CRÍTICA

Léa Murawiec y Víctor Santos: de nombres y libros

Dos obras para reflexionar sobre el hoy y sobre un mañana cada vez más ignoto

Léa Murawiec

Léa Murawiec / EPE

Álvaro Pons

En el relato La regla de los nombres, Ursula K. Leguin imagina un mundo donde las personas reciben un nombre al nacer con el que son conocidas, pero solo cuando crecen reciben su "verdadero nombre", que debe mantenerse en secreto por el infinito poder que tendrían sobre el individuo aquellos que lo descubrieran. La escritora usó después esta idea como centro de su afamado ciclo de novelas de Terramar, donde la magia toma forma alrededor de ese secreto que se extiende a toda la existencia, seres vivos e inertes. El nombre deja de ser una identificación para convertirse en una identidad que define no solo a la persona, sino a su espíritu, a lo que es realmente.

En cierta forma, El gran vacío, de Léa Murawiec (París, 1994) toma esta idea y la amplía en una sociedad distópica donde el poder de las redes sociales se lleva al extremo a través de la identidad que proporciona un nombre cuya "presencia", medida en forma de comentarios y citas, no solo define a la persona, sino su propia existencia. Perder likes ya no implica la invisibilidad de la persona y su aislamiento, sino su propia muerte física.

En ese mundo, que tu nombre coincida letra por letra con el de una famosa artista puede ser un peligro mortal que solo puede combatirse buscando tener la máxima popularidad a costa de lo que sea, como le pasa a la joven Manel Naher. Un punto de partida original con el que Murawiec va construyendo una crítica de la realidad que nos circunda, de esa intimidad perdida en aras del like colectivo como prueba de existencia, de la necesidad imperiosa de ser parte de un grupo cuyo inmenso anonimato no importa, solo su respuesta con el dedo alzado.

Una realidad que conforma lo que parece una nueva forma de relación personal, pero que en el fondo son solo datos que alimentan los ingresos de las corporaciones que las manejan. 

NARRATIVA PERSONALÍSIMA

La dibujante apoya sus acertadas reflexiones con un impactante planteamiento gráfico que se sustenta con un blanco y negro teñido de notas de rojo y azul, creando patrones urbanos infinitos que sirven de espacio para espectaculares viñetas donde el dinamismo toma forma física. Ecos del manga de Yuichi Yokohama y del pop-art de Guy Peellaert se combinan a la perfección para crear una narrativa personalísima, potente y rotunda a la par que elegante y atractiva.

Un gran debut que conecta las distopías tradicionales con la cotidianeidad de la sociedad construida alrededor de internet y en la que hallamos relaciones con Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (Waukegan, Illinois, 1920-Los Ángeles, 2012): el autor relacionaba el fin de los libros con una humanidad sometida a través de inmensos paneles de televisión, con oscuros funcionarios controlando a las personas. En la obra de Murawiec cambian el tamaño de las pantallas, pero se mantienen las siniestras oficinas que controlan los nombres. El libro como constructor de sociedades, el nombre como frontera de la individualidad.

Planeta Cómic ha publicado casi simultáneamente la adaptación al cómic de Víctor Santos (València, 1977) de la famosa novela de ciencia ficción. Una espectacular versión donde juega con la composición y el color para que la historia de Bradbury fluya desde las viñetas, navegando entre el guiño cinematográfico al recordado filme de François Truffaut y una potencia visual que bebe de Frank Miller, Bruce Timm y Darwyn Cooke. Gran trabajo de un artista instalado con éxito desde hace años en el mercado americano. 

'El Gran Vacío ' y 'Fahrenheit 451'

El Gran Vacío

Léa Murawiec

Salamandra 

204 páginas. 25 euros

Fahrenheit 451

Ray Bradbury y Víctor Santos  

Planeta Cómic

160 páginas

25 euros