CENTRO EL ÁGUILA

'Flamenco chipén': una exposición para demostrar que Madrid siempre fue capital para este arte

A partir de fotografías, recortes de prensa, objetos de los artistas y cartelería, la muestra, comisariada por los periodistas David Calzado y Teo Sánchez, recorre la relación entre la ciudad y el flamenco a lo largo de la historia

Ianuguración del poblado gitano de Altamira en Entrevías, Madrid, en 1958

Ianuguración del poblado gitano de Altamira en Entrevías, Madrid, en 1958 / Santos Yubero ARCM (Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid)

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"El documento que pone fecha al flamenco, el artículo del diario El Espectador de 6 de junio de 1847, ya sucede en Madrid". La relación entre Madrid y el flamenco se remonta, pues, al origen mismo de este arte. Esto es lo que defiende -y sobre todo muestra- Flamenco chipén, una exposición comisariada por los periodistas David Calzado y Teo Sánchez en el centro cultural El Águila de la capital y que estará abierta hasta el 17 de mayo. Aunque su origen es andaluz, no se puede entender la historia del flamenco sin contar con lo que ocurrió desde mediados del siglo XIX en la capital.

Los flamencos se han buscado la vida en Madrid desde que se tiene memoria. Sin embargo, y pese a que se suele mencionar sobre todo la edad dorada de los tablaos, en los años 60 y 70, la relación arranca desde mucho antes.“El artículo de El Espectador ya cuenta la llegada de un cantaor de Cádiz a la capital para ganarse la vida con su arte", explica Caldazo. "Así que nos parecía que había que ampliar la propuesta y detenernos en periodos de gran importancia para el flamenco, como los de los cafés cantantes o la Ópera Flamenca”.

La muestra, abierta desde febrero, fue un encargo de la dirección general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid con motivo de la declaración Bien de Interés Cultural (BIC) de la región. Calzado y Sánchez ya habían comisariado en 2017 una exposición en la Biblioteca Nacional llamada Patrimonio Flamenco, un recorrido por la historia del flamenco a partir de las obras de Goya, Picasso, Tàpies, Saura, Richard Avedon, Gyenes y otros artistas. Para aquella muestra encontraron el recorte de El Espectador que ahora supone el punto de partida en esta nueva exposición.

Flamenco chipén (un término que se usa desde mitad del siglo XIX y que en caló significa verdad, bondad, de acuerdo al diccionario de la Real Academia) ofrece un recorrido fascinante a través de fotografías (con algunas actuaciones memorables de artistas importantes del flamenco, desde Manolo Caracol hasta Carmen Linares, pasando por todos los grandes), recortes de prensa, reportajes en prensa extranjera, cartelería de conciertos y festivales, discos y objetos como guitarras hechas en Madrid, un mantón de la cordobesa afincada en Madrid Blanca del Rey (propietaria junto a su marido y su hijo del tablao Corral de la Morería), cerilleros o incluso la primera Copa Pavón, un reconocimiento que puso en marcha el Teatro Pavón aprovechando el éxito que había tenido en Granada el Concurso de Cante Flamenco de Lorca y Falla en 1922 y que fue a parar al cantaor Manuel Vallejo en 1925 que la recibiría de manos de Antonio Chacón.

Copa Pavón ganada en 1925 por Manuel Vallejo en la exposición 'Flamenco chipén'

Copa Pavón ganada en 1925 por Manuel Vallejo en la exposición 'Flamenco chipén' / Jonás Bel / Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid

Hay material del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, pero también fondos de la Biblioteca Nacional y, lo más emblemático, quizás, los objetos personales prestados por algunos de sus protagonistas o herederos: Fundación Enrique Morente, Fundación Paco de Lucía, Familia Fernández Montoya, Miguel Espín, Serranito, Venta de Vargas... Incluso por los propios comisarios.

"Madrid siempre ha sido la casa grande que acoge a todo el que quiere triunfar", explica Calzado, que fue director de comunicación de la Fundación Montemadrid y la Casa Encendida durante ocho años, además de jefe de prensa del ministerio de Cultura entre 2018 y 2020 y ahora es el director de comunicación de la productora audiovisual Alea Media. "Por citar a algunos, Paco de Lucía, Camarón de la Isla y Enrique Morente llegaron a Madrid sin nombre y salieron de aquí como leyendas".

