EN DIFERENTES FORMATOS

¿Qué fue antes, el libro o la película? Cuando primero lo ves en pantalla y después lo lees en papel

Lo habitual es que sean las películas y series las que se basen en novelas o relatos. Pero, ¿y cuando es al revés? El último libro de Nick Hornby, basado en una serie que él guionizó, es un buen ejemplo.

Un fotograma de 'State of the Union', la serie en la que se basa el libro de Nick Hornby 'Estado de la Unión'. Hace unas semanas estrenaba su segunda temporada.

Un fotograma de 'State of the Union', la serie en la que se basa el libro de Nick Hornby 'Estado de la Unión'. Hace unas semanas estrenaba su segunda temporada. / Movistar+

Un hombre y una mujer quedan en un pub de Londres diez minutos antes de que comience su sesión de terapia de pareja. En ese tiempo de conversación previo a la cita con la profesional que pretende ayudarles, se van desgranando los problemas que les han llevado a esa situación. Suelen analizar cómo les fue en la sesión anterior y también especulan sobre los pacientes que salen de la consulta. Hablan sobre otras personas que están en el bar. Esta es la trama principal de El estado de la unión. Un matrimonio en diez partes, el libro de Nick Hornby que Anagrama acaba de publicar en España traducido por Jaime Zulaika. Esta historia totalmente ‘hornbiana’ –el protagonista es, por supuesto, crítico musical y tiene ciertos problemas de comunicación, entre otras cosas– es el material perfecto para hacer una serie de diez capítulos de diez minutos. Es tan adecuado que, de hecho, ya está disponible: el libro está basado en el guion que el propio escritor elaboró para la ficción audiovisual que Stephen Frears dirigió para HBO en 2019.

No es el primer trabajo de Nick Hornby que aparece en la pantalla, pero sí su primer guion novelizado. Muchos de sus libros se han adaptado al cine con éxito, porque el escritor inglés tiene buena mano para el género de comedia dramática romántica –¿dramedia romántica?– amable y orientada al hombre blanco cisheterosexual de clase media. Es decir, mucha gente. Ahí están ejemplos como Alta Fidelidad, también dirigida por Stephen Frears en 2000; Un buen chico (Paul Weitz y Chris Weitz, 2002) o Juliet, desnuda (Jesse Peretz, 2018), protagonizadas por actores especializados en dar vida a personajes un poco disfuncionales, un poco torpes, en el fondo buena gente y melómanos, cómo no: John Cusack, Hugh Grant y Chris O'Dowd, respectivamente. El tercero repite como protagonista de esta serie que fue antes que el libro.

Las adaptaciones de libros al formato audiovisual han sido habituales a lo largo de toda la historia del cine y, de hecho, parece que el ritmo se ha acelerado si se observan algunos de los últimos títulos que se han estrenado. Sin ir más lejos, la esperada película Oppenheimer de Christopher Nolan está basada en la biografía American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer de Kai Bird y Martin J. Sherwin. Pero el proceso inverso también funciona, aunque sea menos conocido y en muchos casos se dé por hecho que la obra literaria fue antes que la cinematográfica porque es lo más frecuente. Un buen ejemplo es El tercer hombre de Graham Greene, cuyo propio autor explica en el prefacio que el libro “no fue escrito para ser leído, sino para ser visto”.

Berta Márquez, la gerente editorial de Literatura Infantil y Juvenil de SM, comenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que este es el primer caso que se conoce. “Se hizo así por la necesidad que sintió el guionista de ampliar el universo de la historia a través de una novela”, detalla. En su editorial, el primer libro basado en otra obra fue Billy Elliot, y en su catálogo también está El sueño de Iván, de Roberto Santiago, que también fue posterior a la película, aunque ella puntualiza que “el germen de la historia cinematográfica está en la novela Diario de Iván en los Mundiales, escrito por Roberto Santiago y publicado por SM”. “Luego hay casos como Manolito Gafotas, que no viene exactamente de un audiovisual, pero sí de un programa de radio. Elvira Lindo interpretaba a este personaje en A vivir que son dos días de la SER, y posteriormente quiso llevarlo al papel”, sostiene.

