EUROPA LEAGUE | SEVILLA 2 - 1 JUVENTUS (3-2)

El Sevilla de Mendilibar salva el orgullo del fútbol español con una nueva final

El conjunto hispalense elimina a la Juventus en la prórroga con un gol de Lamela en un partido en el que fue superior | Buscará su séptima Europa League ante la Roma en Budapest gracias al enorme trabajo del entrenador vasco

Erik Lamela celebra el gol que propició el pase a la final del Sevilla ante la Juventus.

Erik Lamela celebra el gol que propició el pase a la final del Sevilla ante la Juventus. / MARCELO DE POZO / REUTERS

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Se lo mereció el Sevilla en 90 minutos, pero lo consiguió en 120 gracias a un gol en la prórroga de Lamela. El conjunto de Mendilibar luchará por la séptima Europa League ante la Roma de Mourinho (miércoles 31, 21:00 horas en Budapest). Si alguien se lo merecía era el 'Zorro de Zaldívar'. Es imposible no alegrarse de los méritos de un proletario del fútbol. En cuestión de 60 días ha devuelto al equipo sevillista al lugar que le corresponde. A esa primera fila de Europa en la que defiende el orgullo de LaLiga. [Así lo vivimos]

Ese equipo que durante jornadas vio el abismo de Segunda ofreció en el Sánchez Pizjuán una monstruosa muestra de entrega. A pesar de los fallos arbitrales y la resistencia clandestina de una Juventus inferior. El templo hispalense se coloreó de 'rojo pasión', siguiendo la iniciativa lanzada por Biris Norte, los ultras sevillistas a los que secundó el club -a veces las diferencias se dejan al margen-. La segunda camiseta convertida en indumentaria de una grada desaforada, entrenada para este tipo de partidos.

Szczesny salva el gol sobre la línea

'Mendi' repitió el once con el que empató en Turín. Toda la semana se estuvo acordando del gol de Gatti en el último minuto. Hasta que llegó el pitido inicial. Ante al ambiente ensordecedor, al Sevilla no le quedó otra que salir a mandar contra el conjunto de Allegri, donde iniciaron como suplentes Chiesa, Kostic o Vlahovic. Por el contrario, fueron de la partida Illing Jr., Gatti o Kean, quien se llevó una amarilla antes de los diez minutos tras una patada en el pecho a Gudelj.

El citado Gatti -peligrosísimo recurso aéreo- gozó de la primera gran ocasión con un cabezazo en un saque de esquina donde Bono exhibió su natural trascendencia. El marroquí ha sido el cinturón de seguridad de un equipo que empezó con Lopetegui y descarriló con Sampaoli. El Sevilla ha ganado sobre todo en activación. Una ejecución rápida que Ocampos conectó para poner al límite a un Szczesny magistral.

El reloj de Danny Makkelie, principal candidato a dirigir la final de Champions (por lo menos hasta este encuentro), le indicó que el balón no había traspasado por completo la línea. No decaía el Sevilla, que sumó a su caudal un latigazo de Acuña. Otra vez Szczesny, los brazos de Lewandowski en Qatar. Las acometidas, como en la ida, llegaban de todos los colores. Palo de Kean, volea de Rakitic, disparo de Ocampos... El partido pudo romperse con un control de Fagioli que parecía mano. Acabó sustituido tras un encontronazo con Gudelj.

Wojciech Szczęsny, portero polaco de la Juventus, durante un instante frente al Sevilla.

Wojciech Szczęsny, portero polaco de la Juventus, durante un instante frente al Sevilla. / CRISTINA QUICLER / AFP

Gol anulado y penalti no pitado sobre Óliver

Se encendió el Pizjuán hasta romper el vúmetro. Sin embargo, los decibelios se tornaron en un silencio atronador con el gol anulado de Rabiot, que remachó a puerta vacía. Era fuera de juego de Locatelli. La Juventus, enfundada en una fantasía de camiseta, se sentía cómoda a campo abierto y Badé, en la zaga sevillista, sufría después de una semana entre algodones.

Makkelie, el opositor a finales, obvió un penalti sobre Óliver Torres, que recibió un planchazo de Cuadrado. Se quedó temblando y el VAR indultando al colombiano. El responsable de la revisión, Pol van Boekel, el mismo colegiado responsable de dos decisiones que condicionaron al Barça en la fase de grupos de la Champions (contra el Inter y Bayern). "No lo consideró, solo es cuestión de ver las imágenes: una patada y dentro del área, a no ser que hayan cambiado el reglamento", lamentaba Monchi al descanso.

Vlahovic y Suso, goles desde el banquillo

El paso por vestuarios no frenó el ímpetu de los dos equipos. En el 'ring' del Pizjuán, cruce de golpes. Cada jugador pedía su protagonismo. Bryan Gil reclamó el suyo con una internada que repelió el muro polaco. El Sevilla seguía generando, pero la Juventus dirigía sablazos más certeros. Rabiot, portentoso durante todo el encuentro, galopaba para temor de los locales, que desperdiciaban las jugadas de estrategia, en las que la 'vecchia signora' se mostraba más intimidante.

La revolución llegó desde el banquillo. Vlahovic entró en el minuto 63 y el primer balón que tocó fue gol. Una definición de ariete puro, aunque su curso no haya sido el mejor. Un jugador tocado por una varita, como Suso, que levantó a la grada de Nervión con un el empate, que se sacó de la nada. El gaditano, también suplente, retiró la mordaza del Sevilla con un disparo antiguo y directo a la mente de Szczesny, quien se sintió por primera vez vulnerable.

Los jugadores de la Juventus celebran el tanto de Dušan Vlahović en el Sánchez Pizjuán.

Los jugadores de la Juventus celebran el tanto de Dušan Vlahović en el Sánchez Pizjuán. / MARCELO DE POZO / REUTERS

Lamela le da la razón a Mendilibar

La rápida reacción del Sevilla hizo retroceder a la Juventus, agazapada y con el candado. Esperaba un gatillazo contra los de Mendilibar, un entrenador que huye de lo programado. El conjunto hispalense desperdiciaba córners y acumulaba remates, queriendo escapar de la prórroga. Enfrente, Allegri prescindió de Di María, quien se mostró contrariado con el cambio en un partido que él entendía mejor que ninguno por su experiencia.

La Juventus fió la prórroga a Szczesny, que se hacía grande ante las acometidas de un Sevilla muy superior. En-Nesyri, que era el último que faltaba por llamar a la puerta, hizo sumar al polaco otra enorme parada para enviar el partido al tiempo suplementario. Había perseguido tanto el objetivo el equipo hispalense que podría haberse derrumbado con más carga sobre las piernas.

Pero esta es su competición, a la que sumó otra noche para la historia con un tanto de Lamela necesario y justo. De cabeza, como no acostumbra a rematar. Acuña se autoexpulsó y será una baja importante en la final (para completar el dislate, Makkelie no sabía que tenía una cartulina). A pesar de las acometidas visitantes -sufrimiento de alto grado- y el exceso de prolongación, un justo final que hace sonreír al sevillismo, a Mendilibar y con ello al fútbol. Budapest espera al rey de la Europa League, torneo de primer nivel y repositorio de bestias heridas. No importa, el Pizjuán siempre vale más.