GALARDÓN LITERARIO

El escritor peruano Gustavo Rodríguez gana el Premio Alfaguara con una novela en la que se enfrenta con humor a la vejez

Vejez, dependencia y soledad, los cuidados que estas requieren y la muerte en la que desembocan, son los temas que recorre la novela que se ha hecho con el galardón de este año, firmada por un autor que saltó de la publicidad a la literatura

Gustavo Rodríguez

Gustavo Rodríguez

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Cuando recibió en su casa de Lima la llamada de Pilar Reyes, la directora editoral de Alfaguara, a las 4:30 de la mañana, Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) creyó durante unos instantes que ese brusco despertar se debía a los efectos indeseados de una gominola de melatonina que se había tomado para conciliar el sueño la noche anterior. El escritor peruano necesitó hablar con todos los miembros del jurado que le felicitaban para cerciorarse de que realmente era el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2023 gracias a Cien cuyes, un relato sobre la etapa final de la vida que se ha hecho con el segundo premio literario mejor dotado de los que se conceden en España y el que tiene una mayor vocación latinoamericana.

El jurado, que destacó el humor negro que envuelve la historia, presentó la obra ganadora como "una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: que somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor".

En un Casino de Madrid que volvía a acoger, tras dos ediciones pandémicas, la abarrotada comida del premio con una fuerte presencia de políticos, comunicadores y grandes y medianos espadas de la literatura, el autor ha tratado de explicar en conexión por videoconferencia desde Lima las razones que le empujaron a escribir su libro gandador, aunque sin tener todavía demasiado claro el por qué. “Creo que se debe a la muerte de personas grandes cercanas como mi suegro, y a la pandemia y cómo afectó a mi país", ha contado. "Lo que sí sé es 'para qué' la escribí. Para que empecemos a hablar de la muerte con más frescura. En Occidente de la muerte se habla menos todavía que del sexo. Se puede ver en los eufemismos: 'pasó a mejor vida', 'está en el cielo'... Tenemos que hablar más de la muerte en general, y de la dignidad al morir en particular". A sus 54 años, también reconoció que "en este momento me toca pensar en el tramo que viene y en cómo vivirlo, y entiendo que eso impregna la novela”.

Rodríguez había comenzado su intervención mencionando las protestas y la difícil situación que está viviendo su país, y se ha felicitado por que esa palabra del título de su novela que se le resiste a los españoles llegue ahora más lejos. "La palabra 'cuy' en mi país, y especialmente en los Andes, es de uso extremadamente cotidiano. Es este roedor simpático que también se conoce como conejillo de indias o cobaya, y que ha sido durante milenios parte de la dieta diaria de millones de habitantes de este territorio que llamamos Perú. Por eso me alegra que el título ayude a visivilizar que hay en Perú una gran conjura, la división clasista entre occidente y lo originario, que es la gran materia de mi país y de casi todos los países de Latinoamérica".

Dependencia, soledad... y humor

Una mujer que atraviesa cada día la capital peruana con el fin de cuidar a un grupo de ancianos que vive en uno de los barrios acomodados de la ciudad es la protagonista de una historia que pivota sobre el tema de los cuidados y la dependencia, pero también de las relaciones entre las clases sociales y los tonos de piel. Frasia trabaja sin descanso para conseguir los cien cuyes del título, el dinero que se requiere para comprar esos cien animales y que a ella le permitirían cambiar de vida. Los mayores, en cambio, la necesitan a ella. No solo la ayuda práctica que les dispensa, sino también algo en lo que es especialmente brillante: aplacar la soledad de unas vidas en las que casi todos a su alrededor han muerto ya, y apenas quedan comidas sosas y películas en televisión para matar el tiempo que quede. Como en otros de sus libros, Rodríguez ha querido hacer aquí un "homenaje a la mujer peruana que tiene que salir desde el fondo de la pirámide social para alcanzar lo más parecido a la plenitud". 

Su trama no debe transmitir la impresión de una lectura pausada o de tono lúgubre. Gustavo Rodríguez ha defendido el "dinamismo de su novela", en la que hay "mucho movimiento" por la gran conexión del autor con la cultura audiovisual. Y los miembros del jurado se han esforzado en alabar su fino sentido del humor, un elemento que el autor defiende como fundamental. "Sin humor no se pueden abordar estos temas", ha dicho. También ha confesado que, hace años, "me quedaba un sinsabor cuando la gente me decía que mis novelas eran divertidas", pero ya no. "Lo que he tenido que pulir a lo largo de mi vida es diferenciar la humorada del humor. Probablemente en mis primeros escritos había más ocurrencias que humor soterrado, pero con los años uno se vuelve más seguro de sí mismo".  

Cien cuyes es la novena novela de Gustavo Rodríguez, un escritor ya veterano pero que antes de entregarse a la literatura se dedicó a la publicidad. Hoy ha valorado ese cambio que llevó a cabo en un momento de su vida, cuando abandonó la primera profesión para dedicarse a tiempo completo a la segunda. “Hice la apuesta correcta, sí. Durante mucho tiempo pensé que era un publicista que se había dedicado a escribir, pero con los años y rememorando mi infancia me dí cuenta de que había sido al revés: siempre he sido un narrador que en un momento dado encontró en la publicidad la manera de contarse”. Madrugada, una historia que tiene algunos elementos en común con la de Cien cuyes, sobre todo el retrato del racismo y el clasismo en su país, era hasta ahora su novela más conocida. Hace solo unos meses publicaba Treinta kilómetros a la medianoche.

El jurado del premio Alfaguara ha estado formado en esta edición por el periodista y escritor Javier Rodríguez Marcos, la editora y traductora Carolina Orloff, el librero de Letras Corsarias, en Salamanca, Rafael Arias García, el escritor Juan Tallón y la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes (esta última con voz, pero sin voto). Un total de 706 manuscritos, procedentes de España y Latinoamérica, se habían presentado en esta ocasión. El último en ganarlo, en 2022, fue el chileno Cristian Alarcón. Con 175.000 dólares (unos 162.000 euros), el premio es el segundo mejor dotado de España, y conlleva además la entrega de una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana. La novela llegará a las librerías el próximo 23 de marzo.