DEBATE IDEOLÓGICO

"Hijos de Putin” contra "otanistas": la invasión de Ucrania desata otra guerra cultural

Anti-imperialistas nostálgicos de la URSS, pacifistas, atlantistas, europeístas...

Analizamos con politólogos los principales argumentos de la guerra ideológica alrededor de la invasión de Ucrania.

Fuera las tropas rusas y no expansión de la OTAN

Fuera las tropas rusas y no expansión de la OTAN / JUSTIN TALLIS

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El aplauso unánime que ha recibido esta semana el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el Congreso de los Diputados es un reflejo de la posición mayoritaria en España sobre la guerra en Ucrania. Pero no muestra toda la realidad. En redes sociales y en debates televisivos las posturas divergen, en ocasiones hasta convertirse en una nueva guerra cultural con bandos muy marcados y agresivos.

Los más extremistas dicen que el gobierno de Kiev es un régimen equiparable al nazi, ponen en duda la matanza de Bucha o replican la propaganda de la embajada rusa sobre los presuntos laboratorios estadounidenses en Ucrania. Otros, más moderados, tiran de geopolítica y afirman que la culpa de la guerra es de Estados Unidos y de la OTAN por su expansionismo. Algunos llaman “otanistas” a quienes deploran la invasión. 

Del otro lado ideológico, se desacreditan como "buenistas" todos los argumentos que hablan de diplomacia o las críticas al fervor militarista desatado por la guerra. 

“En España, la falta de conocimiento sobre cómo funcionan las relaciones internacionales nos lleva a la polarización”, afirma a

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Ernesto Pascual, doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UOC. Hay, según él, cuatro grandes grupos ideológicos alrededor de la guerra de Ucrania: los anti-estadounidenses nostálgicos de la URSS, los anti-imperialistas pacifistas, los atlantistas y los europeístas. 

Los anti-estadounidenses “nostálgicos” de la Unión Soviética son el grupo más ferviente en su defensa de la Federación Rusa y sus acciones en Ucrania. A pesar de que Putin es un líder neconservador, homófobo e imperialista, es para ellos el lado que defender porque se opone a Estados Unidos, el país cuyo imperialismo y capitalismo combaten. La máxima de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. 

Algunos llegan a poner en duda las imágenes de las matanzas del Ejército ruso. Consideran que esta es una guerra que se desató en 2014 con un golpe de Estado promovido por Washington y Bruselas a través de las protestas proeuropeas del Euromaidán. “Ven las relaciones internacionales de forma binaria y creen que el mundo se sigue rigiendo por bloques estrictos”, arguye Pascual. Para ellos hay que estar en uno de los dos lados, y escogen el de Moscú.

“Yo los llamo los ‘hijos de Putin’: son gente que opera a favor de la maquinaria de propaganda rusa”, apunta para este diario Jesús Manuel Pérez, analista de OSINT (Inteligencia de fuentes abiertas, en sus siglas en inglés). Este sociólogo subraya que dentro no solo hay personas de izquierdas, sino también “gente de ultraizquierda y de ultraderecha extraparlamentaria. Los comunistas consideran que hace falta un contrapeso a EEUU. La ultraderecha cree que Rusia es la Tercera Roma, la salvaguarda de los valores cristianos de la familia o contra el lobby gay”. 

Según Pérez, muchos grupos europeos extremistas coinciden con Putin: desde la izquierda alemana euroescéptica de Die Linke a la ultraderecha Alternativa por Alemania (AFD), pasando en Francia por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon o la ultraderechista Le Pen (que tuvo que destruir miles de copias de su programa electoral porque contenía una foto con Putin).

Estos “hijos de Putin”, según Pérez, “defienden a una potencia nuclear, pero al mismo tiempo se presentan como disidentes perseguidos, librepensadores en contra de la propaganda occidental”. Acusan a Occidente de hipocresía y tiran de “whataboutism” (expresión anglosajona para referirse a traer a colación temas que no tocan en el debate): siempre sacan otra guerra en la que ha estado implicado Estados Unidos o Europa para desacreditar al oponente ideológico. “Y al final siempre actúan como correas de transmisión de la propaganda y desinformación rusa, cuyo objetivo es generar desconfianza y cinismo en la población occidental, que la gente acabe por no creerse nada”, concluye.

Anti-imperialistas pacifistas

anti-imperialistas no nostálgicos

En este sentido se expresa Miguel Urbán: “Lo más preocupante es el fervor bélico y la tendencia hacia la militarización que estamos viendo en Europa, tanto de los ‘putinistas’ como de los ‘otanistas’”, dice el eurodiputado anticapitalista a

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

. “Nuestro bando no es ni Putin ni la OTAN, sino el internacionalismo, ese hilo rojo proletario de Rosa Luxemburgo, que defendía el derecho de los pueblos a su libre determinación y el antimilitarismo. Putin es el culpable de la guerra, pero la Alianza Atlántica y la remilitarización de la UE, con el aumento de gasto militar sin precedentes que vemos, no es la solución: solo puede traer una escalada del conflicto”.

Atlantistas y los europeístas

Los atlantistas quieren fomentar el papel de la OTAN. Hasta que el 24 de febrero Putin lanzó la guerra, la Alianza estaba de capa caída. El presidente francés Emmanuel Macron llegó a decir que se encontraba en muerte cerebral. Casi ningún país se acercaba siquiera al 2% del PIB en contribución militar que exige el tratado a sus miembros. Los atlantistas creen que los valores de occidente se defienden a través de la OTAN, y que Europa está haciendo bien alineándose con la organización, que de facto lidera Estados Unidos (el mayor Ejército del mundo, con un potente arsenal nuclear y la mayor Armada). Ha sido la postura que han defendido quienes formaron parte del Pacto de Varsovia y la URSS, como Polonia, Estonia, Letonia o Lituania. Son los países que temían una invasión rusa como la que finalmente se ha producido.

Hay otra línea de pensamiento dentro de los que deploran al actual régimen del Kremlin y la guerra lanzada contra Ucrania: la de los europeístas. Argumentan que Europa debería tener un papel prevalente en su propia defensa, más independiente de los intereses de Estados Unidos. Bruselas debería hacer una política internacional distinta a la de EEUU. En esta corriente están normalmente los franceses, que desean que los países europeos se hagan cargo de su propia seguridad para desligarse de los mandatos de Washington. El presidente galo, de hecho, ha marcado agenda propia en esta crisis, con continuas visitas y llamadas a Vladímir Putin para negociar. En la misma línea ha ido Alemania, que hasta esta guerra mantenía una política de proximidad con Rusia. Ahora ha dado un giro copernicano en lo que a Defensa se refiere, lanzando un enorme paquete de modernización de su Ejército de 100.000 millones de dólares.