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'Los boys club', el ensayo que explica por qué el protagonista de 'American Psycho' podría controlar el mundo

La escritora y académica canadiense Martine Delvaux desmenuza los códigos y el poder que todavía tienen los clubs masculinos: los de sillón chester y copa en la mano pero también los grandes despachos y salas de reuniones, lugares de los que se sigue excluyendo a todo aquel que no sea hombre, blanco y adinerado

'El club', un episodio de la segunda temporada de 'Frasier'.

'El club', un episodio de la segunda temporada de 'Frasier'.

Café, copa, puro. Paredes forradas de madera, cortinas pesadas, alfombras mullidas, luz tenue. Camareros con uniforme, normas de conducta. Apretones de manos, palmadas en la espalda, datos confidenciales en voz baja, alguna carcajada. Hombres jóvenes, maduros y viejos con traje, corbata, buen corte de pelo, reloj caro. Todos blancos, cisgénero, heterosexuales, con dinero.Y casi ninguna mujer. Puede parecer el escenario de una película algo tópica sobre corrupción política, élites británicas, la mafia o todo a la vez ambientada en el pasado. Pero lo interesante, e incluso inquietante, es que esos lugares a los que solo pueden acceder los socios siguen existiendo. Y no solo en Reino Unido, que son los que tienen la fama, sino también en Francia, Estados Unidos e incluso en España. El ejemplo más representativo es el de La Gran Peña, creado en 1896 por militares españoles y emplazado en el número 2 de la Gran Vía madrileña. El rey emérito Juan Carlos I es socio desde 1975, como también lo fueron Santiago Bernabéu o José Calvo Sotelo.

En la mayoría de ellos no hay socias: en algunos pueden entrar mujeres pero como espectadoras y en ocasiones especiales, para que vean de lo que disfrutan sus anfitriones y se les niega a ellas. Este tipo de espacios son la representación más gráfica de Los boys club, el concepto que da título al libro de Martine Delvaux. La editorial Península lo acaba de publicar en España traducido por Lara Cortés Fernández y con el prólogo Instrucciones para desactivar a los Señores S.A firmado por la periodista Noelia Ramírez. El libro de la canadiense salió a la venta en Quebec en el año 2019 y fue todo un hito para bien y para mal. Por un lado, recibió el Gran Premio del Libro de Montreal y por otro, una oleada de reacciones virulentas que incluyeron una amenaza de muerte. Es lo que sucede cuando alguien se atreve a cuestionar el orden establecido y a quienes lo controlan.

Por supuesto, Delvaux estaba preparada para ese casi inevitable backlash. Ya lo había visto con otros ensayos feministas publicados en Francia poco antes del suyo en los que se analizaba a los varones y la masculinidad. Los que más incomodaron y enardecieron al público fueron Hombres, los odio de Pauline Harmange o Le sexisme. Un affaire d’hommes de Valérie Rey-Robert, ya que sus autoras “se atrevieron a preguntarse por su propia relación con los hombres, por lo que ellos representan, por la manera en la que los varones ocupan sus vidas, su imaginario, sus cuerpos y sus pensamientos, y por lo urgente que resulta liberarse de todo ello”, describe en el libro. Y su trabajo se encaja en la misma corriente.

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La autora, Martine Delvaux. / Emilie Pelletier.


“Lamentablemente, sí, me esperaba esta reacción. ¡Denunciar la dominación masculina levanta pasiones!”, dice la autora a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por correo electrónico. “Pero me había preparado para lo peor y al final no sucedió porque todavía sigo aquí. Recibí solo una amenaza de muerte entre toda la oleada de violencia y he continuado hablando en público, escribiendo y avanzando. Tuve suerte de estar bien acompañada y de tener a los medios de mi parte”, explica.

Organizaciones excluyentes

¿Qué es exactamente el boys club? La autora lo resume en cuatro puntos. Por un lado, es una organización que tradicionalmente ha excluido a las mujeres y se encuentra bajo el control de los hombres. Por otro, un grupo de hombres ricos y de edad avanzada que ejercen un poder político. También un grupo de varones que se encuentran en una situación de poder y se sirven de ese poder en su propio beneficio, por lo general de manera indirecta. Y, además, es una expresión que alude al deseo de salvaguardar a las élites. “El boys club es un estrecho grupo de amigos-hombres que se protegen entre sí”, afirma Delvaux en su libro. Y ahí entran el consejo de administración de una empresa del Ibex 35, una hermandad universitaria, la Iglesia Católica, Silicon Valley o el White 's Club de Londres donde el rey Carlos III del Reino Unido celebró su despedida de soltero antes de casarse con Lady Di.

