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De un Nobel de antaño a los 'tiktokers' de hoy

La casa de Vicente Aleixandre continúa como estaba, o peor, ya que tantos años después los políticos implicados en el caso Velintonia no se atreven a decir nada coherente en favor de la cultura

El escritor Vicente Aleixandre.

El escritor Vicente Aleixandre. / ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE VICENTE ALEIXANDRE

En marzo de 1995 el poeta y crítico José Luis Cano y Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre (AAVA), iniciaron con un grupo de amigos una campaña de protesta para denunciar el lamentable abandono que padecía el histórico inmueble de Velintonia 3, desde el fallecimiento del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre, en 1984. Aquella fue una campaña en la que se recogieron firmas de intelectuales y fue el comienzo que dio a conocer, internacionalmente, la situación de aquella histórica casa.

Diez años más tarde convocaron una concentración en la calle Velintonia, que se rebautizó con el nombre del poeta, y de aquella acción se hicieron eco los medios de comunicación y, durante unas semanas, atrajo la atención del Ayuntamiento de Madrid, de la Comunidad de Madrid y del Ministerio de Cultura. No obstante, en el pleno del Ayuntamiento celebrado unos días después se rechazó la propuesta de la Asociación, que pide denodadamente la adquisición del inmueble para transformarlo en la sede de la Fundación Vicente Aleixandre y en un centro de documentación y estudio de la poesía española del siglo XX, es decir, en la Casa de la Poesía. Pero las tres administraciones decidieron, mediante un breve comunicado enviado a los medios, no seguir adelante con el proyecto.

Memoria

Por Velintonia, y al calor de Vicente Aleixandre, pasaron los poetas e intelectuales más relevantes del momento, —Cernuda, Salinas, Alberti, Neruda, Lorca—…, y también lo hicieron los jóvenes de entonces como Gil de Biedma, Carmen Martín Gaite, Ayala, Nieva, Hierro…, o los últimos, los de la generación del 70 —Luis Antonio de Villena, Molina Foix, Javier Marías…—, este último escribió el 8 de octubre de 2006 en El País: “Los políticos de 1977 [año de la concesión del Nobel] se volcaron en zalemas, y hasta le cambiaron el nombre a su calle, en contra de su voluntad, para llamarla con el suyo. El ministro de Cultura y los reyes se molestaron en visitarlo, porque entonces, sin duda, les reportaba beneficio hacerlo, aparte de que sus sentimientos de admiración y respeto fueran sinceros, es lo más probable. Pero Aleixandre lleva muerto veintidós años [hoy ya son 38] y, a diferencia de su amigo Lorca, no dejó parientes celosos de su memoria ni combativos. Hoy ningún político tiene nada tangible que rascar en Velintonia, y así dejan que se pudra o se venda a particulares”.

De 2011 a 2019 la Asociación organizó veladas en Velintonia en recuerdo de algunos de los poetas que frecuentaron la casa y en las que han participado escritores, actores, actrices y músicos como Luis Eduardo Aute, Miguel Poveda, José Sacristán, Charo López, Julieta Serrano, Carmen Linares, Miguel Molina, Patxi Andión, Amancio Prada, Juan Diego…

Hoy continúa todo como estaba, o peor, ya que tantos años después los políticos implicados en el caso Velintonia o no se atreven a decir nada coherente en favor de la cultura, o, como el señor Iceta, ministro de la cosa, que diría Umbral, lanza un discurso a los tiktokers: “El gran mérito que tenéis los tiktokers es que os hacéis importantes para mucha gente; interesa saber vuestra opinión. Si vosotros recomendáis un libro, una película, un espectáculo, la gente tiende a ir porque se fía, porque confía…”.

Y de momento este es el nivel.