MÚSICA

Mala Rodríguez: "Detesto el borreguismo. A mí, la masa sólo me gusta en las pizzas"

Desde que descubrió el hip-hop en las calles de Sevilla, ha hecho siempre lo que ha salido de las entrañas: rimas, 'dancehall', destapes, pelotazos… y un sinfín de reivindicaciones que ahora recoge en su primer libro

La artista acaba de publicar 'Cómo ser Mala', un libro sobre su camino hacia el trono del 'hip hop' en español

La artista acaba de publicar 'Cómo ser Mala', un libro sobre su camino hacia el trono del 'hip hop' en español

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Mala Rodríguez tiene una ametralladora en la garganta. Parece una amenaza… y así es. En este pequeño recoveco de su cuerpo, esconde los secretos que la han llevado al Olimpo del rap español. Aquí es la reina del cotarro y, como tal, tiene que defender su corona con uñas y dientes. O, mejor dicho, a cañonazos. Es una artista que seduce por principios y no por maquillaje: desde que reventó la escena musical con Lujo ibérico (2000), nadie ha quedado indiferente ante sus rimas y contoneos. "Sólo quiero respeto, pero para eso hace falta poder", recoge en sus memorias, Cómo ser mala. Quizá, por ello, ha intentado ir siempre por delante de los demás: en sus sonidos, en sus discursos, en sus posturas… De hecho, para firmar el divorcio, se compró un vestido blanco carísimo que se enfundó sólo para poner fin a su primer matrimonio.

A partir de ahí, comenzó a actuar en bragas, corsé y tacones. "Mi destape es la respuesta a tantos años de coerción", relata. Si ella manda, tiene que demostrarlo. Esa afilada vocación ha sido reconocida con un premio Nacional de la Música, dos Grammys y un MTV. Sin embargo, lo que de verdad le importa es seguir defendiendo su trono. Que, en definitiva, no es más que la lucha por un mundo mejor. "Soy muy antigua para estas cosas", dice entre risas. Pero, cuando menos te lo esperas… ¡pum! No hay corazón que resista sus balas. Ni en 2021 ni en 2031.

"Cuanto más separados estemos, más difícil será ir juntos hacia un mismo lugar"

Es una mujer de armas tomar… aunque rebosa puro amor.

Me he dado cuenta de ello al escribir el libro. No es un diario al uso, realmente he hecho un ejercicio enorme de corazón. He dejado correr mi inspiración, escribiendo sobre mis aventuras y haciendo zoom a un montón de recuerdos. Es una vía para entrar en mi vida. Para mí, ha sido una especie de viaje en el tiempo en el que he podido volver a mirar con otros ojos situaciones pasadas. Y la realidad es que siento mucha paz.

¿Así le gustaría ser recordada?

No es algo que me importe. Mi familia es lo más valioso que tengo. No obstante, a nivel profesional, lo que más me preocupa es el cariño que trato de dar a las cosas que hago y a la gente que he conocido. Las canciones, los libros, las fotos… acabarán pasando y lo que quedará es aquello que hacemos sentir a los demás.

¿Cuál es el mayor poder que tienen las mujeres en el siglo XXI?

Hacernos capitanas de nosotras mismas. Gobernarnos. Alguna vez me han preguntado el significado de la corona de La Mala y no es más que un símbolo para reivindicar el control que tengo sobre mí misma. Hasta hace poco, a las mujeres nos han dirigido de un sitio para otro. Por ello, es fundamental averiguar qué queremos, tener la cabeza muy bien amueblada y saber hacia dónde vamos.

En ese sentido, ¿le duele la España que tenemos?

Sí. Me da pena que todo se polarice siempre. Me parece que es un truco para tener a la población controlada. Cuanto más separados estemos, más difícil será ir juntos hacia un mismo lugar.

¿Qué le gustaría fulminar de aquí a 10 años?

La ignorancia. Detesto el borreguismo. A mí, la masa sólo me gusta en las pizzas. Me encanta la gente que quiere saber y se preocupa por estar informada. Sin embargo, eso parece tan lejano… Existe un dicho que dice que, hoy en día, están mezcladas las perlas con los ojos de pescado. Tal cual.

Mala Rodríguez, en una foto de promocional

La artista jerezana reventó la escena musical con 'Lujo ibérico' (2000) / FOTO PROMOCIONAL

Bajo la banderita de la libertad de expresión, se han ocultado muchas malas intenciones

Aún hay margen para cambiar, ¿no?

Claro. Yo pienso que, con el paso del tiempo, la gente va a volverse más colaborativa y luchará en pos de una unión. Pero, para ello, es necesario que haya mucha más tolerancia.

¿Ese es el país que le gustaría dejar a sus hijos?

No hay nada perfecto, no estamos en el paraíso. En cualquier caso, lo más importante es que ellos, estén donde estén, aprendan de cada obstáculo que se les plante delante y actúen con integridad, bondad, inteligencia…

¿Le ha acompañado el miedo a ser mala madre a lo largo de su carrera?

