1.800 OJIVAS NUCLEARES

1994: el año en que Ucrania dejó de ser la tercera potencia nuclear y marcó su futuro

En el "memorando de Budapest", cedió su arsenal nuclear a cambio de promesas de seguridad por parte de Rusia, EE UU y Reino Unido

Boris Yeltsin con Leonid Kuchma en 1997

Boris Yeltsin con Leonid Kuchma en 1997 / Gleb Garanich / REUTERS

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El 5 de diciembre de 1994, Ucrania firmó que renunciaba a las cerca de 2.000 cabezas nucleares que tenía. Presionado por los países occidentales, el presidente ucraniano Leonid Kuchma firmó en Budapest (Hungría) la renuncia a las ojivas que habían quedado en su territorio tras la caída de la Unión Soviética tres años antes. Oficialmente selló el “memorando de garantías de seguridad en conexión con la adhesión de Ucrania al Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares”. Hasta entonces, el país era la tercera potencia en poder de destrucción por fisión de átomos. Los dos primeros eran los otros dos firmantes (junto a Reino Unido): la Federación Rusa y Estados Unidos.

“Damos la bienvenida a Ucrania al Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares como Estado no-nuclear y su compromiso de eliminar todas las armas nucleares de su territorio. Apreciamos los cambios en la seguridad del mundo tras el final de la Guerra Fría [...]” se leía en el texto. 

Pero esta entrega tenía una contrapartida. “La Federación Rusa, Reino Unido y Estados Unidos reafirman su compromiso [...] de respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania”. 

Esta es la parte que Moscú incumplió. Primero en 2014, cuando envió soldados a la región del Donbás para apoyar a los independentistas prorrusos de la región este de Ucrania; y cuando se anexionó la península ucraniana de Crimea. Y luego, el 24 de febrero de este 2022, al enviar a cerca de 200.000 soldados a una invasión total del país que ha dejado ya miles de muertos, millones de refugiados y algunas ciudades borradas del mapa, como Mariúpol. 

Rusia, en aquel acuerdo, “se comprometía a la obligación de no usar la fuerza contra la integridad territorial de Ucrania y a que ninguna de sus armas se usará contra Ucrania, salvo en defensa propia”. Tampoco podría ejercer ningún tipo de “coerción económica para someter” los intereses de Ucrania a los de Rusia. En 2014, el presidente ucraniano, el prorruso Víktor Yanúkovich, paralizó en el último momento un acuerdo de asociación económica del país con la Unión Europea. Todo terminó con las revueltas del Euromaidán, la muerte de un centenar de manifestantes a manos de la policía y la huída a Rusia en helicóptero de Yanúkovich.

Hay más incumplimientos de aquel memorando. Si Ucrania era atacada, los firmantes (recordemos, la propia Rusia, Estados Unidos y Reino Unido) tenían la obligación de buscar la “buscar una acción inmediata del Consejo de Naciones Unidas para dar asistencia a Ucrania”.

Tras la firma del acuerdo, la república envió su armamento a Rusia para que lo desmantelara.

La presunta promesa de no expansión de la OTAN


Se da la circunstancia de que Vladímir Putin alega que no se ha respetado otro presunto trato, el de no expansión de la OTAN: “Nos han engañado vilmente”, dijo recientemente. Pero esto es mucho más controvertido: no existe nada firmado al respecto. No hay documento ni memorando ni acuerdo. Hubo promesas verbales, pero ni siquiera totalmente explícitas. “Se prometieron y ‘desprometieron’ cosas. Pero nunca formalmente. Todo fueron pactos verbales nunca demasiado claros. Y Gorbachev sí llegó a aceptar la permanencia de la OTAN y de fuerzas de EEUU en Europa”, explica Andrés Ortega, del Real Instituto Elcano.

A principios de 1990 hubo intensas negociaciones entre Mijaíl Gorbachov, George Bush padre y su secretario de Estado, James Baker y el canciller de la RFA, Helmut Kohl. Se trataba de ver cómo quedaba la Alemania reunificada. Una parte pertenecía al Tratado de Varsovia. La otra, a la OTAN. 

“Kohl se encontró con una coyuntura espinosa durante los preparativos de la reunión con Gorbachov, el 10 de febrero. Recibió dos cartas: una le fue entregada antes de tomar el avión a la URSS y otra al aterrizar. La primera firmada por Bush; la segunda, por Baker. Las dos abordaban el mismo asunto, si bien en términos distintos. Bush sugería que la frontera de la OTAN avanzase hacia el Este; la de Baker, todo lo contrario”, escribe Mary Elise Sarotte en Política Exterior. “Según documentación recuperada de la cancillería, Kohl optó por replicar a Baker y no a Bush, ya que la línea más blanda del primero tenía más probabilidades de producir los resultados que el líder alemán buscaba: el visto bueno moscovita a la reunificación. Así pues, Kohl tranquilizó a Gorbachov de la siguiente manera: “Naturalmente, la OTAN no puede ampliar su territorio al territorio actual [de la RDA]”. En una conversación paralela, Genscher [ministro alemán de Exteriores] transmitió el mismo mensaje a su homólogo soviético, Eduard Shevardnadze: ‘Para nosotros, la cuestión se mantiene firme: la OTAN no se expandirá hacia el Este’”.