Opinión

Asimetrías en el caso Grifols: reputación del Ibex y daño al pequeño ahorrador

Lo más grave de lo sucedido con la farmacéutica del Ibex 35 es el daño reputacional a las demás empresas españolas

Noticias así no invitan al pequeño ahorrador a invertir en firmas nacionales punteras

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Sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès, Barcelona.

Sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès, Barcelona. / DAVID ZORRAKINO

Mucho se ha escrito y opinado desde que el inversor bajista Gotham City Research puso en un brete no ya a una compañía del BME Growth, sino a una enseña española del Ibex 35, la farmacéutica Grifols, al dudar no solo de la veracidad de sus cuentas y la transparencia de las mismas: también, y por ende, de la integridad de la compañía, la actuación de su consejo y las prácticas de su auditor y de las instituciones españolas, que debían vigilar y garantizar las mejores decisiones en la gobernanza de las compañías, así como la claridad y la simetría de la información ofrecida a cualquier inversor, sea cual sea el volumen de sus inversiones.

En el momento de escribir estas líneas, los fuegos cruzados continúan y las cosas, y las cuentas, siguen sin ser aclaradas para su fácil y completo entendimiento. Si el buen hacer de la compañía en su perímetro de consolidación y el tamaño de su deuda fueran evidentes, Gotham City no habría conseguido su objetivo, ni Grifols -o la CNMV- tardaría tanto en dar las explicaciones pertinentes en un lenguaje clarificador. Ergo, podríamos pensar que, cuando el río suena, agua lleva. Y repito, no sabemos, y no sé, quién tiene razón… pero ante hechos tan confusos e interesados por parte de todos los implicados, la caída de la acción, aunque corregida ya en parte, fue en la primera semana del impacto de más del 40%.

Asistimos a un espectáculo con grandes intereses, porque aquí algunos sí han conseguido sus objetivos, sin juzgar si éstos eran buenos o malos, o éticos además de lícitos: por un lado, Gotham City hizo caer la acción y así rentabilizó sus posiciones bajistas previamente planificadas; por otro, la multinacional española ha oscurecido (al menos) su endeudamiento real y se ha beneficiado, o abusado, durante un tiempo de la confianza de sus accionistas. Ambos casos, de ser ciertos, son direccionamientos que manipulan el mercado al alza o a la baja.

Demanda millonaria

Grifols se ha revuelto y ha presentado en EEUU una demanda contra Gotham y contra su fondo británico vinculado, General Industrial Partners, también involucrado en las ganancias obtenidas por las acusaciones del pasado 9 de enero. Una demanda millonaria que pretende no solo defenderse del ataque realizado, sino evitar las replicas habituales de los terremotos bursátiles causados por la firma de inversión bajista dirigida por Daniel Yu. Los bufetes de abogados a ambos lados del océano se frotan las manos y, mientras, yo busco y pienso en el más perjudicado por la tormenta bursátil desatada: el tremendo varapalo al pequeño inversor. Porque si bien grandes y pequeños caen por igual, la repercusión para unos y otros es desigual.

La complejidad suele esconder lo que no queremos explicar. El que lo tiene claro lo explica fácil. Hacerlo fácil es la sofisticación de lo más complejo, y por eso siempre he admirado a las personas que son capaces de hacer fácil lo difícil y el poder de lo simple, como reza el libro de Jack Trout y Steve Rivkin (McGraw Hill, 1998), traducido por Jack Trout y Raúl Peralba. Por mi parte, no puedo evitar sospechar que si algo es muy difícil de entender, si no resiste los tres porqués consecutivos, si es retorcido o falsamente sofisticado… es que esconde, o puede esconder, algo o que alguien quiere que no todos lo sepan todo.

Sospecho que si algo es difícil de entender es porque esconde alguna cosa o porque alguien quiere que no todos lo sepan todo

Ponerlo fácil no era desde luego el objetivo de los sucesivos códigos de buen gobierno. El incremento de regulación en pro de la transparencia se impuso para evitar precisamente las cortinas de humo y las alfombras de la información. Dicho de una manera más 'woke' y en sentido amplio: evitar el poder en forma de información privilegiada en manos de unos pocos y de esta manera alcanzar la democratización del acceso a los mercados y a la información financiera. Una vez más por un interés, nada altruista, puesto que las cotizadas necesitan más accionistas, free float, liquidez.

En este caso, sin embargo, quedan patentes dos conceptos cuyos nombres ya lo dicen todo asimetría de la información y bordear los límites. No puede haber más información para unos accionistas que para otros, y algunas formas de comunicar o presentar el endeudamiento por parte de la compañía en cuestión pueden inducir al autoengaño. O sea, que los números son importantes, pero también las letras. Es decir, las notas aclaratorias son importantes y esas notas deberían realmente ser aclaratorias. La nota 28 no parece una posición muy destacada para una información crucial. Y que la misma firma auditora lleve 20 años afirmando que las cuentas reflejan una imagen fiel de la situación de la compañía puede significar que para ella lo eran pero tal vez esa imagen no era tan evidente para un pequeño inversor.

Algunos han conseguido su objetivo y ojalá que todo se esclarezca lo antes posible, pero ¿quién ha protegido al pequeño inversor o lo ha dejado al pairo? Esa es la labor del consejo. Ser consejero es, ahora ya todos lo saben, una profesión de riesgo, a la que aplico voluntariosamente mi lema de "no la hagas y no la temas". 

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La gestión de los mismos, la protección de todos los accionistas (incluso dominicales) y el cumplimiento riguroso de las mejores prácticas y regulaciones es su abc. El tiempo determinará la responsabilidad de todos los actores. 

Llamada al ‘carpe diem’

Pero el tiempo no curará lo más grave. Por un lado, el daño reputacional a las demás empresas españolas, a pesar de la cantidad de informes, requisitos, recursos, firmas externas implicadas y los sobrecostes que conllevan. Y por otro, el hecho de que al final, estas situaciones, estos titulares y estas noticias no invitan al pequeño ahorrador a invertir en empresas españolas en sectores atractivos y punteros… son una llamada más al carpe diem, llenando restaurantes y bares. Así la economía española seguirá basada justamente en eso, en lugar de en el emprendimiento, la innovación y el valor añadido, y el empleo español, concentrado en funcionariado, construcción y turismo. Pues eso, no la hagas y no la temas.