PERFIL

Nuria Labari, ternura de decir adiós

La escritora se asoma en su última novela, 'El último hombre blanco', a la vida de una mujer que triunfa profesionalmente a base de comportarse como un hombre. Un libro difícil de escribir para alguien que no lo ha tenido fácil

Nuria Labari.

Nuria Labari. / José Luis Roca

Juan Cruz

Tiene la velocidad con la que Juan Cueto asociaba las ideas. Santanderina de 1979, escritora, salva ahora el desafío de escribir con El último hombre blanco (Literatura Random House), piedra de toque de lo que asusta del mundo macho. Autora de Cosas que brillan cuando están rotas (Círculo de Tiza) y La mejor madre del mundo (también en Random), habla de éste como si acompañara a su personaje femenino (¡y a los masculinos!) por un universo de sexo y otros extravíos. "Todos los ricos son hijos de ladrones", dice esa mujer que ahora ha inventado.

Nació con una luxación de cadera, su madre tuvo una depresión posparto que casi la lleva al suicidio… Durante tres o cuatro años estuvo escayolada, "un poco como Frida Kahlo", tuvo que aprender a andar, hasta los doce años… El carácter se le hizo en aislamiento, pero la suya fue una infancia feliz sin libros…

La colgaban con pesas ("¡como a Jesucristo!"), a veces se le abrían las carnes ("ay, por qué no aprovecharé esto para un libro!…"). Al médico le escuchó decir: "Niños así luego son especiales". De ahí le vienen la resiliencia y la docilidad. ¡Y hasta se hizo deportista! Jugó al baloncesto, fue atleta, gimnasta, "¡todo lo que creían que no podía hacer!…" No hay párrafo que no tenga su sinfonía. ¿Qué tuvo que pasar para que sea esta novelista? "¡Pufff, milenios!... Siento que tres mil años. Te puedes pasar la vida leyendo la Biblia y la Odisea. Eso me pesa mucho en el alma y en el cuerpo, no sólo de manera intelectual. Es una especie de ancla".

El último hombre blanco va de la prisa de ahora. Pensó que no llegaría a acabarlo. Está escrito en el hemisferio norte del mundo, con experiencias que son propias de la barbarie que ahora se llama vida… "A ver: aquí están todas las Nurias hechas pedazos, porque para mi ha sido un libro devastador". Su trabajo es fronterizo con el mundo que describe, y lo que cuenta y dice atenta contra el poder, que no es feminista ni tampoco de izquierdas, como lo es ella. ¿Y por qué lo escribiste? "Porque… cuando ves que algo no está escrito te pones a ello".

Se había hecho preguntas que son comunes. ¿Qué pasa cuando nos hacemos mayores? ¿Cuánto de nosotros nos dejamos ahí? "El libro sale de un atasco en el que pensaba: ¿por qué nadie se sale de la raya? ¿Qué nos han hecho en la cabeza? ¿Por qué esta docilidad?… Al principio no pensaba que iba a ser tan doloroso". Le pregunté qué es lo que no le gusta del mundo que describe.

Dijo:

–La masculinización que lleva a la docilidad. Al que le dicen vete a la guerra y mata y se va y mata. Ah, y la capacidad de decir adiós. Este libro es una despedida en toda regla. Hace falta mucha ternura para decir adiós.

El vértigo incluye la fascinación que produce la bola de hielo falso que lleva consigo el Ciudadano Kane hasta su muerte. Un libro de este tiempo, escrito con un instrumento como el que regalaba Cueto para entender la locura del mundo: la mirada distraída. 

'El último hombre blanco'

Autora: Nuria Labari

Editorial: Literatura Random House

272 páginas. 17,95 euros