AUTOR DE 'LA TERCERA CLASE'

He venido a hablar de mi libro: Pablo Gutiérrez

Mi manera de escribir es propia del siglo XIX, aunque las herramientas sean muy diferentes. Naturalismo, tal vez

El escritor Pablo Gutiérrez

El escritor Pablo Gutiérrez / EPE

Pablo Gutiérrez

Hay novelas que se escriben desde la experiencia, desde la vivencia del fenómeno; hay otras que se escriben desde la observación. Las primeras están hechas de carne, y las modas literarias ruedan sobre ellas (memorias, diarios, autoficción, cierta cosa francesa); las segundas no sé de qué están hechas, quiero pensar que de humanismo y perspicacia.

Yo no sirvo para escribir sobre mí. Me considero demasiado común y aburrido, no tengo una vida heroica, no he viajado a Nepal ni he sufrido más que cualquier otro. Como personaje de novela, no valgo mucho.

Admiro a los novelistas que se abren la camisa y se ofrecen a los lectores, utilizando su cuerpo como testimonio de un dolor que produce compasión y afecto, también sanación.

Pero yo no sé hacerlo, quizá por el mismo motivo por el que no me gustan las fotos.

Mi manera de escribir es otra, propia del siglo XIX, aunque las herramientas sean muy diferentes. Naturalismo, tal vez.

Primero configuro la idea, antes que los caracteres. Me interesan los espacios y el urbanismo más que los discursos. Mis novelas tienen como objetivo las estructuras sociales (qué tonta y qué marxista suena la expresión, aquí impresa); sobre esas estructuras sitúo a los individuos.

De alguna manera manoseo a los personajes, los utilizo para lo que me conviene. No me preocupa demasiado que parezcan seres impropios; para mí son herramientas, un elenco al servicio de un director cruel. Hay dramaturgia, sí. Puede que haya más dramaturgia que narratología en lo que escribo.

ESPACIO ESCÉNICO

En La tercera clase el espacio escénico es La Broa, un no-lugar a orillas del Guadalquivir, en la Baja Andalucía. No lo he inventado ni lo he descubierto, es el mismo de las novelas de José Manuel Caballero Bonald y Alfonso Grosso, pero quién recuerda ya esa narrativa de los setenta, cuando las mejores páginas (las más rebeldes, de mejor sintaxis) se escribían desde el sur.

Todo es una forma de paraíso perdido: en las novelas de Bonald y Grosso encuentro una marisma ancha y limpia, original; en La tercera clase el espacio es sucio, huele a hachís y a gasoil, pero quiero pensar que permanece la admiración del páramo, el vínculo entre la tierra y quien la puebla. Igual que en la viña, la tierra es quien hace el fruto de la geografía humana.

De los barros de La Broa no podían nacer sino niños-cangrejo. Son ellos quienes cuentan la historia de La tercera clase. Yo he procurado retirarme y no estorbar. Después de todo, sólo tengo un cuaderno y un par de ojos.

'La tercera clase'

Pablo Gutiérrez

La Navaja Suiza

184 páginas

18,50 euros