Sí, obvio. La culpa ha existido siempre para la mujer que trabaja. Es una especie de emoción que te dice que no lo estás haciendo del todo bien. He explorado este asunto y la clave está en la calidad del tiempo que pasas con los tuyos. Además, no hay que perder de vista que, cuando estás trabajando, también lo estás haciendo por ellos: es otra manera de demostrar amor a tu familia. Si existe otra fórmula, por favor, que me la expliquen. No hay que darse latigazos de forma constante.

Desde que debutó con Lujo ibérico (2000) y, en especial, gracias al boom que supuso Bruja (2013), ha cruzado el globo de arriba a abajo. ¿Mala Rodríguez es marca España allá por donde va?

Por supuesto. Llevan años viéndome cantar en numerosos sitios. Desde mis inicios, me han presentado como la rapera española. Incluso en los Grammy, cuando ni siquiera se emitían en directo.

Usted es una artista que nunca ha tenido pelos en la lengua. ¿Dónde está el límite?

No se puede hacer daño a nadie amparándose en la libertad de expresión. Bajo esta banderita, han pasado cosas muy negativas y se han ocultado muchas intenciones. Por eso, su uso tiene que estar amparado por el amor y el respeto. Asimismo, creo en el poder de la intención: se ve con claridad cuándo alguien va de buena fe.

No hay nada malo en mi muslo, mi brazo, mi pie… el problema está en los ojos con los que nos miran

De hecho, la han llamado mala feminista cuando es una de las pioneras en su sector.

Cierto. En la actualidad, se habla de feminismos. En plural. Hay bastantes corrientes y, en consecuencia, las mujeres están divididas. Te pongo un ejemplo: antes, pensaba que la prostitución era un horror, pero, cuando he conocido el asunto de cerca, me he dado cuenta de que mis pensamientos no tienen por qué coincidir con los del resto. Entonces, empiezas a descubrir otros puntos de vista y entiendes que, a pesar de que tú tengas el tuyo, hay personas que tienen suyo propio. Y todos son respetables. Yo sí me considero una buena feminista porque pienso en todas ellas y la lucha debe prevalecer. Sí o sí, tenemos que apoyarnos.

¿Cómo se imagina el movimiento en una década?

Debería ir hacia una educación completa desde que somos pequeñas. Para mí, es primordial tener la sensación de que, cuando eres una niña, puedes llegar a hacerlo todo. Que no nos corten las alas desde pequeñas. Soñar es la mayor fuente de inspiración que hay. Y esto se podría lograr con una buena base educativa.

A finales de los 2000, vivió una catarsis en la que se despojó de buena parte de su ropa y se subió a las tablas en lencería. En un momento en el que se habla del fin de la sexualización y cosificación de la mujer, ¿cómo valora dicha decisión?

Me encanta que a la gente le preocupe tanto que las chicas se quiten la ropa por decisión propia, pero no porque una marca o un jefe se lo exijan. La otra dirección, ¿cuál es? ¿Ponernos cada vez más prendas? Y, de ser así, ¿quién determina la cantidad exacta que debemos llevar encima? ¿Qué me estás contando? Hay que quitarle hierro. Tenemos que tener el poder de decisión sobre nosotras sin que nadie disponga nada. Yo lo hago porque quiero. No hay nada malo en mi muslo, mi brazo, mi pie… el problema está en los ojos con los que nos miran. Siempre nos han mostrado desde una mirada masculina, pero eso está cambiando: hoy, las mujeres usan su físico para mandar su propio mensaje.

¿Para cuándo puta dejará de ser un insulto?

No lo sé. Dependerá de quién la mencione y del contexto en el que la diga. De nuevo, la intención juego un papel crucial.

¿Llegaremos a vivir una industria musical que no sea machista?

Sin duda. Hace poco, estuve con Ana Carrasco, campeona del mundo de superbike, y descubrí lo que ha luchado para conseguir lo que quería. Si seguimos avanzando, aprendiendo y reaccionando, este mundo poco a poco irá cambiando. Para ello, tenemos que creer en nosotras. Si lo conseguimos, cada vez más gente empezará también a hacerlo.

Mala Rodríguez, en una foto de promocional

En 2019, ganó el Premio Nacional de la Música por su trayectoria / FOTO PROMOCIONAL

Necesitamos más respeto y garantizar los derechos de las personas que estamos aquí en La Tierra

¿Cuánto hay de política en sus canciones?

Pretendo que nada. No me gusta. Yo miro en mi corazón, busco y encuentro. Mi idea es transmitir valores y energía positivas. Mi objetivo no es hacer mítines políticos, sino música. Quiero que, cuando pongas una canción mía, sientas otras cosas.

¿Cómo la define, entonces?

Global. Creo que los políticos sólo tienden a un fin: polarizar a la población. Parece que solo hay dos colores.

¿Qué tiene que cambiar?

Necesitamos más respeto y garantizar los derechos y las libertades de las personas que estamos aquí en La Tierra.

¿Se ve de presidenta del Gobierno?

Claro. Yo me imagino todo.

Habría bastantes ofendiditos.

¡Uy! Sería una mala presidenta, pero haciendo cosas muy buenas.