TEATRO

La Tristura: 20 años para estrenar en el teatro que despreciaban cuando eran unos jóvenes 'existencialistas malditos'

La compañía formada hace dos décadas por Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez estrena en el Centro Dramático Nacional ‘Así hablábamos’, inspirada en la obra de Carmen Martín Gaite 

Los componentes de La tristura: de izda. a dcha., Celso Giménez, Itsaso Arana y Violeta Gil.

Los componentes de La tristura: de izda. a dcha., Celso Giménez, Itsaso Arana y Violeta Gil. / Cedida

En su poemario La educación física (Pre Textos, 2010), Pablo Fidalgo escribió: “Nadie se tomó la juventud tan en serio como nosotros”. Ese ‘nosotros’ eran los cuatro miembros de La Tristura, la compañía que formaron en 2004 Itsaso Arana, Violeta Gil, Celso Giménez y el propio Fidalgo, que se desvinculó del grupo hace tiempo. Se conocieron con 20 años en la RESAD y formaron una comunidad creativa y febril de cuatro locos por el teatro que se creían “existencialistas malditos” y que vivían y pensaban juntos. Desde entonces, La Tristura ha firmado piezas como Años 90, nacimos para ser estrellas, Actos de juventud, El sur de Europa o sus tres últimos trabajos —Cine, Future Lovers y Renacimiento—, dos décadas en las que la compañía creó vínculos con un público fiel y joven mientras daba el salto al teatro público, los grandes festivales y los estrenos internacionales. En los últimos años, empezaron a aflojar el nudo que les unía, compaginando los proyectos de La Tristura con otros en solitario: Itsaso en el cine, Violeta en la literatura y Celso, en la dirección de escena.

Veinte años después, los tres dicen ser más jóvenes que cuando se conocieron y estar viviendo algunas cosas por primera vez: estrenar en el Centro Dramático Nacional y hacerlo con un encargo, una producción que no es suya, Así hablábamos, una obra inspirada en el trabajo de la escritora Carmen Martín Gaite, en la que dialogan con su fantasma (se escucha su voz, rescatada de sus conferencias y recreada, también, con Inteligencia Artificial) y su eterna búsqueda de interlocutor. En escena, actores y actrices que no han cumplido los 30, que dan vida a un grupo de amigos que tienen una banda de música y se reúnen un año después de la muerte de una de sus integrantes. La banda se llama Nubosidad variable, como la novela de Martín Gaite, y esa chica que ya no está, Sofía, como su protagonista, Sofía Montalvo.

Un momento de 'Así hablábamos'.

Un momento de 'Así hablábamos'. / Luz Soria

Así hablábamos es una obra sobre la idea de comunidad, sobre cómo crear y pensar juntos y sobre cómo seguir haciéndolo con alguien que ya no está, pero, por encima de cualquier otra cosa, La Tristura propone en esta pieza una conversación con sus yoes del pasado, con esa generación de jóvenes a la que ya no pertenecen. Y en esa conversación participan también colaboradores habituales de la compañía como Marcos Morau o Pablo Gisbert y, en uno de esos giros tiernos de la vida, también les acompaña un actor joven llamado Marcos Úbeda, sobrino de Juan Úbeda, director de El canto de la cabra, una sala mítica de Madrid que ya no existe donde La Tristura estrenó su primera obra.

Hablamos con la compañía el martes en el Teatro Valle-Inclán, después de un ensayo general con público previo al estreno. La conversación comienza con Itsaso Arana y Celso Giménez, y a ella se suma después Violeta Gil. Optamos por el tuteo, después de muchos años de entrevistas y conversación.

PREGUNTA: ¿Cuál fue ese primer deseo que disparó la obra?

CELSO GIMÉNEZ. Yo creo que hubo dos. Que hubiera cuerpos jóvenes, vigorosos y energéticos como estos hablando de la pérdida es lo que me daba sentido al proyecto pero, al principio, lo que a mí más me emociona es leer el artículo de Carmen Martín Gaite a la muerte de Ignacio Aldecoa. La primera vez que lo leí me puse a llorar. Y, entonces, recordamos una idea que habíamos tenido hace muchos años Itsaso y yo para una posible película que nunca se hizo, que se iba a llamar Arde. Y dijimos, joder, es que es esto. ¿Y qué es esto? Es conectar el mundo de una persona que escribe, que crea, que ha tenido una comunidad y que, gracias a ella, se ha dedicado a lo que se dedica.

