INVESTIGACIÓN

El científico fallecido en Barcelona guardaba muestras infecciosas sin permiso que tardaron dos años en analizarse

El silencio de la mayoría de las fuentes informadas y una investigación muy lenta dejan muchos interrogantes

Imágenes de escáner de un cerebro.

Imágenes de escáner de un cerebro. / Archivo

Michele Catanzaro

El investigador del IDIBELL (Institut d’Investigacions Biomèdiques de Bellvitge) que falleció en circunstancias poco claras en julio de 2022 sufría con toda probabilidad de síndrome de Creutzfeldt-Jakob (CJ), una enfermedad emparentada con el mal de las vacas locas y objeto de su estudio. 

Salut confirma un caso de enfermedad de Creutzfeld-Jacob que coincide en el tiempo con el caso del investigador

La Subdirecció de Vigilància i Resposta a Emergències de Salut Pública recibió en enero de 2021 la notificación de un caso probable de CJ en un hombre de Barcelona. Las pruebas de laboratorio que realizaron a este paciente cumplen los criterios de diagnóstico de esa enfermedad, según confirma el Departament de Salut. Los tiempos de la notificación coinciden con los del caso del científico. 

El fallecido pidió permiso hasta tres veces al IDIBELL para trabajar con priones y siempre obtuvo negativas

El investigador guardaba sin autorización en su laboratorio muestras infectadas con priones, los causantes de la enfermedad de CJ, según ha adelantado el diario 'El País'. Encontrar relaciones de causa y efecto parece obvio. Pero el silencio de la mayoría de las fuentes informadas y una investigación muy lenta (las muestras no se analizaron hasta dos años después de su hallazgo) dejan muchos interrogantes.

"Es inverosímil que hiciera esos experimentos sin que nadie lo notara. Sería un fracaso del sistema de seguridad"

¿De donde vinieron esas muestras? ¿Se manipularon en ese laboratorio (que no tiene el nivel de seguridad suficiente)? ¿Fueron el causante de la infección o esta se produjo en un centro en Alemania?

De Göttingen a Barcelona

El investigador volvió a Barcelona (donde se había formado) en 2018, tras una estancia de cinco años en el Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) de Göttingen, donde trabajó con Inga Zerr, una de las referentes en el estudio del síndrome de CJ. 

"Nosotros formamos a la gente, explicamos la normativa, pero no podemos ir comprobando como unos policías"

Gabriel Capellá

— Director del IDIBELL

En su etapa anterior en Barcelona, entre 2011 y 2013, el científico solicitó tres veces al IDIBELL trabajar con priones en sus laboratorios, recibiendo otras tantas negativas. Tras volver a Barcelona, el investigador siguió publicando artículos basados en muestras infectadas. Pero no se sabe si usaba las que se hallaron en su laboratorio. 

Está por aclarar de dónde procedían las muestras y si la infección se produjo en Barcelona o en Alemania

¿Por qué el IDIBELL no sospechó? "Es inverosímil que hiciera esos experimentos sin que nadie lo notara. Sería un fracaso del sistema de seguridad del centro", afirma una investigadora de otra institución experta en el tema.

"Nosotros formamos a la gente, explicamos la normativa, pero no podemos ir comprobando como unos policías", replica Gabriel Capellá, director del IDIBELL, que asegura que el científico no había notificado la presencia de las muestras. En febrero de 2019 el instituto llegó a un acuerdo para hacer esa clase de experimentos en otro centro, el CRESA (Centre d’Investigació en Sanitat Animal), que dispone de un laboratorio de alta seguridad.

Cuando el científico enfermó, la UB requisó las muestras, las envió al CRESA, selló el laboratorio y lo limpió

Inga Zerr no ha contestado a las preguntas de El Periódico, del grupo Prensa Ibérica, así que se ignora si las muestras procedían de Alemania o de otro sitio, o si el científico pudo contraer la enfermedad en el laboratorio de Göttingem (los síntomas del mal pueden tardar años en aparecer).

Dos años de parálisis

Cuando el científico cogió la baja, su grupo advirtió de que en el laboratorio había cajas sospechosas, según Capellá. Puesta en alerta, la Universitat de Barcelona (UB, propietaria de la infraestructura) requisó las muestras en diciembre de 2020, las envió al CRESA, selló el laboratorio y lo limpió.

No fue hasta diciembre de 2022 que la UB envió las muestras a analizar: "Es rarísimo que tardaran tanto"

Pero no fue hasta diciembre de 2022, dos años después, cuando la UB envió las muestras a analizar. Mientras tanto, el científico falleció en julio de 2022. "Es rarísimo que tardaran tanto. Se podía analizar enseguida y comparar con muestras del investigador", afirma la científica de otro centro.

Salut afirma que se pidió la autopsia del paciente notificado en enero de 2021, pero su ejecución depende del permiso de la familia, informa Beatriz Pérez.

Las muestras no se analizaron porque se desconocía su propietario, argumentan fuentes de la UB

Las muestras no se analizaron porque se desconocía su propietario, sostienen fuentes de la UB. El contexto de pandemia lo ralentizó todo, alegan fuentes del CIBER (Centro de Investigación Biomédica en Red), el empleador del científico. Capellá explica que fue necesario coordinarse entre tres instituciones y que el caso era complicado.

Finalmente, la UB decidió que no se podía esperar más, según fuentes de la universidad, y envió las muestras a analizar a un centro del País Vasco en diciembre de 2022. En marzo de 2023 llegaron los resultados, que confirmaron que estaban infectadas. El pasado julio la UB abrió la investigación oficial.

Silencios

El caso es confuso también por el silencio de la mayoría de las fuentes: la pareja del investigador, los compañeros de laboratorio, la mayoría de sus coautores. El comité de empresa del IDIBELL ha explicado a El Periódico que no ha recibido respuesta de la dirección a sus solicitudes de información.

En un correo del 11 de octubre, Capellá solicitó al personal del centro que le derivaran las consultas de los medios sobre este caso. Diversas fuentes afirman que la pareja del investigador (que no contestó a las preguntas de El Periódico) incluso habría denunciado al jefe del investigador fallecido por dar a conocer su condición de salud. 

Capellá defiende la actuación del centro. "Tenemos mecanismos de protección que funcionan. ¿Que hubo un investigador que se los ha saltado? Pues eso es algo excepcional que se está investigando. No tenemos otro remedio que fiarnos de la gente", concluye.

El escenario de opacidad contrasta con otro caso conocido de infección priónica en un centro de investigación, que ocurrió en Francia en 2010 y que tuvo mucha más publicidad.