiza con el lado palestino, frente al 27% que lo hace con el israelí. Es la generación que está viendo las imágenes de las masacres en bruto, sin filtros mediáticos, en las redes sociales. Por contra, el 63% de los mayores de 65 se consideran pro-israelíes, y solo el 11% pro-palestino. Es la generación de Joe Biden, que aún mantiene viva la memoria del Holocausto. 

“La división entre los votantes tradicionalmente demócratas sobre el conflicto es una dificultad añadida a la que se enfrenta Biden para reeditar la coalición ganadora de 2020”, analiza el diario neoyorquino. Hay una gran incertidumbre sobre si los votantes desafectos irán siquiera a las urnas. El margen es muy ajustado, y unos pocos votos en Estados clave pueden mover la balanza hacia uno u otro lado. 

Más allá de las encuestas, se están viendo protestas en universidades, ayuntamientos o actos de los líderes demócratas. Claman contra el envío de miles de bombas y misiles a Israel en plena ofensiva contra Gaza. El secretario de Estado Anthony Blinken ya ha sufrido varios “escraches”. En uno de ellos aparecieron decenas de personas mostrando sus manos manchadas de tinta roja, emulando la sangre con la que, dicen, están manchadas las de sus dirigentes. 

Y luego está Europa, con sus dos almas. De un lado, España, Irlanda, Bélgica, Noruega y, ocasionalmente, Francia, entre otros; y el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Josep Borrell, cada vez más explícito contra Israel. Exigen un alto el fuego y la entrada de ayuda humanitaria urgente. Del otro, Alemania, Italia o, ya fuera de la UE, Reino Unido. Intentan aguantar las críticas internas, con manifestaciones masivas especialmente en Reino Unido, y prefieren dar tiempo al primer ministro israelí para acabar con Hamás. 

“Hay diferencias sustantivas entre los que piden un alto el fuego inmediato, primar el imperativo humanitario y la centralidad del conflicto en lo que pueda ocurrir en la región, y los que creen que tiene que seguir con la operación militar y que los otros asuntos son secundarios”, concluye Barnes-Dacey. “Y esto es sustancial, no se trata solo, en el caso europeo, de una diferencia de narrativas”.