TEATRO

Autoritaria y egoísta, utópica y libre: ¿todos somos ‘Yerma’?

Ernesto Caballero apura sus últimas funciones en Madrid y Juan Carlos Martel arranca dentro de unas semanas las suyas en Barcelona -con parada a principios de 2023 en la capital- de dos lecturas antagónicas del texto de Lorca

Un momento de la 'Yerma' de Ernesto Caballero, con Karina Garantivá, su protagonista, sentada en el suelo.

Un momento de la 'Yerma' de Ernesto Caballero, con Karina Garantivá, su protagonista, sentada en el suelo. / Cedida

Se estrenó el 29 de diciembre de 1934 en el Teatro Español de Madrid, con Margarita Xirgu dando vida a esa mujer que convertirá su anhelo de maternidad en un pozo de angustia y frustración. Antes de su estreno, Federico García Lorca dirá que Yerma forma parte de una trilogía dramática de la tierra española que comienza con Bodas de Sangre: "¿El tema de la obra? La mujer estéril". Y añadirá que "Yerma no tiene argumento, Yerma es un carácter". Y ese carácter sin argumento se traducirá durante décadas en innumerables versiones, adaptaciones, interpretaciones y relecturas del drama de una mujer dueña de una obsesión, asfixiada por una sociedad que la oprime y convertida en heroína. 

Pero Yerma tiene tantas lecturas como lectores, y estos días se dan el relevo en dos escenarios, en dos ciudades distintas, dos visiones antagónicas del texto de Lorca: una, la del director Ernesto Caballero, en el Teatro Quique San Francisco de Madrid, con Karina Garantivá en el papel de Yerma. Otra, la de Juan Carlos Martel, que estrena el próximo 18 de noviembre el drama de Lorca en el Teatre Lliure de Barcelona (que dirige desde 2019) con María Hervás al frente del reparto. Una Yerma egoísta y totalitaria frente a otra más poética, concebida como la proyección de una canción de cuna. 

'Yerma es totalitaria y una asesina'

"Habíamos visto en Yerma mucha idealización del personaje y nos preguntamos por qué todo el mundo justifica todo lo que hace", explica a este diario Karina Garantivá, que da vida a Yerma y lidera, junto a Ernesto Caballero, Teatro Urgente, un proyecto de investigación y creación teatral que nació en 2020 vinculado a textos capaces de generar un debate cívico. En su lectura del drama de Lorca, ambos impugnan la condición de víctima de una mujer que ellos creen oscura y egoísta

La Yerma de Caballero y Garantivá es, de alguna manera, el envés de la Nora de Ibsen, que pudiendo dar un portazo elige no contemplar siquiera la existencia de esa puerta. "Yerma tiene una serie de alternativas y de trenes que decide no coger, se le plantean posibilidades que ella rechaza", explica Ernesto Caballero, que considera que "Yerma mata por frustración, pero también podríamos llegar a pensar que mata por una idea, por esa idea de maternidad que no se cumple, algo que ha funcionado en su imaginación pero que realmente tampoco responde, como se ha visto en muchas ocasiones, a una necesidad instintiva. Yo creo que la suya es una violencia autoinfligida porque se encuentra en un callejón sin salida, no sabe gestionar la posibilidad de libertad y esa no asunción de la posibilidad de liberación conduce a la violencia". 

La incapacidad de Yerma tiene forma de muro, un muro que preside un escenario que atraviesa una patinadora, en el que una familia come mientras ve en la tele La rueda de la fortuna o en el que se celebra una romería a ritmo de techno. Garantivá, que da vida en escena a una mujer fuerte, ensimismada en su propio idealismo, es más rotunda en su lectura del personaje: "La suya es una historia de degradación y es una tipa totalitaria porque prefiere la destrucción antes que lo alternativo. Y eso es un desafío, Yerma es una asesina y esto se podría llamar El crimen de Yerma porque esta mujer se arrastra por sus pasiones y llega hasta ahí".

Otra escena de la 'Yerma' de Caballero.

