REDES SOCIALES

Los creadores del baile de 'Despechá' son ucranianos y no vieron un duro: el agujero negro de idear una coreografía en TikTok

Quienes idearon los movimientos que repiten miles de usuarios en la red social no reciben remuneración por su obra, solo por el aumento de visitas en su perfil

"Por cada millón de visualizaciones, la app te paga entre 10 y 30 euros", dicen Alex y Arina, los ucranianos residentes en Huelva que se inventaron el baile de Rosalía

Expertos legales y el bailarín y coreógrafo Rafa Méndez aconsejan registrar las 'obras' o demandar a quien las use con fines comerciales

Rosalía baila la coreografía de 'Despechá' que crearon Aleksandr Chentsov y su hija Arina.

Rosalía baila la coreografía de 'Despechá' que crearon Aleksandr Chentsov y su hija Arina. / TIKTOK (@rosalia)

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Juntar los brazos a la altura del abdomen, balancearse, hacer una cruz con estas extremidades y utilizar la mano como si fuera un teléfono. Estos sencillos pasos forman parte de la coreografía de Despechá que Aleksander (Alex) Chentsov, un ucraniano de 41 años que reside en Huelva desde hace siete años, creó en 15 minutos para bailarla con su hija, Arina, de 12, en su cuenta de TikTok. Unos días antes, habían acudido al concierto de Rosalía en Sevilla y allí escucharon por primera vez una de las melodías que más se ha repetido este verano.

Su baile fue creciendo en la red social. Una noche, cuando Arina ya dormía, Alex vio que la Motomami había reproducido esos movimientos en un vídeo grabado, primero, en la parte trasera de un coche y, después, en un escenario que recordaba a una pista de aterrizaje. "Ejeje, aprendiéndomelo, el próximo lo clavo", prometió la catalana. Y así fue. Frente al mar y acompañada de una amiga, reprodujo la coreografía que Alex y Arina habían publicado días atrás y les mencionó como creadores de esos movimientos. Ese clip acumula más de 95 millones de reproducciones y 6,6 millones de 'Me gusta'.

@rosalia BabY no Me llameS🚫📞 Dc @Alex Chentsov ♬ DESPECHÁ - ROSALÍA

Los conocidísimos bailes que acompañan a los versos de "baby, no me llames, que yo estoy ocupá' olvidando tus males", "el gatito tuyo te perdió por negligencia, y yo que no creo en la abstinencia" o "conmigo estás tan caliente que el sol es un bloque de hielo" han sustituido en 2022 a los mecánicos movimientos de Aserejé, La Macarena o Que la detenga de hace ya décadas. Las coreografías de moda ya no se aprenden en las plazas de los pueblos. Los bailarines amateur llegan ahora a las discotecas aprendidos, gracias a TikTok.

En la cuenta de Alex Chetsov y Arina, que empezaron en TikTok en 2019, el vídeo de Despechá con más visitas acumula 3,3 millones de visualizaciones. Las famosas tiktokers Lola Lolita, Sofía Surfers o Riverss, la cantante Edurne y un reducido grupo de jugadores del Betis también se unieron al trend. Y, con ellos, sus millones de seguidores han incluido estos movimientos en sus listas de pasos prohibidos. Pero los creadores ucranianos no han recibido ninguna remuneración por haber creado el baile y la visibilidad que les ha dado este vídeo viral en TikTok les ha remitido muy poco dinero.

@alexchentsov

Por fin el trend completo 😁 DC: nosotros

♬ DESPECHA mix - Alex Chentsov

"No pagan mucho", asegura Alex en una conversación conjunta con su hija con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. A pesar de que esta red social no cuenta con estadísticas segregadas de ingresos, este ucraniano calcula que, por cada millón de visualizaciones, "pagan entre 10 y 30 euros".

"Hay meses en los que aparecen en tu cuenta 20 euros; otro mes, 10 euros, o incluso puede haber algún mes en el que te encuentres con 100", sostienen los tiktokers dominicanos afincados en Gijón Stiver y Darling, de la cuenta @stiver06. Estos aficionados a la bachata y a la salsa, que han inventado una muestra para la canción Caile de Luar La L, copiado, entre otros, por la utuguay Biei Posti, calculan que, por cada 100.000 visualizaciones en un vídeo, la app paga a los creadores de contenido entre uno y dos euros. "En YouTube, dependiendo del país, por cada 1.000 visualizaciones, ganas un euro", es decir, entre 50 y cien veces más, revela Alex.

Resulta para ellos una incógnita saber cómo conseguir más ingresos con sus bailes. "TikTok no especifica de dónde sale el dinero, si es por los challenges virales, los comentarios o las publicaciones compartidos. Esa información la desconocemos", señalan Stiver y Darling, aunque entienden que "dependerá de lo mucho que trabajes en la app".

Por cada millón de visualizaciones, TikTok paga entre 10 y 30 euros"

— Aleksandr Chentsov

Aleksandr y Arina, que llegaron a España cuando estalló el Euromaidán en su país natal, tenían la esperanza de recibir un mensaje del equipo de Rosalía para colaborar juntos. "Soñábamos con participar en la grabación del videoclip de Despechá en Mallorca, aunque nos lo tuviésemos que pagar nosotros", lanza el padre. Ellos, como muchos otros tiktokers, consiguen un extra de ingresos gracias a los acuerdos comerciales con marcas y artistas, como la colombiana Shey, para la que han ideado unos movimientos.

