LA CAJA DE RESONANCIA

Joni Mitchell es tan capital como Dylan o Cohen

La apreciación de la obra de la gran cantautora canadiense no ha dejado de crecer en años recientes, como lo prueba el reconocimiento recibido en estos últimos Grammy

La compositora y cantante Joni Mitchell, tras recibir el Premio Gershwin de Canción Popular de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

La compositora y cantante Joni Mitchell, tras recibir el Premio Gershwin de Canción Popular de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. / STEFANI REYNOLDS

Es llamativa la revalorización que vive Joni Mitchell, ahora que hace 17 años de su última entrega de canciones, y cuando se la suponía retirada, más si cabe tras el aneurisma cerebral que sufrió en 2015. Recordemos que es una guerrera a quien la polio dio la bienvenida a la vida a los nueve años. Un ensayo de lo que tendría que pasar ahora, a los 80, ha ironizado ella, que en los últimos tiempos se las ha visto aprendiendo de nuevo a andar, hablar, cantar y tocar la guitarra. 

Y lo ha hecho, mientras crecía más y más la apreciación de su obra. Su álbum más citado, Blue (1971), trepó de repente, en 2020, del puesto 30º al tercero en la lista de los 500 mejores discos de la historia elaborada por Rolling Stone (solo superado por Pet Sounds, de los Beach Boys, y el número uno, What’s Going On, de Marvin Gaye). Y ahí sigue tras la revisión del ranking de hace unas semanas, que recoge hasta cuatro álbumes suyos (años atrás eran dos), incluyendo Court and Spark (1974), Hejira (1976) y The Hissing of Summer Lawns (1975). Esta clasificación va sufriendo variaciones cada cierto tiempo, zarandeada por el espíritu de los tiempos. Y a Mitchell la veneran ahora Taylor Swift, Lana del Rey y Phoebe Bridgers

Blue, un álbum con aromas del Mediterráneo (que grabó tras pasar por Creta e Ibiza), representa la temprana sublimación de la Joni Mitchell trovadora impresionista, con su celestial voz de soprano, sus inusuales armonías de guitarra y piano y esas historias en primerísima persona, algunas de ellas comprometedoras (para ella y para sus partenaires). Textos que asombraron a Kris Kristofferson (“Joni, deja algo para ti”). Pero Mitchell ha defendido siempre un ideal de sinceridad frente a la “máscara” que, estima, se puso un día Bob Dylan, a quien ha llegado a tachar de plagiador (“todo en él es un engaño”).  

Y bien, Blue bien puede mirar de tú a tú a otros fetiches del altar singer-songwriter, como Blonde On Blonde, de Dylan, o a Songs of Leonard Cohen. Atesora un arte de la canción refinado y audaz, un salto de escala en el canon folk. Y es bello, y poético, el reconocimiento de los Grammy de este domingo, dentro de un desfile de figuras juveniles como SZA, Olivia Rodrigo o Dua Lipa. En medio de esa ceremonia de culto a la juventud, la señora de 80 años que sale de la tiniebla. Y que estos días ha sorprendido al anunciar dos conciertos en el Hollywood Bowl para octubre (24 años después de su última gira). Joni Mitchell, cantautora del milagro, salvada por la música.