CRÍTICA

'Relaciones misericordiosas', de László Krasznahorkai: gravedad con garbo

Este libro reúne ocho relatos de los inicios de este deslumbrante autor de fábulas

László Krasznahorkai.

László Krasznahorkai. / EFE

Luis M. Alonso

A lo largo de su carrera, el escritor húngaro László Krasznahorkai (Gyula, 1954) ha inventado un gran estilo único y deslumbrante para escribir sus fábulas desencantadas. Le gusta que la lectura sumerja en el pensamiento loco de sus personajes. Y este placer en abarcar la perspectiva ajena tiene también una forma tipográfica: la resistencia a utilizar saltos de párrafo que, sin embargo, no siempre dejan con la lengua fuera al que los sigue, tanto en sus relatos cortos como en sus novelas.

Estas, partiendo de la kafkiana Melancolía de la resistencia, publicada por primera vez en 1989, suelen ofrecer grandes impulsos reflexivos, mientras que en los textos breves logra que un solo incidente haga el trabajo filosófico. Su escritura conduce a momentos de incomodidad y sobredeterminación; los lectores disciplinados obedecen ciegamente con la certeza de que al final serán recompensados.

Entre los que no observan tanta disciplina quizás se encuentren temperamentos como el del musicólogo Reger, protagonista de Maestros antiguos, la novela de Thomas Bernhard, que preconizaba el método de lectura que antepone hojear a leer. El que hojea cientos de páginas antes de leer una sola y que cuando la lee lo hace más a fondo y con mayor pasión que nadie.

Acumulaciones del lenguaje

En la obra de Krasznahorkai alternan las acumulaciones de lenguaje, la erudición propia de un autor tan familiarizado con los clásicos de la filosofía budista como con la tradición intelectual europea, personajes obsesivos y paisajes empapados de lluvia, que producen una impresión de modernismo tardío endurecido: puntillistas, elegantes y delicadamente divertidos. Su gravedad tiene garbo, como sucede con el propio Bernhard, y es ese estilo el que hace parecer liviana cualquier pesadumbre del texto

Quería leer los relatos de Relaciones misericordiosas, que ahora publica reunidos la editorial Acantilado. La segunda de las ocho historias, Herman, el guardabosques, introduce una extraordinaria situación, un camino de ida y vuelta en la vida del protagonista. A Herman, un virtuoso, "único en el oficio de tender trampas", se le asigna la tarea de trabajar en un área del bosque abandonado de Remete, en Hungría. La dejadez ha provocado una proliferación de depredadores nocivos. Durante dos años, Herman se dedica a eliminarlos. Pero luego tiene pesadillas, oye sonidos espantosos y nauseabundos. Ya no puede continuar.

Finalmente entiende que ha estado viviendo su vida sumido en la más profunda ignorancia, que las criaturas, salvajes y domésticas, animales y humanas, forman una sola masa caótica, y que no existe entre ellas un plano superior. Un estallido de compasión lo arrastra hacia los caídos, y le hace rebelarse contra esa lealtad que hasta ahora lo había encadenado a la tiranía de la ley. Ha ido más allá del bien y del mal, se ha elevado por encima de la vanidad del ser humano más vanidoso. Bajo el peso de la culpa, emprende su nueva carrera: por venganza, en nombre de los animales, ahora atrapará a los humanos y, a su vez, será perseguido por las autoridades.

El culto a László Krasznahorkai es un acto de justicia para con la literatura

En El final del oficio, la secuela del anterior, examina el asunto desde otra perspectiva. Esta vez la historia la cuenta un narrador aristocrático con deseos libertinos, un enamorado del impulso audaz del sacrilegio, del escalofrío emocionante de cualquier acto criminal. Está en la ciudad con amigos y descubren la historia de Herman observando con deleite estético su práctica de dejar animales muertos fuera de las casas y después atrapar a los humanos. El narrador comienza a pensar que debe de haber alguna interconexión entre la figura del guardabosques y ellos.

Extraño humor

Finalmente, Herman tiende una trampa en la alfombra roja que conduce al altar mayor de una catedral a escasos pasos del Crucificado. Las dos historias, con tramas ligeramente alteradas, giran en torno a lo que sucede cuando alguien intenta desmantelar convencionalismos. La rebelión de Herman contra los valores humanos es quizás noble por el horror a la arrogancia con que estos se esgrimen, pero resulta tan inútil como la pose del narrador.

El extraño humor que acompaña al escritor en su obra es parte de esa desilusión que Béla Tarr ha llevado al cine en sus películas en blanco y negro granulado, y la compasión en sus ficciones se redistribuye silenciosamente, no solo entre los humanos, sino entre todas las criaturas que habitan esos mundos suyos aleatorios tan característicos. La metafísica no convierte los relatos de este autor en meramente sombríos, muchas veces son igualmente seductores y cómicos. El culto a László Krasznahorkai es un acto de justicia para con la literatura.

Relaciones misericordiosas.

Relaciones misericordiosas. / Cultura

'Relaciones misericordiosas'

László Krasznahorkai

Traducción de Adan Kovacsics

Acantilado

152 páginas

16 euros