OPINIÓN

El crecimiento se frena

Los datos indican que el aumento de la economía se detiene. Los problemas de ingobernabilidad que España arrastra desde el 2015 no ayudan a mejorar la renta por habitante y la vida de los ciudadanos

4
Se lee en minutos
Archivo - Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt (Alemania).

Archivo - Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt (Alemania).

Los organismos internacionales revisan al alza sus previsiones para este año en España, pero paradójicamente los datos que hemos conocido este verano indican que la economía española ha frenado su crecimiento. Las previsiones para este 2023 se hicieron el otoño pasado, en los momentos de mayor impacto de la guerra de Ucrania y la crisis del gas, pero después el precio del gas se desplomó hasta niveles próximos a antes de la pandemia de coronavirus y el crecimiento del PIB y del empleo entre enero y mayo fue mejor de lo inicialmente previsto.

España es una economía muy abierta, que tiene un PIB con un elevado peso de las exportaciones y éstas muy concentradas en nuestros socios europeos, así que lo que sucede en el mundo nos afecta en mayor medida que a otros países. En el primer semestre, los datos de las exportaciones mundiales crecían con fuerza, lideradas por la economía china. Pero desde marzo las importaciones del gigante asiático han caído con fuerza, frenando en seco el crecimiento del comercio mundial. En China ha pinchado una burbuja inmobiliaria y están sufriendo una crisis similar a la nuestra en 2008, pero ahora los efectos sobre la economía mundial son mucho mayores.

En 2022, los salarios en España subieron menos que los de nuestros socios europeos y eso mejoró la competitividad de las exportaciones españolas y ayudó a explicar su tasa de crecimiento muy por encima de la media europea. En 2023, los salarios en España crecen ya por encima del 5%, porcentaje similar al promedio europeo, y por lo tanto no hay mejoras adicionales de competitividad.

Turismo y construcción

El turismo ha continuado su normalización tras la crisis económica y ha sido un buen verano turístico. Tanto la llegada de extranjeros como el número de pernoctaciones han crecido y ya están por encima de los datos registrados en 2019 y los precios turísticos han subido significativamente con respecto a antes de la pandemia. Los salarios en hostelería crecen un 7% en 2023 ya que a la subida general hay que sumar la escasez de mano de obra en el sector. Y los costes de alimentos también suben con fuerza. Aún así los márgenes de los hoteles han mejorado y ayudará a recuperar las cuantiosas pérdidas de 2020 y 2021.

El sector que peor comportamiento está teniendo es la construcción. Entre enero y agosto de 2022 generó 43.000 empleos, pero este año, en el mismo periodo, solo ha creado 36.000 y la destrucción de puestos de trabajo en agosto fue especialmente intensa. La reforma laboral y los nuevos contratos han reducido la tasa de temporalidad pero no la volatilidad del empleo y la elevada estacionalidad de nuestro mercado laboral. 

El modelo de predicción de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) anticipa un crecimiento de julio a septiembre del 0,0% trimestral y los datos de afiliación a la Seguridad Social en verano también anticipan un frenazo, aunque no tan intenso. En un escenario exterior más adverso, hay que centrar el análisis en la política económica y la demanda interna. La política monetaria ya no es tan expansiva como hasta hace un año y está entrando en terreno contractivo. La buena noticia es que el euríbor a un año bajó por primera vez desde que el Banco Central Europeo (BCE) empezó a subir tipos y anticipa que el fin del ciclo de subidas está muy próximo. Pero los salarios y la inflación de servicios en Europa sigue próxima al 5%, muy lejos de su objetivo del 2%, y hasta que no haya señales evidentes de desinflación el BCE no iniciará un ciclo de bajadas de tipos.

Veremos qué dicen la Comisión y el Consejo europeos en sus previsiones de otoño sobre la política fiscal. Seguramente exigirán sendas de reducción del déficit más suaves, en un entorno de estancamiento, pero, con la inflación aún elevada, las políticas fiscales expansivas forzarían al BCE a subir más los tipos y a mantenerlos elevados más tiempo para normalizar las expectativas de inflación. Los países deberían concentrar su crecimiento del gasto público en la inversión, apoyados por los fondos Next Generation para digitalizar sus economías y avanzar en energías renovables y economía circular, con el fin de aumentar la productividad, la renta por habitante y los salarios.  

Ejecución de los fondos

En todos los países, la ejecución de esos fondos está siendo decepcionante y España no es la excepción. Según indica el Banco de España, dos años después de aprobarse, solo hemos ejecutado el 10% del dinero asignado. Entre 2014 y 2020, España todavía tenía 32.000 millones sin ejecutar de fondos estructurales y, en este sexenio, si las dinámicas no cambian radicalmente, la cantidad será muy superior. De esto deberían estar debatiendo nuestros políticos, pero el debate es sobre amnistías y fútbol.

Noticias relacionadas

La variable determinante será la inversión empresarial. Es muy difícil medir el impacto de la incertidumbre política en el PIB y en el empleo, pero es evidente que los problemas de ingobernabilidad que España viene arrastrando desde 2015 no son positivos para mejorar la renta por habitante y la vida de los ciudadanos.

Desde 2015, Portugal tiene un Gobierno estable, con un líder progresista, y la inversión empresarial ha crecido el 40% desde entonces. En la eurozona, la inversión en ese periodo ha crecido cerca del 20%, y en España, al 15%. Cinco puntos menos que Europa y el 70% menos que nuestros vecinos portugueses es un lujo que un país con elevado desempleo, elevada precariedad y elevada deuda pública no se puede permitir.