GUERRA EN UCRANIA

Putin pone en alerta máxima su fuerza nuclear ante la falta de avances y la presión internacional

El líder del Kremlin, que continúa sin obtener una clara victoria militar en ninguno de sus frentes, realiza un nuevo gesto de amenaza

Putin pone en alerta máxima su fuerza nuclear ante la falta de avances y la presión internacional.

Putin pone en alerta máxima su fuerza nuclear ante la falta de avances y la presión internacional.

Escalada sin precedentes en el cuarto día de la ofensiva del Ejército ruso en Ucrania, que por el momento, continúa sin obtener una victoria clara en ninguno de los frentes militares en los que está actuando. En un nuevo gesto teatral con presencia de cámaras de televisión incluida, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha ordenado a sus máximos jefes militares poner en alerta las "fuerzas de disuasión", eufemismo militar que equivale a las fuerzas nucleares. "Ordeno al ministro de Defensa (Serguéi Shoigu) y al jefe del Estado Mayor (el general Valeri Guerásimov) que pongan las fuerzas de disuasión del Ejército ruso en alerta especial de combate", ha proclamado Putin solemnemente, como suele gustar cuando realiza este tipo de amenazas, esgrimiendo como justificación los “gestos” y “declaraciones inamistosas” contra su país realizadas por los dirigentes de los países occidentales aliados.

El líder del Kremlin se refería, no solo a la lluvia de sanciones que está cayendo sobre su Estado, su Gobierno y su entorno más próximo desde el comienzo de las hostilidades, que en la práctica abrirán, en los años a venir, una profunda brecha económicapolítica y de comunicación entre la Federación Rusa y Occidente; sino también a los envíos de armas para el Ejército de Kiev anunciados por numerosos países europeos, en especial a los proyectiles antitanque, que, de ser ciertas las cifras de pérdidas anunciadas por fuentes ucranianas, podrían estar causando graves daños a las incursiones de vehículos blindados rusos en las principales ciudades de Ucrania. De hecho, no es la primera ocasión desde el inicio de la crisis en que el presidente ruso evoca la idea de emplear el arma atómica para disuadir a los aliados de Kiev. El jueves, de madrugada, cuando anunció la ofensiva militar, ya advirtió que todo país que se opusiera a sus objetivos afrontaría “consecuencias inauditas” en su “historia”.

Desde Washington, la portavoz de la Casa Blanca, Jane Paski, ha respondido asegurando que se trata de advertencias vacías que, además, responden a un patrón de comportamiento intimidatorio largamente observado en el líder del Kremlin. Según la portavoz presidencial norteamericana, Putin “fabrica amenazas que no existen para justificar más agresiones”. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha calificado las palabras del presidente ruso de “irresponsables”.

Numerosos analistas consultados por las agencias de información coinciden que en realidad se trata de un gesto sin excesivo contenido ya que que en realidad, las fuerzas nucleares rusas ya se hallan en estado de en alerta y pueden ser activadas en tan solo 10 minutos. Y aunque expresan su preocupación por la escalada que el anuncio supone, vinculan todo ello a la creciente frustración del presidente ruso ante los escasos resultados obtenidos hasta la fecha por sus tropas enviadas al país vecino. “Existe frustración rusa con la resistencia ucraniana”, ha constatado a Efe David Khalfa, investigador de la fundación francesa Jean Jaurés. Eso sí, un eventual uso del arma atómica por parte de Rusia en este contexto violaría radicalmente la doctrina militar rusa, que solo contempla recurrir a ella en el caso de amenaza para la existencia del Estado, de ser agredida con misiles balísticos o de ataque a una instalación de misiles atómicos. 

Kiev, rodeada

De hecho, Putin ha hecho este anuncio cuando las fuerzas rusas continúan topándose, una y otra vez, con la resistencia de las tropas ucranianas, que repelen las incursiones en las ciudades y retrasan la rápida victoria con la que contaba el Kremlin en el mayor asalto a un país soberano acaecido en el continente europeo desde la segunda guerra mundial. Este domingo, las fuerzas rusas han entrado en Jarkov, la segunda ciudad del país, aunque no han logrado hacerse con el control de una población con un tamaño similar al de Barcelona. Kiev se mantiene también en manos de las fuerzas ucranianas, aunque el alcalde de la ciudad, Vitali Klitschko, ha informado al caer la noche que la urbe se halla rodeada y que todos los accesos habían “sido bloqueados”. 

Paralelamente, un principio de diálogo podría estar abriéndose paso. Ucrania ha confirmado que se reunirá con una delegación rusa en la frontera ucranio-bielorrusa, junto al río Pripiat. Para que semejante reunión pueda finalmente tener lugar, el presidente presidente bielorruso Aleksándr Lukashenko ha tenido que garantizar que "todos los aviones, helicópteros y misiles estacionados en territorio bielorruso" permanecerán "en tierra durante el viaje, las conversaciones y el regreso de la delegación ucraniana" a Kiev.  

La hipótesis de contactos entre Rusia y Ucrania se manejaba desde el viernes, aunque ambas partes acusaban a la otra de no querer negociar. El motivo del fracaso era el escenario elegido por Rusia para que tuvieran lugar las conversaciones: Minsk, capital de Bielorrusia. El Gobierno ucraniano ya no considera a su vecino del norte como un país neutral en el conflicto, dado que parte de la ofensiva rusa ha sido lanzada precisamente desde territorio bielorruso. Finalmente, ha sido el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien ha dado a conocer la noticia a través de Telegram: "Acordamos que la delegación ucraniana se reuniría con la rusa sin condiciones previas en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, cerca del río Pripiat".

Con todo, el mandatario ucraniano no parecía creer demasiado en que la situación que se vive en estos momentos en los diferentes escenarios bélicos estuviera lo suficientemente madura como para que unas conversaciones para un alto el fuego tuvieran éxito, y quiso dejar claro que únicamente aceptaba que sus representantes participasen en ellas para que no pueda ser acusado por nadie de no agotar todas las posibilidades de poner fin a los combates.