P. En todos estos años, habéis dicho que a veces vuestras piezas son cartas que os mandáis a vosotros mismos y creo que eso está muy presente en Así hablábamos

ITSASO ARANA: Claro, es que estamos hablando a nuestros yoes de 27 años, esos que juzgaban a todos los de 40 años que estaban estrenando en el Centro Dramático Nacional. Y decíamos, ¿qué mierda de gente es esa? Para mí era importante hacer memoria del sentimiento que teníamos con esa edad porque entonces queríamos dejar el teatro, estábamos frustradas, se habían cerrado un montón de contextos que habíamos admirado y con los que habíamos crecido, y veíamos a la gente destruida por el teatro contemporáneo en España. Recuerdo pensar: vámonos a cualquier sitio, vamos a cambiar de vida, por qué hemos elegido el teatro y por qué hemos elegido el teatro en este país. Nos salvó empezar a viajar, nos abrió un poco la cabeza y nos sentimos más valoradas fuera. Pero a mí me gusta mucho no olvidar la responsabilidad que yo ponía sobre la generación que tenía 40 años, pensar que eran responsables del mundo de mierda que habían generado, y a mí me encantaría que los de 27 años que vendrán a ver la obra, enfadados con nosotras por estar aquí, escucharan que estos personajes también critican a esos posibles cuarentañeros cínicos que han perdido las ganas de correr y de vibrar y de arder.

P. Es cierto que habéis estrenado en otros teatros públicos, pero os ha costado 20 años llegar al Centro Dramático Nacional

CG: Y nos ha costado diez o quince años conseguir una reunión con un director del CDN. Siempre nos hemos reunido con un segundo, pero no con su director.

IA: Es absolutamente imposible entrar en esta institución. Para mí es tardísimo, pero no porque tenga que haber una edad con la que entrar, ni mucho menos, sino por pulsión vital. Había un texto (en la obra), que desechamos, que decía que cuando los autores de esta obra tenían la edad que tienen los intérpretes, hubieran deseado estar en este teatro. Ahora ya estamos en otro lugar. Es bonito estar, pero es más bonito para los intérpretes que para nosotras.

Para mí es súper importante que esta estructura (el INAEM) se renueve porque está preparada para la exhibición, pero tiene unas reglas y unas prioridades que no son las de la creación"

Celso Giménez

— La tristura

P. Una vez aquí, imagino que habéis tenido que trabajar con unas dinámicas que no son las vuestras

CG. Hablemos de esto, que nadie nos lo ha preguntado. Para mí es súper importante que esta estructura (el INAEM) se renueve porque está preparada para la exhibición, pero tiene unas reglas y unas prioridades que no son las de la creación. Es como si a un pintor le dices, tú vas a pintar, pero no tienes ni lienzo ni pinturas. Y a última hora le dices toma el lienzo, tienes cinco minutos. Y dices, hostia, ¿cómo hacemos esto?

IA: O sea, no está preparada para nuestra forma, que es de escritura en vivo, en la sala de ensayos y para los intérpretes. El problema es que estos 45 días naturales de creación son absolutamente imposibles para nosotras y hemos tenido que meternos en una especie de viaje sideral y espídico donde no hay una segunda vuelta, no hay reflexión. Y ya sé que la creación no para, pero creo que es imposible no empezar los ensayos con un texto dramático cerrado. Eso es lo que hemos hecho y llevamos dos meses sin dormir. Hemos escrito en cuatro semanas, yo por las noches, de cinco a siete de la mañana. Tengo a todas mis amistades y a mi familia fuera de mi vida.

CG: O hacíamos una obra de mierda con la que no nos sentíamos cómodas o no dormíamos. Nosotras dedicamos unos seis meses a la escritura y unos dos años a pensar el proyecto.

IA: Y después, cuando durmamos, ya veremos si nos ha gustado la obra que hemos hecho.

