Crisis política
Del Capitolio a las instituciones de Brasil: claves de dos asaltos a la democracia
Ver las imágenes del asalto a las instituciones de Brasil provoca una sensación de 'dejà vu'. Su espectacularidad y su peligrosidad recuerdan, sin remedio, a las que todavía permanecen en la retina desde el 6 de enero del 2021 cuando una horda de fanáticos trumpistas asaltó el Capitolio en Washington. Se trata del asalto a dos democracias de la mano de ultras -bolonaristas y trumpistas- que no se resisten a abandonar el poder y la confianza que los electores les han retirado. A continuación, varias claves explican los puntos en común de dos epìsodios que han conmocionado al mundo.
El contexto
El 6 de enero de 2021, unas 10.000 personas, simpatizantes del presidente saliente de EEUU Donald Trump, se concentraron ante el Capitolio para denunciar irregularidades en las elecciones que alzaron al poder al demócrata Joe Biden. Alrededor de un millar asaltaron con violencia el edificio que acoge al poder legislativo estadounidense con un balance de cinco muertos y decenas de heridos. La situación quedó controlada tras duras críticas a la policía por su falta de previsión ante la concentración masiva.
El domingo 8 de enero del 2023, poco más de dos años después del asalto en Washington, miles de seguidores del ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro invadieron el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo y el Palacio Planalto, sede del Ejecutivo, en Brasilia, con el objetivo de pedir el derrocamiento de Inacio Lula da Silva, vencedor de las eleciones que le llevaron a tomar posesión del cargo hace tan solo una semana. Como en su día los trumpistas, los seguidores de Bolsonaro, jaleados por el propio capitán retirado, no reconocieron el dictamen de las urnas.
El silencio de los instigadores
TrumpBolsonaro Floridaactos vandálicosrepublicano asalto Capitolio sublevación violentaBolsonaro salió al paso a través de Twitter de las acusaciones de Lula -que le acusó de orquestar el asalto al sistema democrático- pero es evidente que ha estado alimentando el descontento de su base desde su derrota. Abandonó la presidencia sin haber reconocido que perdió en las elecciones, como el estadounidense hizo en su día.
Connivencia policial
Cuando miles de personas asaltaron el Capitolio hace dos años, poco o nada pudieron hacer los escasos efectivos que controlaban el acceso. La acusación de connivencia policial con los manifestantes enseguida se puso sobre la mesa porque los refuerzos tardaron en llegar y nadie podía entender la falta de previsión en materia de seguridad. Los manifestante tuvieron tiempo de campar a sus anchas por el interior de las dependencias, hacerse fotos y destrozar a voluntad mobiliario y edificio.
En Brasilia, pese a que Lula ya había jurado el cargo, el control de acceso a la plaza de los Tres Poderes dependía de las autoridades del distrito federal, bajo control bolsonarista. El gobernador Ibaneis Rocha quedó en entredicho y en el punto de mira el exsecretario de Seguridad de la capital, Anderson Torres, que fue el último ministro de esta cartera y de Justicia con Bolsonaro. Fue cesado de forma fulminante acusado de allanar el paso a los manifestantes.
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