MÚSICA

El último bolo de Siniestro Total, la banda que llevó la periferia al centro

El grupo se despide de los escenarios con un concierto en Madrid, aunque no se disuelve

En su evolución musical y lírica han conservado el espíritu neodadá que animó su creación

Concierto de Siniestro Total en diciembre de 2018 en La Iguana. /  J. LORES

Concierto de Siniestro Total en diciembre de 2018 en La Iguana. / J. LORES

Alberto Leyenda

Si cerraron el Kwai, el Palentino y el Berberecho, si Rosendo Mercado —"el único Dios sobre la Tierra", como lo definía Julián Hernández cuando atacaban en directo uno de sus temas— es hoy un jubilado más, algún día se tendrá que acabar la revoltosa peripecia que empezaron hace 41 años, tras un accidente de tráfico en Bouzas, un grupo de chavales de Vigo. Ley de vida. Siniestro Total ha puesto fecha y estación terminal a su trayecto como grupo de directo: el 6 de mayo de este 2022 en el Wizink Center de Madrid. Allí darán su último concierto, al que se sumarán miembros históricos de la formación, como Miguel Costas. El grupo, aclaró su cantante y guitarrista, no se disuelve, pero abandonará una de las patas fundamentales sobre las que se sostiene cualquier proyecto de rock. Ya no habrá tradicional concierto de Navidad en La Iguana.

La noticia ha causado estupor en la nutrida e intergeneracional bancada de seguidores de la banda icono de eso que se dio en llamar Movida viguesa. Siniestro Total, uno de los grupos fundamentales en la historia del rock del Estado español, ha mostrado una capacidad de supervivencia a prueba de modas y de cambios de integrantes. No había emitido señales de agotamiento; cierto es que sus años de mayor productividad quedan lejos (su último disco de estudio, El mundo da vueltas, data de 2016 y el anterior es de 2010), pero hasta la llegada del covid seguían cumpliendo con profusión y buenas prestaciones por los escenarios de España.

Sin embargo, la última entrevista que Julián Hernández, el único de los fundadores que sigue en activo y desde hace tiempo líder indiscutible, concedió a FARO hace poco más de un mes se puede leer ahora como una prefiguración de lo que estaba por venir. "Desde Ayudando a los enfermos, el primer EP de cuatro canciones, siempre que cada disco sale a la calle pensamos que va a ser el último", comentaba. "Siempre pensamos que nunca habría un futuro más allá de aparecer algún día con la edad que tenemos ahora en algún programa nostálgico de TV con peluquín cardado y cantando versiones edulcoradas de nuestras canciones", abundaba con su humor habitual.

Lo cierto es que ese futuro descafeinado y complaciente nunca llegó. Siniestro Total, su música y sus letras han ido evolucionando a lo largo de estas cuatro décadas, pero en esas mutaciones en varios terrenos (sonoro, lírico, estilístico) no hay traición al espíritu insurrecto sobre el que se fundó el proyecto. El grupo empezó y alcanzó la fama con artefactos de punk retranqueiro que estallaban en los oídos de aquella generación que salía de la dictadura con ansías de libertad y que al tiempo se tropezaba con la dura realidad económica de la época.

Desde aquellas adictivas canciones simples y de ejecución sospechosa la banda fue caminando hacia un rock más musculoso y cuidado con el que a finales de los 80 llenaban pabellones por toda España. Luego viajaría al blues y al country, los orígenes de la música popular anglosajona. En ese periplo el sonido mejoró —fue esencial su visita a Estados Unidos para trabajar con el productor Joe Hardy— y las letras también se fueron sofisticando, con el poso intelectual de Hernández cada vez más marcado. Pero en todo ese proceso ha pervivido lo esencial: el alma neodadá que animó sus primeros pasos y que ha seducido a varias generaciones.

El grupo que puso a Vigo en el centro del mapa musical español, el que demostró que desde la periferia geográfica y programática se pueden asaltar los cielos del éxito, se despide de los escenarios en la capital de España. Quizás sea la penúltima ironía de Siniestro Total. En las reacciones al anuncio de su último concierto los hay que no dan crédito; no acaban de creerse que el adiós sea en Madrid y no en Vigo y confían en que después del gancho se añadan algunas fechas más o incluso que sea una de esas despedidas estilo Miguel Ríos, para luego volver. "¿Y si existe un más allá? / ¿Y si hay reencarnación?". El tiempo dirá.