OPINIÓN

¿Le beneficia cotizar a Puig?

La anunciada cotización en los mercados de un porcentaje del capital del grupo puede suponer una entrada de aire fresco a un parquet español necesitado de nuevos valores

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El presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig

El presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig / Alberto Paredes - EP

En plena sequía bursátil en el parquet español, el anuncio de la salida a bolsa del grupo de perfumería y moda Puig generó incredulidad. ¿Realmente tiene necesidad? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Es consciente, como empresa familiar enraizada en el comprensible hermetismo informativo y la falta de transparencia, qué le puede suponer esto? ¿Acaso no ha visto qué ha ocurrido con Grifols y sus relaciones peligrosas con Scranton, participado por la familia y ejecutivos? Demasiadas preguntas para un recorrido y una evolución que debería ser de lo más lógica.

Salir a bolsa puede ser un dolor de cabeza o la píldora necesaria para seguir creciendo si se realizan bien los deberes. Puede arreglar una compleja situación financiera o acabar por complicarla. Igualmente, puede solventar la gestión de los múltiples accionistas familiares y sus necesidades. Algunos tendrán la oportunidad de vender acciones para vivir mejor de las rentas sin esperar magros dividendos, y otros, de involucrarse más en el negocio si sus capacidades están a la altura.

Hay ejemplos para todos. Inditex sigue siendo una empresa familiar tras salir a bolsa el 23 de mayo de 2001. Amancio Ortega controla el 59,29%, mientras que su primogénita, Sandra Ortega, el 5,05%. Su segunda hija, Marta Ortega, es la presidenta. Acciona (familia Entrecanales), Ferrovial (Del Pino), ACS (Pérez), Meliá (Escarrer) y la mencionada Grifols son ejemplos de empresas cotizadas cuyos clanes fundadores siguen mandando y eligiendo a los primeros ejecutivos. La familia Walton posee el 45% de la cadena de hipermercados Walmart, la compañía que factura y tiene más empleados en EEUU. Jeff Bezos, que controla el 9% de Amazon, acaba de vender 50 millones de acciones de la compañía. Y la familia Mars, una de las dinastías más ricas del mundo, sigue teniendo el 100% de la empresa de chocolatinas y chuches, que factura 47.000 millones de dólares.

En España hay empresas más que centenarias que han sabido sobrevivir varias generaciones y tienen voluntad de mantener este propósito. Osborne es una de ellas. Otras, como las bodegueras Codorníu -que llegó a tener 600 miembros de la familia como accionistas- y Freixenet, han acabado en manos de fondos de inversión o de otras empresas familiares. Mercadona, junto a Inditex el mayor éxito empresarial español del siglo XXI, sigue en manos de la familia Roig y ni se espera que salga a bolsa.

Hasta la fecha, Puig siempre ha sido expuesto como un ejemplo de gobernanza de empresa familiar. Los cuatro hermanos herederos del fundador repartieron sus roles. Su papel, empatía y buen trato en los años 90 en la sociedad civil barcelonesa eran reconocidos. Siempre recordaré un encuentro en Madrid a finales de los 90 con Enrique Puig, que ejercía labores de relaciones institucionales. Era por la tarde y, con una desbordante simpatía, se disculpó por no encontrarse en forma para conversar. Los hermanos Puig Planas formaban parte de una élite que iba más allá de la cuenta de resultados.

La gobernanza familiar decidió que los 13 primos de la tercera generación elegirían a uno de ellos para encabezar una nueva etapa tras el liderazgo de Mariano Puig. La apuesta recayó en Marc Puig Guasch, responsable de diseñar y comandar la estrategia que ha ido convirtiendo a Puig en una empresa que va más allá de ser un simple productor de perfumería. Objetivo: apostar por la moda. Fue presidente del Instituto de la Empresa Familiar. Su hermano Marian asumió la presidencia de Isdin y desempeñó un papel activo para desembarrar y evitar las últimas consecuencias del procés como empresario. Otras ramas de la familia también se fueron introduciendo en distintas empresas y negocios.

La operación bursátil puede suponer un dolor de muelas o convertirse en la píldora necesaria para seguir creciendo 

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La salida de Puig a bolsa, si finalmente se acaba produciendo, servirá para poner a disposición de la familia la opción de vender acciones. Los títulos serán la moneda de pago en el caso de que Puig necesite crecer vía adquisiciones y escalar en el sector de la moda y las fragancias, controlado por las grandes firmas francesas e italianas. La salida a bolsa también esclarece la posibilidad de que entren en el capital de la compañía empresas del sector o fondos de capital riesgo. Todo será mucho más transparente.

Agustí Sala repasa en el reportaje de esta semana de ‘activos’ qué es Puig. Reconocida como uno de los mayores éxitos empresariales españoles del siglo, aspira a entrar en ligas donde la competencia se vende muy cara en el terreno internacional, donde Puig genera la mayoría de sus ingresos. Cotizar puede generar más confianza en clientes y proveedores; pero, también a la hora de atraer talento, que elegirá siempre trabajar en las empresas menos opacas. Solo el tiempo dirá si la apuesta acaba siendo positiva. Los inversores ansían apostar por savia nueva en España. Puig promete serlo.