En SM tienen una colección llamada Pop Classics, en la que se recogen grandes títulos como Regreso al futuro, co-escrita por Robert Zemeckis y Bob Gale, o E.T. de Jim Thomas, una adaptación de la híperconocida película de Steven Spielberg. Algunos lectores también recordarán las ediciones de Solo en casa. Perdido en Nueva York o ¡Liberad a Willy! firmadas por el escritor de literatura infantil y juvenil Todd Strasser que Círculo de lectores publicó en los años 90. Todos los casos se refieren a obras muy conocidas que, como dice Márquez, “suelen ir acompañadas de una campaña de marketing que les da mucha visibilidad. Cuando un libro parte de una película, ya tiene un poco del camino para llegar a los lectores hecho, porque ya les suena, conocen el título, el argumento… Digamos que tienen mucha más información para decidir si cogen o no ese libro que si partes de cero”.

En el caso de los títulos destinados al público infantil y juvenil es difícil saber si los lectores vieron antes la película o la serie y después llegaron al libro o fue al revés. “Yo creo que habrá de todo, aunque entiendo que por el esfuerzo que supone leer, quizá sea más fácil que vean primero la película y después se animen con el libro”, sostiene la gerente editorial. “Lo cierto es que los libros que tenemos en nuestro catálogo que han nacido de una película han funcionado muy bien”, afirma.

Adaptadores profesionales


Entre el público adulto también hay consumidores de adaptaciones de la pantalla a la literatura. “Sobre todo en la actualidad se hace con muchas series. En España tenemos casos como Amar en tiempos revueltos o Cuéntame”, apunta Márquez. Quizá uno de los casos más paradigmáticos, por su juego con la ficción y la realidad, sea el de los libros derivados de la serie Castle, que se estrenó en el año 2009 y estuvo en antena hasta 2016. El protagonista es un escritor de novelas de misterio llamado Richard Castle que se basan en la vida de los detectives Derrick Storm y Nikki Heat. Pero tras el éxito de la serie, esos libros saltaron al mundo real escritos por Tom Straw, que los firmó con el seudónimo de, precisamente, Richard Castle. Para más inri, el actor Nathan Fillion, que daba vida a Castle en la ficción televisiva, también puso cara al Castle de la literatura. Ese truco de espejos fue un bombazo editorial y algunos de sus títulos llegaron a la prestigiosa lista de los más vendidos que publica The New York Times.

En ocasiones son los propios guionistas –como los mencionados Hornby o Graham Greene– quienes se encargan de ‘novelizar’ sus series o ficciones, pero también existe un colectivo de escritores especializados en esta labor. En inglés se les conoce como ‘tie-in writers’ y tienen su propia organización llamada International Association of Media Tie-In Writers, que se creó para demandar un reconocimiento justo a su trabajo. “Las organizaciones existentes como Mystery Writers of America, Science Fiction Writers of America y Romance Writers of America a menudo pasan por alto y subestiman a los autores de adaptaciones y su trabajo, aunque algunos de sus miembros más respetados trabajan en este campo”, afirman en su web oficial. “Estas adaptaciones representan un gran porcentaje de los libros publicados cada año, tienen un enorme éxito y los lectores los disfrutan mucho”, afirman.

Además, han creado sus propios premios anuales, The Scribe Awards, que se otorgan a las mejores obras basadas en programas de televisión, películas y videojuegos. Algunos de los ganadores de 2022 fueron Alien 3 de Pat Cadigan a la Mejor Adaptación a Novela y Doctor Who: Girl Deconstructed de Lisa McMullin a la Mejor Adaptación a Audio. No se trata de fan-fiction [ficciones basadas en otras obras desarrolladas por sus seguidores], sino libros de escritores profesionales que, si bien su nombre no parece relevante, consiguen revolucionar las listas de ventas. Son tan importantes para la industria como esos personajes secundarios sin los que la obra no funcionaría pero a los que no siempre se les presta la atención que merecen. Los niños y niñas que se rieron leyendo Solo en casa y E.T. estarán de acuerdo con que reivindiquen su lugar y su reconocimiento.