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Andreu Buenafuente: "Entiendo el humor como una defensa contra el miedo y el estupor ante el mundo"

El cómico catalán presenta Nadie sabe nada, un programa que se emite tanto en radio, en Cadena Ser, como en televisión, con HBO Max

Andreu Buenafuente, en Barcelona.

Andreu Buenafuente, en Barcelona. / JORDI COTRINA

A través del ventanal lo veo llegar en su aspecto colegial motivado: bermudas, camisa y deportivas (las gafas de pasta oscura son ya parte de su físico). Frente a frente, A.B. es un tipo introvertido, que traga bastante y calla cuando lo cabrean (que no es el caso). Viene de grabar aquí al lado su última proeza, un programa dúplice que se emite en radio (Cadena Ser) y televisión (HBO Max) al tiempo, Nadie sabe nada. ¿Quién da más en la profesión?

- ¿Cómo se llama lo que no es hiperactividad sino lo otro, o sea lo suyo?

Motivación. Me gusta mucho lo que hago, me hace sentirme pleno, y además es lo que he hecho desde los 17 años. He mejorado en esto del híper, eh, intento regular las energías, poner menos ingredientes a la paella, que se noten más los sabores y disfrutarla aún más. No siempre lo consigo. 

- Le llaman El rey del Late, ¿por eso no pega ojo de noche? 

Ahora en el exilio, ya no reino.

- Mejor en el exilio que emérito, ¿no?

¿Emérito? No, no, en principio no. Soy el pesado de los late, te lo digo sinceramente: llevo desde 1999 con la turra de que es un género universal y síntesis de la televisión de entretenimiento, pero no ha creado escuela en España. 

- ¿Y lo de no dormir?

No creas. Me encanta dormir y soy uno de los mejores siesteros del mundo. Y tampoco me gusta madrugar. No, no se me hace eterna la noche ni respondo al perfil de trasnochador, no veo qué gracia tiene estar despierto a las 5 de la mañana. Cuando hacía el programa en directo sí es verdad que se me salía la cadena, pero desde que soy padre (Joana, 10 añitos) me acuesto a las 9,30 de la noche. Primero lo haces por acompañar a tu hijo y luego descubres que es sano. 

- Cuando el mundo es un disparate total, ¿de qué elige reírse?

Entiendo el humor como una defensa contra el miedo y el estupor ante el mundo, el refugio más bonito posible. Así que me siento un privilegiado por ganarme la vida con esto, a veces me tengo que pellizcar: ¡me siguen pagando por hacer humor!

- Repetimos toma: asegura que a su creatividad le sientan mejor los tiempos hostiles que la bonanza. ¿La está gozando?

Síii, todo el equipo la gozamos. Yo me motivo con mi gente: somos como esas pandillas de amigos felices. Me pregunto si yo solo podría haber sido ese Quijote contra el horror cotidiano. 

- Hostilidad pero no violencia verbal, que no la soporta. ¿Se escucha bien la calle desde donde usted está? 

Soy muy fan de la calle, me interesa más hablar con el señor mayor que me encuentro a la puerta del colegio de mi hija que con la gran celebrity. No me siento cómodo en los grandes eventos sociales, soy de clase modesta de un pueblo llamado Reus. En la calle está todo, lo incorrecto, lo transgresor, lo vergonzoso, el humor negro, y de ahí lo he sacado siempre todo.

- Pero, ¿nota o no que en esta post pandemia hay más violencia verbal en la calle?

Noto que la sociedad está más polarizada y que se ha perdido reflexión y educación. La gestión de este país está en manos de gente muy maleducada, irrespetuosa, rencorosa, nada pacificadora y que no mira por el bien común. Es su responsabilidad haber filtrado a la sociedad este estado de ánimo y lenguaje: están enviándonos el código de “todo vale”. Soy hijo de la Transición y siempre pensé que todo iría a mejor, y ahora no salgo de mi asombro ante esta regresión. 

