MÚSICA

Maria Hein y la conspiración generacional: "Somos gente joven que hace lo que le gusta, lo comparte y se ayuda"

La cantante mallorquina escenifica el giro electrónico de su segundo álbum, ‘Tot allò que no sap ningú’

Maria Hein, en una imagen promocional.

Maria Hein, en una imagen promocional. / CEDIDA

Maria Hein era la niña que con tres o cuatro años pidió un micrófono a los Reyes Magos, que emprendió muy poco después clases de piano y que a los 17 grabó su primer álbum con un productor de altura en la escena pop catalana como es Ferran Palau. Todo ha resultado ser bastante rápido y precoz para esta mallorquina de Felanitx (residente en Barcelona), que ahora, con 20 años, celebra su efervescente momento.

Aquel primer disco, Continent i contingut (2021), proyectó a una Maria Hein apegada a las sonoridades tradicionales, reflejo del influjo de sus voces de referencia, Maria del Mar Bonet y Sílvia Pérez Cruz. Pero su relevo, Tot allò que no sap ningú, lanzado el pasado septiembre, es mucho más electrónico, y la tenue balada al piano convive con beats movedizos, quiebros vocales urbanos y guiños al k-pop. Una evolución que ella ve pareja a la de Palau, que “también comenzó en el folk, con Anímic, antes de ir hacia otras direcciones”, observa. “Al fin y al cabo, vas descubriendo música nueva y eso te marca”. ¿En su caso? “Hace un tiempo fueron Frank Ocean y Tyler, the Creator, y ahora, NewJeans, un grupo de k-pop que es mi última influencia”. 

La flor japonesa

Se nota en su novísimo lanzamiento, Hana, canción que publicó el pasado viernes y que mira inequívocamente hacia oriente, también en su videoclip. "El título significa flor en japonés y el tema es una historia de amor. Incluye también un guiño a NewJeans”, explica Maria Hein, que ha estrenado aquí nuevo productor, Pau Aymí. “Es un tema que me representa mucho en este momento y no podía esperar un año y medio a publicarlo en un álbum”.

Hein es capaz de deslizar vestigios del melisma tradicional mediterráneo en un tema y de aplicarse el auto-tune en el siguiente. “Tengo unos giros que me salen naturales, pero a veces cuando canto una canción más electrónica noto que le falta un toque de algo, y el auto-tune me da esa textura robótica que me va bien para jugar con ella”.

Vino a Barcelona hace tres años para estudiar música, primero en el Liceu y luego en el Taller de Músics, y en este tiempo se ha incorporado a la regeneración que vive la escena pop (y cercanías). Una órbita donde vislumbra un sentido de comunidad. “Somos gente joven que hace lo que le gusta y lo comparte, nos hemos hechos amigos y nos ayudamos mutuamente”. 

Ahí están también unas cuantas voces mallorquinas que, como ella, se asentaron en la capital catalana atraídas por las escuelas superiores de música: Maria Jaume, Júlia Colom, Joana Gomila, también la menorquina Anna Ferrer… “Las escuelas tienen mucha fama, y aquí hay un circuito que no existe en Mallorca, por lo que es muy difícil que tu proyecto vaya adelante si te quedas allí”, medita la cantante y compositora, que por ahora opta por disfrutar del momento. “No quiero pensar en el futuro. Que venga lo que tenga que venir”.

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