Medio Ambiente

Verde ejemplar

La obsesión colectiva con la sostenibilidad carece de métricas comparables, pero comunicar cumplimientos ciertos o imaginarios compromete más con su acatamiento en algún momento cercano

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Cultivo de cítricos en terrenos recuperados por Cemex en su cantera de Alicante

Cultivo de cítricos en terrenos recuperados por Cemex en su cantera de Alicante / 'activos'

Experiencia es la capacidad de anticipar señales de éxito y fracaso, sin tener todos los datos porque… si tienes todos los datos antes de actuar, la experiencia me dice que llegaríamos tarde.

La sociedad, el mundo empresarial y las autoridades e instituciones reguladoras han asumido de forma constante y creciente un compromiso verde. Al igual que el coro Va, pensiero de Giuseppe Verdi, en Nabucco, ese compromiso recoge mensajes ocultos y un espíritu conjunto de movimiento de unificación.

  • Sentido de urgencia: por la celeridad del cambio climático.

  • Sentido de viabilidad: gracias a la previa transformación tecnológica, pues la tecnología es el mejor aliado para la monitorización de los resultados, y las claves que conseguirán la transformación necesaria hacia una economía más sostenible.

  • Sentido de coherencia: el propósito de las compañías, su estrategia, políticas, procedimientos, etcétera, deben reflejar la visión de las compañías sobre la sostenibilidad, pues de ellas emanan las acciones, la participación y las demandas de sus stakeholders al respecto.

  • Sentido de cumplimiento: de manera creciente, la unificación de criterios y métricas que puedan ser auditadas, comparadas y valoradas objetivamente es un clamor empresarial cuyos frutos resultan en regulaciones de marco europeo y tendencia global.

  • Sentido aspiracional: tal vez el fin de la economía capitalista, no en sentido marxista, y el inicio de una economía sostenible, de acuerdo con las exigencias y las posibilidades de la creciente ciudadanía global.

El compromiso de uso alternativo y responsable de los recursos naturales y con el medio ambiente (E) se añade a la necesidad de transparencia y creciente nivel de exigencia normativa (G) derivada de grandes fracasos (crisis financiera y de valores) y de la preocupación social por el bienestar y la justicia hacia otro de los recursos imprescindibles en la gestión empresarial: el talento (S), que completa las iniciales de la transformación empresarial, ESG.

Como al inicio de internet

La obsesión colectiva con la sostenibilidad me trae a la memoria los primeros tiempos de internet y el hype colectivo por comunicar qué porcentaje de las ventas se hacía por ese medio, sin dejar que la realidad enturbiara una buena noticia. En algunos casos, ni siquiera contaban con la facilidad para ello; en otros, la exagerada hipérbole de resultados era totalmente increíble para quienes de verdad conocían el momento, el medio y el mercado.

Muchas de nuestras empresas estarán obligadas a reportar datos en 2025; hay que implantar la tecnología necesaria

Con la sostenibilidad pasa igual, todos somos verdes, pero sin métricas comparables ni forma de averiguar si los datos comunicados son reales. Por eso se habla del greenwashing, es decir, pretender que se cumple. Hay quien se ofende con tanta hipérbole, pero es tendencia y comunicar cumplimientos ciertos o imaginarios, compromete más con su cumplimiento… en algún momento cercano. 

Todos los avances van en paralelo, por eso es tan importante la regulación que aportarán las próximas taxonomías europeas, uniformizando criterios y facilitando la identificación real de proyectos sostenibles, y una social, para indicar qué actividades económicas contribuyen positivamente a la consecución de objetivos sociales. Ambas reducirán los riesgos reputacionales de las organizaciones e incrementarán la transparencia, ahondando en la obligación de las empresas en publicar información no financiera auditada (reglamento delegado UE/2021/2178). 

Esfuerzos para que una afirmación tan correcta como ambigua, satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, equilibrando el triple bottom line -beneficio, medioambiente y la inclusión social-, se haga realidad. Paradójicamente, algunas empresas de las más contaminantes llevan años de trabajo y están obteniendo ya unos resultados espectaculares. 

Fernando González, CEO de Cemex, afirma que la sostenibilidad no es una meta fácil para la industria del cemento. Sin embargo, pese a los intentos de desarrollar materiales alternativos para reemplazarlo, no existen alternativas que puedan igualar sus excepcionales características. La industria del cemento proporciona productos fundamentales para el crecimiento y el desarrollo de nuestra sociedad, pero representa aproximadamente entre el 7% y el 8% de las emisiones globales de CO2 (Netherlands Environmental Agency 2015, Mckinsey 2020), más que cualquier país por sí solo, más que China y Estados Unidos, pero sí se pueden concentrar esfuerzos en producirlo de manera sostenible para dar respuesta a la creciente demanda de la sociedad por la acción climática, algo que se ha vuelto aún más relevante desde la pandemia covid, porque, aunque el enfoque en sostenibilidad siempre ha sido cierto, lo que sucedido en los últimos años ha sido definitivo. 

Un impulso donde actores que antes no tenían nada que ver con el tema ahora son muy exigentes. Cemex está demostrando que es posible y cree que puede contribuir de muchas maneras a una economía con menos carbono con una clara directriz de la empresa por la sostenibilidad, los productos y las soluciones urbanas sostenibles y la economía circular. 

Al menos uno de seis

Se entiende por sostenible aquella actividad económica que contribuye sustancialmente a la consecución de uno o más de los seis objetivos medioambientales establecidos: mitigación del cambio climático; adaptación al cambio climático; uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos; transición hacia una economía circular; prevención y control de la contaminación, y protección y recuperación de la biodiversidad. Además de contribuir sustancialmente, al menos, uno de estos objetivos, debe poder probarse que la actividad económica no cause un perjuicio significativo al resto de estos objetivos. 

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Muchas de nuestras empresas estarán obligadas a reportar datos en enero del 2025. Así, pues, necesitamos implantar la tecnología necesaria ahora para su uso a partir de enero de 2024 y que podamos empezar a establecer comparaciones y evolución. 

Como en el país de Alicia, si queremos llegar a otra parte, tendremos que correr por lo menos dos veces más rápido, porque el suelo, como el mercado, la regulación y las preferencias de consumidores y accionistas, se mueve.