P. ¿Cómo era esa comunidad que creasteis hace 20 años y cómo es ahora?

VIOLETA GIL: Hacía bastante tiempo que no estábamos las tres juntas pasando tantas horas del día y de la noche…

IA: También hacía años que yo no firmaba algo con La Tristura y ha sido muy fuerte todo.

VG: Yo me fui dos años a Iowa mientras ellos hacían cine y han pasado muchas cosas, muchas idas y venidas y cambios en la estructura. Ahora mismo realmente no sé muy bien cómo estamos. Es fuerte. Es evidente que seríamos otras personas si no nos hubiéramos conocido hace 20 años, pero también es verdad que últimamente hemos podido hacer otros trabajos en solitario o con otras personas, generar otras dinámicas, y eso te da un poco de perspectiva, ahí entiendes qué cosas quizá sí eran muy inherentes a ti y qué otras no hubieran salido de ninguna manera si no nos hubiéramos conocido con 20 años y nos hubiéramos hecho personas y creadoras juntas. Eso da mucho susto y no sé muy bien qué hacer con eso ahora.

IA: Somos las mismas y somos otras. Para mí hay un sentimiento de orfandad que, en su momento, nos unió de forma fatal y maravillosa, y esa unión ha arrasado un poco con todas nuestras vidas. Con quienes éramos antes de conocernos y después de conocernos. Y esto ya no es del orden de la amistad, es otra cosa, ha pasado a otro lugar. Tuvimos que unirnos de una forma muy potente para enfrentarnos al mundo, al mundo de la creación y a nuestras propias identidades, pero siento que ahora cada uno ha encontrado su propio liderazgo.

VG: Yo me siento mucho menos sola ahora.

IA: Sí, yo también.

CG: Y tenemos un espíritu menos viejo.

IA: Sí, hemos rejuvenecido, pero porque éramos unos existencialistas malditos desde los 20 años. Había como una especie de sentimiento ancestral muy loco y creo que ahora formamos más parte del mundo.

La obra estará en el CDN hasta el 24 de marzo.

La obra estará en el CDN hasta el 24 de marzo. / Luz Soria

P. Empezasteis viviendo y haciéndolo todo juntos... Erais una especie de familia, secta y compañía al mismo tiempo…

VG: Sí, sí, nuestro deseo era tener mogollón de gente cerca, pero lo que habíamos formado lo imposibilitaba. Sin embargo, ahora tenemos muchísima más gente alrededor que quiere estar con nosotros y charlar. Y ahora hay más puertas.

IA: Ahora somos más acogedoras.

No voy a ganar el Goya. Justo mi categoría (mejor dirección novel) no tiene ninguna emoción. Y todo bien, pero imagínate si yo estuviera pensando ahora, que estoy sin dormir, que voy a ganar un Goya, ya me muero"

Itsaso Arana

— La tristura

P. Itsaso, en el horizonte, ¿más películas y un posible Premio Goya por Las chicas están bien?

IA: No lo voy a ganar. Justo mi categoría (mejor dirección novel) no tiene ninguna emoción. Y todo bien, pero imagínate si yo estuviera pensando ahora, que estoy sin dormir, que voy a ganar un Goya, ya me muero. Voy a llevar un vestido, voy a estar guapa, pero si me tengo que preocupar por el Goya, ya me mato. Acabo de protagonizar y escribir con Jonás Trueba una película que se llama Volveréis, que es preciosa y que se estrenará, espero, en primavera.

P. ¿Violeta, Celso?

VG: Yo todavía no estoy con una nueva novela, pero hay planes, hay ofertas y hay ideas. Y, a final de año, seguramente publique nuevo poemario.

CG: Yo he escrito dos pelis. Una, con Adrián Orr, y otra que se rodará a final de año, una peli muy grande, de Gabriel Azorín. Pero estoy estrenando ahora esta pieza, hace unos meses Las niñas zombi y el pasado febrero con Mucha Muchacha…. Y tengo la idea, y lo digo aquí para cumplirlo, de que quiero parar.

IA: Yo también quiero parar. Quiero comer, dormir, leer, vivir.

VG: Lo necesitamos muchísimo.