Lo más peligroso pero fundamental del 'boys club' es la autosegregación. Para defender este yo masculino (blanco y rico, la mayor parte del tiempo), están dispuestos a todo. A excluir, a eliminar, incluso a matar”

“Lo más peligroso pero fundamental del boys club es la autosegregación. Porque para preservar, defender este yo masculino (blanco y rico, la mayor parte del tiempo), están dispuestos a todo. A excluir, a eliminar, a apartar, incluso a matar”, declara la escritora. “Esa autosegregación no es inocente ni ingenua. Existe para que el poder pertenezca a un grupo selecto, en detrimento de los demás. Es antidemocrática, sexista, por supuesto, pero también racista, homofóbica y capacitista”.

A la vez en todas partes

Los miembros del boys club no son otros que los que manejan los hilos del heteropatriarcado que rige la sociedad actual. Pueden estar sentados en el salón Primo de Rivera de La Gran Peña o en un estudio de arquitectura (un claro ejemplo de gremio masculinizado y de élite, según la autora), pero generalmente llevarán traje. Esta prenda es “el hábito que se necesita para formar parte de los monjes que constituyen los clubes en los que se hace negocios”, se explica en el ensayo. Su identificación con el poder se ve claramente en la cultura popular: desde el cine de los años 80 con Richard Gere de Armani en American Gigolo o Michael Douglas en Wall Street hasta los personajes de la serie Suits (La clave del éxito en España) pasando por el Rey del traje: Patrick Bateman, protagonista de la novela best seller American Psycho de Bret Easton Ellis.

Patrick Bateman, el protagonista de 'American Psycho'. Un psicópata de traje... y hacha.

Christian Bale como Patrick Bateman, el protagonista de 'American Psycho'. Un psicópata de traje... y hacha. / ARCHIVO

Precisamente, uno de los héroes de Bateman era Donald Trump, quien para Delvaux “es en sí mismo un boys club”. Cuando Easton Ellis publicó la novela en 1991 no podía saber que su personaje admiraba a un futuro presidente de su país, pero la referencia le habría servido igual o incluso mejor: admirar al Trump-mandatario definiría aún más a su personaje, un psicópata de primer nivel. Donald Trump, con su traje azul y su corbata roja, representa todo lo malo que le puede pasar a una mujer –desde la agresión sexual a las leyes disciminatorias, el recorte de derechos y la violencia de género– y a cualquiera que no sea un hombre blanco con dinero. Ideas como la de construir un muro entre México y Estados Unidos o la de deportar a refugiados separando a padres e hijos son solo dos ejemplos.

Seguir añadiendo la coletilla de ‘no todos los hombres son así’ es negar el derecho a la cólera feminista"

En su introducción, Delvaux presenta la idea que Suzanna Walters, intelectual estadounidense, publicó en un artículo de opinión en The Washington Post: “¿Por qué no podemos odiar a los hombres?”. Teniendo en cuenta que las mujeres llevan siglos soportando una violencia de género –en todos sus aspectos– desmedida, seguir añadiendo la coletilla de ‘no todos los hombres son así’ es negar el derecho a la cólera feminista. Si no son misóginos “tienen que ser capaces de entender y admitir que forman parte de un sistema en el que no se da a las mujeres el lugar que les corresponde y, una vez hayan entendido y admitido esa realidad, tienen que comprometerse a luchar junto a nosotras para cambiarla”, escribe.

Precisamente, un libro como el de Delvaux podría ser una buena herramienta para que los miembros del boys club lleguen a cuestionarse cuál es su lugar en el mundo y qué consecuencias tiene para los que no son como ellos, pero la escritora se muestra escéptica ante esa posibilidad. “No soy ninguna ingenua. Lo más difícil es que la gente que tiene el poder lo entregue, aunque sea en parte”, dice. “Es lo que mi libro se pregunta, al final. ¿Es posible que los hombres en posiciones de poder acepten renunciar al lugar que han ocupado durante mucho tiempo para dejar espacio a las mujeres o las personas racializadas, por ejemplo? Yo espero que sí, mantengo la esperanza a pesar de todo”, afirma.

Sin embargo y pese a esa esperanza que dice tener, la canadiense no ve muy probable que los miembros del boys club vayan a perder su poder en el futuro por arte de magia. “A menos que salgamos a la calle colectivamente para negar la forma en la que toman todas las decisiones contra nosotros no lo veo muy probable”, sostiene. “El auge de la extrema derecha va unido a los movimientos sociales que cobran vida, pero ante la crisis climática, ¿Será la derecha la que prevalecerá como en tantas películas de ciencia ficción no tan ficticias? ¿O se impondrán los movimientos sociales? Yo intento no desanimarme”, concluye.