Transporte de lujo
Traslados sin margen de error
El transporte privado de lujo se enfoca en garantizar la menor cantidad de incidencias, y sus precios llegan a multiplicar por cuatro los del taxi
Transporte a un aeropuerto /
Existen diferentes opciones para desplazarse de un lugar a otro por carretera, dependiendo de las necesidades y gustos de la persona a trasladar. Una de ellas se erige como la favorita de aquellos que requieren un transporte de máxima precisión, sin margen para el error: los traslados de lujo con chofer privado. A organizarlos se dedica Drivania, una empresa catalana fundada por tres hermanos, los Martret, hace 21 años.
Drivania funciona como intermediaria entre los organizadores de viajes (agencias y asistentes personales, entre otros), y los choferes privados. Su CEO, Igor Martret, explica que a lo largo de los años han reunido una flota de unos 3.000 choferes, autónomos, repartidos por más de 600 ciudades de 190 países. La empresa los forma para que utilicen su propia tecnología: una aplicación que busca alcanzar un "control absoluto" del traslado, desde que el chofer llega al lugar, 15 minutos antes de la hora acordada, pasando por el momento en que el cliente sube al vehículo, hasta terminar el servicio.
Son traslados minuciosamente planificados que no están al alcance de todos los bolsillos. Un viaje desde el aeropuerto al centro de una ciudad puede ir de los 60 a los 300 euros, dependiendo de la ubicación y del vehículo escogido. En España, la media para ese tipo de trayecto está entre los 150 y los 180 euros. En Barcelona, concretamente, costaría entre 120 y 180, mientras que la factura del taxi suele rondar los 60. "Tenemos un coste de dos a cuatro veces superior al del taxi", afirma Martret.
Pero hay un servicio todavía más prémium, y más caro, para aquel cliente que necesita un chofer a su disposición durante un periodo de tiempo determinado, con un precio por hora que va de los 80 hasta los 150 euros. Tenerlo a tu disposición durante 10 horas puede costar entre 600 y 1.200 euros.
Ir de las afueras de Barcelona al aeropuerto cuesta entre 120 y 180 euros. Un chofer, por horas, de 600 hasta 1.200
Los clientes de Drivania trabajan para personas con "un nivel de responsabilidad muy alto, gente de alta dirección, generalmente". A veces actores, cantantes o políticos. Otras, gente anónima con un poder adquisitivo muy elevado. Todos ellos exigen la "máxima discreción y confidencialidad". De hecho, se dan casos en los que se pide que el chofer no hable un idioma determinado, para que no entienda las conversaciones que se mantendrán durante el trayecto.
10 millones facturados
La empresa se muestra reacia a desvelar demasiados detalles sobre sus cuentas. Sin embargo, Martret confía en superar este año los 10 millones de euros de facturación, con lo que duplicarían la cifra registrada el año pasado, dejando atrás las pérdidas que sufrieron durante la pandemia.
Tampoco especifican qué porcentaje de su tarifa pagan al chofer. Y ni siquiera el profesional con el que hablamos, Ronald Peña, acepta concretar números. Este chofer, de origen colombiano, lleva 13 años dedicándose al negocio desde Nueva York. Trabaja para Drivania desde hace 11 años y para dos empresas más. Eligió el sector del transporte por vocación: es una persona sociable que valora la independencia laboral. "Soy mi propio jefe", asegura. "Yo decido cuántas horas al día le dedico", que suelen ser entre 10 y 12, por las que asegura cobrar un sueldo sensiblemente superior a la media neoyorquina. "Tenemos contratos de confidencialidad que nos impiden hablar de sueldos", remarca.
"El cliente pide que seas profesional y discreto. Nos entrenan para que no divulguemos información", cuenta el chofer. "No iniciamos nunca la conversación, más allá del saludo, si el cliente no toma la iniciativa".
Exentos de la guerra del VTC
Noticias relacionadasLa polémica que envuelve a las licencias VTC no afecta a los choferes que se dedican al traslado de lujo, aunque ellos también lo sean. Los taxistas acusan a las VTC de ejercer competencia desleal, mientras ven como la justicia europea se posiciona de su parte. Pero el lujo se libra de esta guerra.
Básicamente porque no es competencia del taxista: sus reservas son anticipadas, no a demanda. "No salen a la calle a buscar clientes. Un chofer -justifica Martret- no puede salir del garaje si no es bajo reserva". Y, en última instancia, su público no es el que se disputan los taxistas con plataformas como Uber o Cabify.
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