DESCUBRIMIENTO LITERARIO

Pim-Pam-Pop: viaje a la España antifranquista de los 60 con un Vázquez Montalbán inédito

La novela está protagonizada por un escritor que acaba de salir de la cárcel y termina en una agencia de publicidad, el único sitio donde le es permitido escribir. Algo similar le sucedió a Montalbán

José Colmeiro y Daniel Vázquez Sallés en La Modelo, donde sus padres estuvieron presos.

José Colmeiro y Daniel Vázquez Sallés en La Modelo, donde sus padres estuvieron presos. / JORDI COTRINA

Este miércoles se cumplen 20 años de la muerte prematura de Manuel Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok. Y como sucede con los mensajes que se meten dentro de una botella y se lanzan al mar sin un destino prefijado, el azar ha querido que justo ahora llegue a la arena de nuestra playa (es decir, a las librerías) una novela inédita y totalmente inesperada del para muchos mejor cronista del tardofranquismo y la Transición. Todo un acontecimiento literario que se titula Los papeles de Admusen y edita Navona

La historia de su descubrimiento, anunciada el pasado abril, es fruto de la suerte pero sobre todo de la investigación. El manuscrito fue hallado por el profesor de Filología Hispánica de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y experto en la obra de Montalbán José Colmeiro, que la encontró entre los papeles que la familia depositó en 2016 en la Biblioteca Nacional de Catalunya. Sucedió mientras investigaba en los archivos para una reedición de Galíndez que también acaba de publicarse.

Apenas había material en las cajas de la década de los 60 y que apareciera un manuscrito a tres tintas, corregido a mano y encuadernado hizo saltar las alarmas. Luego vino el covid y el parón consiguiente. El último año ha estado dedicado a la revisión y edición de la que es la primera novela que escribió Manuel Vázquez Montalbán cuando tenía, según los expertos, entre 24 y 26 años. 

El manuscrito de 'Los papeles de Admunsen'.

El manuscrito de 'Los papeles de Admunsen'. / ARCHIVO

Viaje en el tiempo

“Nadie sabía nada, ni la familia, los allegados ni su agente. Pero desde el primer momento vi la enorme importancia de aquello”, recuerda Colmeiro, que ve el hallazgo como “una fascinante caja negra del escritor, que adelanta en forma embrionaria las preocupaciones, temas y obsesiones". Para su hijo, el también escritor Daniel Vázquez Sallés, fue una sorpresa muy especial. “Es como encontrarte con tu padre a los 24 años, de las cosas que más me han emocionado” desde que en 2019 se hizo responsable de mantener vivo el legado de su padre, reconoce. Leerla fue como “viajar en una máquina del tiempo, al pasado”. 

La novela, de unas 450 páginas, es un retrato de la vida clandestina en la España franquista de los años 60. Está protagonizada por un escritor que acaba de salir de la cárcel y termina en una agencia de publicidad, el único sitio donde le es permitido escribir. Algo similar le sucedió a Montalbán, que fue condenado por su antifranquismo a tres años de cárcel por “rebelión por equiparación” de los que cumplió 18 meses, los primeros en la Modelo y los restantes en la prisión de Lleida, en 1962, a donde pidió el traslado.

La cárcel, segunda universidad

Al salir, perseguido por la censura franquista, tuvo que recurrir a revistas de muebles (uno de sus seudónimos era Jack el decorador) para seguir escribiendo sin despertar demasiadas sospechas porque se le vigilaba de cerca. Según explica Colmeiro, su tiempo en la cárcel fue como una segunda universidad, “una época muy productiva” que compartió con Salvador Clotas, Martín Capdevida y Ferran Fullá. Escribió dos poemarios, numerosos relatos, Informe sobre la información, aprendió italiano y es probable que empezase Los papeles de Admunsen, cuyo título es un guiño al gran explorador noruego Roald Amundsen, famoso por dirigir la expedición a la Antártida que descubrió el Polo Sur, un aventurero por el que sintió fascinación desde niño. Su esposa, Anna Sallés i Bonastre, también pasó seis meses en la cárcel, tal y como recuerda una placa en La Modelo. 

José Colmeiro, Daniel Vázquez Sallés y Ernest Folch.

José Colmeiro, Daniel Vázquez Sallés y Ernest Folch. / JORDI COTRINA

Leiden-Barcelona

La novela está ambientada en la ciudad holandesa de Leiden para esquivar al censor, pero las descripciones de lugares como la Fira, el barrio del Raval o el puerto retratan a la Barcelona de los años 60. “Es un libro valiente, que retrata la lucha clandestina contra el franquismo y es al mismo tiempo muy moderna, en ella ya se apunta una crítica a la sociedad patriarcal y de consumo”, apunta Colmeiro. “Creo que estaría muy contento de que le pudiéramos leer ahora, sin los prejuicios de la época”, añade. 

Para Vázquez Sallés, la novela es “muy luminosa y colorida” y tremendamente moderna, con elementos clásicos montalbanianos como “la intriga, la lucha política, la memoria y la literatura experimental". La figura de Admunsen, que funciona como su primer alter ego, es la de "un antihéroe, un perdedor, un joven escritor frustrado que no puede publicar”, algo que refleja su propia experiencia como periodista al que se le impidió ejercer por no estar afiliado al Movimiento. Por el libro desfilan películas y canciones de la época en un retrato a modo de collage que tiene mucho que ver con la portada del libro, un cuadro de Equipo Crónica titulado Pim-Pam-Pop.

Manuel Vázquez Montalbán.

Manuel Vázquez Montalbán. / ALBERT BERTRAN.

Una derrota y un secreto

Uno de los misterios alrededor del manuscrito encontrado tiene que ver con una anotación a mano en la primera página, donde consta que Montalbán presentó la novela al Premio Biblioteca Breve. No lo ganó y no volvió a hablar nunca con nadie de la novela, ni siquiera con su familia. Pero no destruyó el manuscrito, como solía hacer con los papeles que no le interesaba conservar. Corrigió la novela meticulosamente y la guardó. En la primera página aparece tachado el nombre del escritor, crítico y editor Josep Maria Castellet, por entonces jurado del premio, y la dirección de su casa, Provença, 275.

Es de suponer que se la envió primero a él y después al premio, donde no prosperó, y que después hiciera las correcciones y la metiese en un cajón durante décadas. Conocer todos los detalles de la historia es “trabajo para un futuro doctorando”, propone Colmeiro, un buen conocedor del legado, que todavía tiene que ser inventariado del todo y donde hay sobre todo abundante correspondencia y cartas con personajes como Sara Montiel. ¿Más inéditos? “Excepto un poemario que desapareció en una playa griega en el 74, no conozco más inéditos de mi padre”, dice su hijo. El tiempo y los investigadores dirán.