Otra escena de la 'Yerma' de Caballero. / Cedida

Esta Yerma totalitaria dialoga de forma evidente con el tiempo actual porque nos muestra, explica la actriz, "el gran error del pensamiento contemporáneo: basar la vida en el deseo, en la idea y en su logro. Ella persigue el deseo y es incapaz de dialogar con el otro". Una idea que Caballero vincula en el terreno político "con la obcecación sectaria, con la no escucha y la cerrazón, y eso está en el nacionalismo o en cualquier movimiento que no pase por la aceptación de las condiciones reales". Esa visión del texto lorquiano también discute la lectura feminista del personaje, esa imagen "de mujer maltratada y de víctima del machismo que yo creo que no ha hecho más que rebajar su figura". Garantivá añade que "la asociación de Yerma con el feminismo no es muy productiva, porque moraliza algo que no está dentro de la tragedia y lo lleva todo a un lugar de buenos y de malos que no es nada profundo".

'Yerma somos todos'

Lo dice Juan Carlos Martel, que apura las últimas semanas de ensayos de su primer Lorca como director al mismo tiempo que afronta la responsabilidad de que el Lliure produzca por primera vez en su historia una obra del autor granadino: "Es cierto que aquí no se había hecho a Lorca hasta ahora, aunque en el último año de Lluís Pasqual (al frente de la dirección del teatro) estuvo a punto de producirse La comedia sin título, que finalmente se hizo en el Teatro Español. Fabià Puigserver, Núria Espert, Frederic Amat, Lluís Pasqual e incluso Àlex Rigola han sido personas vinculadas al Lliure que supieron leer a Lorca, pero por diferentes razones no coincidió que fuera aquí. Quizá había una deuda por saldar y el día que se estrene se habrá saldado". 

Antes de sustituirle como director artístico del Lliure, Martel trabajó como ayudante de dirección de Lluís Pasqual en varias obras de Lorca y, aunque no reniega de lo aprendido con él, marca distancias: "‘Yo tengo la escuela de tu madre’, decía Poncia en La casa de Bernarda Alba, y no había personajes más opuestos que Bernarda y Poncia. Pues lo mismo. Yo aprendí de él, pero soy de otra generación y esta Yerma la quiero vivir con transmisión de fuego y no como veneración de cenizas". 

Es un poema que estoy seguro [Lorca] compone como pieza musical. A golpe de pulsión cardíaca, 'Yerma' es una nana y el público es la criatura a quién le es cantada"

La de Martel es una Yerma atemporal, en la que no hay, dice María Hervás, "ni pantalones vaqueros ni camisetas de tirantes, no hay un esfuerzo por traerla al 2022, pero tampoco está encarcelada en 1934". Martel concibe la Conferencia de las canciones de cuna españolas de Lorca como el punto de partida de su lectura del poema trágico: "Un poema que estoy seguro (Lorca) compone como pieza musical. A golpe de pulsión cardíaca, Yerma es una nana y el público es la criatura a quién le es cantada". Una nana con música de Raúl Refree, en un espacio escénico que materializa el vientre vacío en un óvalo diseñado por Frederic Amat

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Cartel del montaje de 'Yerma' que ofrecerá el Lliure.


María Hervás, que vuelve a subirse a un escenario tras Iphigenia en Vallecas y Jauría, cree que "Yerma no va tanto de la maternidad o de una mujer que quiere tener hijos y no lo consigue, sino del impulso de vida asfixiado. Yerma habla de los impulsos, de todo eso orgánico que sientes y no puedes llevar a cabo porque se te prohíbe. Porque, aunque nos creamos la generación más libre de la historia, en realidad no lo somos. Creo que estamos en una sociedad de control, ya lo decía Foucault, yo siento que mi peor militar y mi peor dictador los llevo dentro y eso es un éxito del sistema".

"Nuestra Yerma a va a ser una política. Juan Carlos Martel me elige a mí y yo soy un animal político", dice María Hervás, "y yo entiendo que gran parte del deseo de Yerma de ser madre tiene que ver con la utopía de un mundo mejor. Yerma está deseando un mundo libre, una utopía política. Yerma es un canto a la vida y la libertad". Y si la actriz lee el texto de Lorca en clave colectiva, Martel se proyecta en Yerma de manera más personal y explica a este diario: "Lorca es cada una de sus palabras, pero sobre todo de su silencio. En ese silencio me reconozco y es el que busco en Yerma. La tragedia de poder realizar un acto de creación y que un sistema te lo impida". Y, cuando afirma que "Yerma somos todos", el director del Lliure piensa "en Juan, en la Vieja pagana, en Víctor y hasta en la Dolores, en plural. Todos ellos no existen sin ella y a la vez también son ella. Y yo me proyecto en Yerma, en la lucha constante desde una institución como el Lliure para abordar ciertas problemáticas y proyectos, en la imposibilidad y en la incomprensión política y burocrática".  

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