Opinión | CASO RUBIALES

Miedo y asco en Las Rozas

Las federaciones deportivas españolas llevan décadas comportándose como centros de intercambios de favores entre quienes las han habitado

Luis Rubiales, el viernes, junto a varios de sus asesores.

Luis Rubiales, el viernes, junto a varios de sus asesores. / Agencias

Ilie Oleart, director de La Media Inglesa, no es solo el periodista que más sabe de fútbol inglés en España. Es también un virtuoso de saber encender las luces largas para ver más allá de lo evidente antes de que los demás caigamos en eso. Él siempre mira a la Luna, nunca el dedo. Y este domingo me he reafirmado en esa convicción al leer una serie de tuits que ha escrito sobre Luis Rubiales, que se resumen así:

"Ahora que [Rubiales] es un cadáver, enemigos y antiguos aliados se lanzan a por él. Pero con él o sin él, el fútbol es el que es: machista, homófobo, misógino, violento, excluyente, endogámico. Rubiales ES el fútbol. Aunque no nos guste, lo representa a la perfección. Por eso ni él ni sus allegados han entendido nada. Porque para ellos no hay ningún problema. Han crecido en este fútbol. Su conducta les parece normal. Porque dentro del fútbol siempre fue lo normal".

Rubiales es, en efecto, el fútbol del que venimos, mientras que Jenni Hermoso (y sus compañeras) es el fútbol que aspiramos a ser. Rubiales, sin que ello sirva de eximente ni por una milésima de segundo, un hijo de su tiempo y de una cultura de federaciones deportivas que supera por mucho el fútbol. No tanto por su agarre genital y por su beso no consentido a Hermoso, acciones que no tienen más padre que él mismo, sino por todo lo que ha ido ocurriendo a lo largo de la semana.

De Sáez a Villar

Las federaciones deportivas españolas llevan décadas comportándose como centros de intercambios de favores entre quienes las han habitado. Es injusto señalarse a todas ellas en global, pero la tendencia ha sido la que ha sido, con José Luis Sáez y Ángel María Villar como grandes exponentes.

Gobernar con éxito una federación consiste en tener contentos a quienes te eligen para ello y a quienes te pueden levantar el asiento en un momento dado, principalmente dirigentes de federaciones autonómicas y provinciales, quienes a su vez conservan sus puestos haciendo felices a quienes les eligen a ellos. Hoy por ti y mañana por mí. Clientelismo puro y duro.

Cuando Rubiales convocó la asamblea extraordinaria del viernes como reacción a la tormenta que se le venía encima, lo hizo convencido de que allí se iba a llevar un baño de masas. Convencido de que proyectaría al mundo el mensaje de que quienes de verdad le tienen que apoyar lo iban a seguir haciendo, con "piquito" o sin él, porque para ellos sí que era "un crack". Y convencido de que nadie se iba a atrever a levantar la voz. Pocos valientes lo hicieron antes de la ejecución de FIFA.

Error tras error

Solo desde ese prisma se puede comprender (y de aquella manera) que a Rubiales y a sus asesores les pareciera buena idea difundir declaraciones falsas de Hermoso, grabar un vídeo para decir que no hubo mala intención "de ninguna de las dos partes", encadenar comunicados oficiales atacando a la víctima y gritar a los cuatro vientos el ya célebre "no voy a dimitir" tras haberle comunicado a los suyos que sí lo haría. Hubo quien le quiso ir frenando a cada pequeño paso hacia su propio precipicio, pero el ya suspendido presidente siempre antepuso el jaleo de los aduladores a la invitación a la reflexión de los inteligentes.

Rubiales se creía intocable y el Gobierno, durante muchos meses, contribuyó a que se lo creyera, pese a las informaciones que fue revelando hace ya más de un año 'El Confidencial' a partir de información extraída de su móvil por un tercero. También los organismos internacionales, UEFA y FIFA, a los que nada de eso parecía importarles. Hoy todos pagan esas consecuencias.

Dios en Las Rozas

Rubiales era Dios en Las Rozas y por eso se creía con autoridad para presionar a Jenni Hermoso y a su familia, y también a Ivana Andrés, para que salieran en aquel vídeo de pseudodisculpa grabado en la parada en Doha del vuelo Madrid-Sídney; para ordenar a trabajadores de la RFEF que acudieran a la asamblea para hacer bulto; para presionar al cuerpo técnico de Vilda para que se comportaran en ella de una manera determinada; para ordenar un comunicado en el que se tacha a Hermoso de "abducida" por su sindicato; para hacer lo que le viniera en gana cuando le viniera en gana.

La sociedad le ha demostrado que su poder no era infinito. El sábado fue suspendido por la FIFA tras la presión social, en España y en el extranjero, y este lunes está previsto que el Gobierno, apoyado en el TAD y en su burocracia, adopte idéntica resolución. Y es ahora y solo ahora cuando las ratas abandonan su barco, una vez que han constatado que el capitán ha muerto.

¿Y ahora qué? Pedro Rocha será, durante al menos 90 días, el presidente interino de la RFEF. Sería iluso pensar que alguien designado a conciencia por el dedo divino de Rubiales vaya a sumergirse en realizar la enmienda a la totalidad a esa institución que es cada día más necesaria (no digamos a levantar alfombras, que también son las suyas), por muchos éxitos deportivos que haya sumado y muchos ingresos que haya acumulado.