- Usted en cambio opta por callarse cuando de verdad se enfada, según dice. ¿Cuánto ha tardado en pillar la técnica? 

En la vida he gritado a nadie. Y lo mejor que quedará de mí en los equipos es el tono que entre todos hemos creado: en nuestra productora la gente dialoga y no pasa nada porque discrepemos. Esa cosa enconada no la llevo nada bien. Los que me conocen saben que si callo es que estoy mal. Peor para mí porque me trago lo tóxico y lo llevo dentro, pero esa teoría de sacarlo todo fuera y quedarse a gusto ha fabricado millones de cretinos antisociales. He desarrollado mis técnicas para desinflar el suflé y nunca rebajar el respeto a mis compañeros. 

Andreu Buenafuente, en Barcelona.

Andreu Buenafuente, en Barcelona. / JORDI COTRINA

- Andreu, ¿se nace disfrutón o cenizo, o es una condición que se adquiere?

Es una mezcla. Mi padre era disfrutón y mi madre, sufridora; y yo procuro que gane el disfrute. 

- Lo imagino un niño bastante insoportable (Reus, 1965). ¿Lo era?

Te equivocas: era un amor de niño, nada notas. Era más bien el que tramaba los planes, una especie de productor infantil, pero no la liaba.

- ¿Un líder?

Un líder a la sombra, nada adrenalínico: no cogía la espada sino la brújula. Dicen que me encerraba mucho en mi habitación y hablaba solo, haciendo imitaciones. Mi padre era el chistoso oficial y creo que me fue contagiando un sentido humorístico de la vida que eclosionó a mis 25 años. Hasta entonces había sido periodista deportivo, y entonces un día se me ocurrió proponer un programa de radio de humor.

- Cataluña ha dado grandes cómicos cuando la idiosincrasia del catalán es bastante seria y antipática. ¿Curiosa paradoja o es precisamente la causa?

Eso es un topicazo que nos llevaría mucho rato discutir. El catalán no es especialmente dicharachero, pero lleva una carga irónica alucinante que yo compro antes que al gracioso de turno. No confundamos el tono con el fondo del humor. Y lo identitario como matrícula de cómico tampoco me gusta.

- Ustedes los del Terrat (Produccions) hacen gala de sus raíces charnegas. ¿Lo toleran bien los separatistas de Mediapro (propietarios de su productora desde 2019) con Jaume Roures al frente o en el negoci no hay clases?

Mediapro no es un partido político sino una empresa, y lo que quiere es variedad de gente con talento. Nunca me he sentido ni maltratado por ser catalán ni marginado por ser charnego (de orígenes familiares en Almería). Lo que te examina es tu comedia, igual da de dónde seas.

- “Reducción de carrera de cómico”. ¿Qué ingredientes lleva y a qué sabe esta receta que se han inventado Buenafuente y Berto Romero?

Improvisación, algo muy exigente pero muy gratificante: no tenemos nada y hay que hacerlo todo, en 60 minutos hemos de poner en el asador todo lo aprendido. Este programa se basa en la relación con mi compañero, en cómo me comunico con él, y como llevamos más de 15 años juntos logramos una complicidad tal… Lo más importante es que todavía nos hacemos reír el uno al otro, nos sorprendemos.

- Millás le pilló: ¿es SU programa de usted o de los dos? Porque a Berto le ocurre como a algunos animales de compañía, que terminan por parecerse a su amo: mismas gafas, tupé, etc…

Hostia esto no le va a gustar nada a Berto. Es absolutamente de los dos. El buenismo no vende, pero sacamos lo mejor el uno del otro: mi gamberrismo y disposición a tirarme a la piscina, y su capacidad de pensar y preparar la comedia. Y la fusión es maravillosa. 

- Buenafuente, nunca ha sido fiel a una cadena de televisión, ¿lo es en cambio en el mundo de los afectos?

He ido a donde me han querido, pero llevo en la Ser desde el 83. Soy muy fiel a mis proyectos, y en la vida intento ser honesto.