Madrid 5-2-1970.- El "cantaor" Enrique Morente acompañado a la guitarra por Manolo Sanlucar participa en la conferencia del poeta Manuel Ríos Ruíz sobre cante flamenco que se ha celebrado en el Ateneo de Madrid.

Madrid 5-2-1970.- El "cantaor" Enrique Morente acompañado a la guitarra por Manolo Sanlucar participa en la conferencia del poeta Manuel Ríos Ruíz sobre cante flamenco que se ha celebrado en el Ateneo de Madrid. / EFE / Yv

De los tres ofrece la muestra numeroso detalle: algunas imágenes emblemáticas, pero también algunas prendas de vestir: las botas que Morente utilizó en la gira de su disco Omega, junto a Lagartija Nick; las características camisa blanca y chalequillo negro que usaba en sus conciertos Paco de Lucía y una camisa de Camarón diseñada por Francis Montesinos. "Los visitantes a la muestra se suelen sorprender de lo grande que tenía los pies Morente", dice entre risas Calzado.

Imagen de la exposición 'Flamenco chipén' en la que se ve la camisa de Camarón de Francis Montesinos, camisa y chaleco de Paco de Lucía y botas de Enrique Morente

Imagen de la exposición 'Flamenco chipén' en la que se ve la camisa de Camarón de Francis Montesinos, camisa y chaleco de Paco de Lucía y botas de Enrique Morente / Jonás Bel / Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid

La edad de oro de los tablaos

Sin duda, la mayor relevancia para el flamenco de la ciudad de Madrid está en haber sido, históricamente, un lugar en el que poder ganarse la vida. Lo ha sido en los teatros, pero sobre todo, durante varias décadas, en los tablaos, establecimientos hosteleros en los que se podía cenar mientras se asistía a un espectáculo ofrecido por un cuadro flamenco: esto es, guitarristas, cantaores y bailaores. "El primer tablao se inauguró en la calle Ruiz de Alarcón de Madrid en 1954 y se llamó Zambra", explica Teo Sánchez, comisario, periodista, director y presentador del programa de radio dedicado al flamenco Duendeando (Radio 3, RNE). "Inmediatamente después abrió sus puertas El Corral de la Morería, que fue el primero en incoporar la oferta gastronómica para el público asistentes". Algunos de los tablaos de aquel momento eran propiedad de los propios artistas, como Los Canasteros, de Manolo Caracol, donde muchos de los artistas acudían para reunirse al acabar su jornada laboral en otros establecimientos, o El Duende, de Pastora Imperio y su yerno Gitanillo de Triana. "Lo difícil es encontrar algún artista que no haya trabajado en los tablaos madrileños, aquellos lugares fueron una escuela de talento trascendental en la historia del flamenco".

Las otras escuelas, las academias, también aparecen documentadas en la muestra. Uno de sus pilares fue (y sigue siendo) la academia de Amor de Dios, pero en Madrid han enseñado grandes maestros del baile como Mario Maya, El Güito, Paco Reyes o María Magdalena.

El guitarrista Jerónimo Maya en El Candela, un local en el que se reunían los artistas después de acabar su jornada laboral en los tablaos.

El guitarrista Jerónimo Maya en El Candela, un local en el que se reunían los artistas después de acabar su jornada laboral en los tablaos. / Alberto García Alix / Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid

Y quizás, para sorpresa de muchos, la exposición profundiza también en el flamenco generado directamente en Madrid, gracias a la población gitana -fundamentalmente- con origen en Andalucía y Extremadura que se fueron asentando en la periferia y que trajeron su cultura que fueron transformando para generar algo propio, no sólo en el flamenco, sino también generano nuevas propuestas, ya en los años 80 (Ketama, Ray Heredia, etc). "Para nosotros era importante mostrar en la exposición que en Madrid el flamenco tiene expresión propia y espontánea en barrios populares como Cambroneras, Caño Roto, Altamira o La Celsa", explica Calzado. Fue justamente en Caño Roto donde se creó una manera de tocar la guitara que trascendió y que hoy es admirada y utilizada como referencia por los guitarristas más jóvenes, como Yerai Cortés.

“La actividad flamenca en Madrid sigue siendo intensa y abundante", explica Sánchez. "No sólo en festivales, tablaos y salas de concierto, la vitalidad del flamenco en Madrid también tiene que ver con una afición muy consolidada y un ambiente flamenco muy activo que propicia el contacto entre artistas, incluso de otros géneros, un espacio creativo abierto y un altavoz para los flamencos.”