Los bailes de TikTok contribuyen a que los lanzamientos de los artistas despeguen hasta los primeros puestos de las listas de éxitos. En plataformas como YouTube, los derechos de una canción "siempre los tiene el autor", que es a quien llega la remuneración económica. Por el contrario, el rédito que consiguen los creadores de las coreografías cuando una de ellas se convierte en la más bailada de la red social resulta mínimo si quienes la reproducen no etiquetan en los créditos a quienes inventaron esos movimientos.

En España, esa falta de reconocimiento puede quedar en una tímida protesta para que se mencione al verdadero autor de los bailes. Pero, en Estados Unidos, cada vez más creadores de contenidos acuden a abogados especializados para proteger sus obras. Keara Wilson, que ideó el #SavageChallenge a partir de una canción de Megan Thee Stallion, mantuvo en redes sociales una lucha que se alargó durante más de un año para que se reconociese que ella tenía los derechos de autor de su coreografía. Su danza se volvió viral en el confinamiento, cuando decenas de influencers blancas la copiaron sin mencionar a la creadora.

Si su versión de Savage no es reproducida con el crédito adecuado que remita a la cuenta de su inventora, Wilson podrá emprender acciones legales. Asimismo, en el caso de que el baile apareciese en una producción cinematográfica o en un videojuego, esta joven de Ohio podrá reclamar que le paguen por usar la coreografía.

"Las coreografías están expresamente admitidas como una manifestación artística y están protegidas por el artículo 10.1 de la Ley de Propiedad Intelectual en España", explica Miguel Aznar, socio de Balder IP Abogados.

En el caso de que Aleksandr y Arina Chentsov considerasen que su baile de Despechá, u otros retos que han convertido en virales, como los de las canciones Ritmo, la primera que subieron, Sin señal o Si tú te vas, se está empleando con un objetivo comercial o con un fin con el que ellos no están de acuerdo, podrían demandar a quien lo ha plagiado. Si el escenario de esa infracción es TikTok, tienen además la posibilidad de denunciar la a publicación y la sanción supondría que eliminasen el vídeo e incluso la cuenta de quien se ha apropiado de su creación.

"Nadie quiere perder tiempo y dinero en denunciar a alguien que está reproduciendo el baile que has creado en TikTok. Si un artista cogiese esos movimientos de la app para sus videoclips, cuando paga a coreógrafos y bailarines, sí que tendría sentido", justifica Chentsov. Él conoce la industria porque ejerció como profesional de la danza en Kiev, donde llegó a formar parte, junto a su mujer y madre de Arina, del Nike Elite Team. Ahora, regentan un pequeño gimnasio femenino en Huelva.

Esta familia ucraniana debería, en ese supuesto, demostrar que su baile es original "mediante dibujos, bocetos, fotografías o en un vídeo" que demostrase que esa coreografía ha nacido de ellos, apunta este abogado. Para que las danzas estén protegidas, "no hace falta que se registren" en los organismos nacionales de propiedad intelectual.

"Si la coreografía es original, está fijada en un soporte material y pueden demostrar que es absolutamente original, que nadie la ha hecho antes, pueden ir contra otro tiktoker que imita ese baile en la red social y pueden demandarle judicialmente por sus derechos de propiedad intelectual", ilustra Miguel Aznar. Eso no quita que este tipo de representación artística sea siempre más "difícil de defender" que las melodías, "por la propia naturaleza de la composición musical, que es protegida inmediatamente", agrega.

TikTok tiene casi 1.400 millones de usuarios. "Articular una defensa de tus derechos de propiedad intelectual para evitar una infracción con esa cantidad de miembros, cuando quizá solo el 0,05% están utilizando tu coreografía, realmente es dificilísimo", evidencia Aznar.

En los ámbitos amateur de las redes sociales, resulta poco común que quienes han ideado una consecución de movimientos inscriban su obra. Pero en el ámbito profesional es muy común. Rafa Méndez, uno de los coreógrafos distinguidos de nuestro país, asegura que "a nivel teatral, cuando se crea una compañía y se hace una pieza, la pones a tu nombre y vas a registrarla".

Este conocedor de la danza española, especialmente recordado por haber sido el profesor de la disciplina de funky en el programa de Cuatro Fama, ¡a bailar!, avisa a quienes crean bailes en redes sociales de que "no se pueden lamentar" si su coreografía la copian miles de personas. "Tienen que registrar ese trend y, si no, te la tienes que comer. Si eres tan pro y eres tan súper tiktoker, tienes que responder también al nivel legal", dice.

Cuando él se convirtió en uno de los personajes televisivos que más aparecía en los ya desaparecidos programas de zapping, los seguidores de Fama "usaban mis coreografías en YouTube", pero nunca le importó porque "era parte del juego", a no ser que lo hiciesen a un nivel "sumamente profesional".

Durante la grabación de una de las temporadas de Fama, ¡a bailar!, Méndez tenía que idear entre 15 y 20 coreografías por semana. En una ocasión y de manera "inconsciente" reprodujo la obra de un compañero que había visto en Nueva York. "Cuando él lo vio, se molestó, pero yo tenía tanto curro que lo entendía como el típico cantante que va a interpretar la canción de un colega. No hice bien, por esa sobredosis de coreografías", reconoce. 

Él, que no tiene TikTok, considera que los "bailecitos" que se publican en la red social "son muy simpáticos". "Sabemos que no es una cosa profesional", pero destaca "la espontaneidad de gente que no baila o de profesionales que pueden crear un trend, porque es llamativo, es divertido y es sexy". No obstante, se muestra en contra de las academias de baile que imparten clases orientadas a producir vídeos para TikTok. "Me parece un horror. No tiene nada que ver con una escuela de danza profesional", alega.